Enhorabuena

Un señor no debe llorar en público, Roger, porque ha de defender su reino ante cualquier adversidad o morir en el intento, no lamentarse cual Boadbil tras la toma de Granada. No es digno de un campeón derrumbarse como lo hiciste en el Open de Australia, hincando la rodilla y empequeñeciéndote ante un rival de altura. Porque es él, ese español de discurso templado y correcto (y terriblemente empalagoso), quien te complementa, como Batman al Joker. Tú me completas, le decía el Joker a su antagonista en la genial película de Christopher Nolan cuando podría haber acabado con él: no quiero matarte… tú me completas. Un gran campeón necesita un rival de altura para que sus éxitos lleguen a tener un valor significativo.

No es romántico ser un perdedor. Por mucho que el cine se empeñe en demostrar lo contrario, el descenso a los infiernos de un campeón duele cuando no va acompañado de una retirada a tiempo o de un fracaso asumido. Pero tú eres joven y sabes que aún puedes alcanzar altas cotas.

Sabemos sobradamente cuánto te has preparado para que llegase este momento. Y quizá no sea un triunfo relevante, por las condiciones de la pista, las circustancias del rival y la entidad del torneo, pero considera que es un modo de ahuyentar los fantasmas que rondan tus pesadillas. Ahora debes ser consciente de que París no será igual, pero al menos ya has vuelto a saborear las mieles de la victoria.

Enhorabuena, Federer.

Spanish Odyssey

El coordinador del grupo de investigación te dice que tienes que conseguir un certificado y te remite al director del departamento de la universidad. De ahí a la secretaria de Antonia Quintanilla, la cual a su vez te pasa con el responsable de profesorado, que no tiene ni idea y pasa la pelota a la coordinación de conferenciantes, quien por fin te dice que necesitas hablar con el gerente del campus, pero el secretario del gerente dice que no sabe quién debe firmar el certificado. Le preguntaré a mi madre, quizá ella lo sepa. No te jode.

P.S. Y lo más preocupante es que esta gymkhana terminó mal, con un «no se puede hacer eso».

Roberto Bolaño

Con esas gafas de intelectual formado, con ese gesto fumador desentendido, con esos ojos de poeta asustado, famélico de tan delgado -por lo visto, hay gente que llega a un nivel tal de ensimismamiento que olvida comer con frecuencia-, despeinado por desordenado y despreocupado, Roberto Bolaño parece ser ese chico al que en la escuela le quitaban todos los bocadillos del recreo, como dice algún amigo. El típico niño amilanado que se escondía entre libros para evitar enfrentarse a una realidad más fuerte que sus débiles brazos.

Sin embargo, a poco que se lea de Bolaño uno se da cuenta de que, además de un inmisericorde lector, el chileno era un hombre comprometido. Capaz de recorrer América Latina desde Ciudad de México hasta Santiago de Chile con 20 años para apoyar y defender a Salvador Allende o de criticar con dureza a escritores consagrados desde una óptica inteligente, irónica y cruel a partes iguales. No en vano, en una de sus frases más célebres, tomada de su novela más premiada, Los detectives salvajes, Bolaño dice que «hay momentos para recitar poesías y hay momentos para boxear«.

En algunos de sus discursos en torno a la literatura despedaza a grandes tótems («un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral«) sin que le tiemble el pulso; se trata de una mente preclara que jugza y analiza y estudia la literatura porque está plenamente embargado por ella («mi patria es mi hijo y mi biblioteca», según Wikiquote). De Kafka, ese genial sufridor, dice:

Kafka comprendía que los viajes, el sexo y los libros son caminos que no llevan a ninguna parte, y que sin embargo son caminos por los que hay que internarse y perderse para volverse a encontrar o para encontrar algo.

Roberto Bolaño es uno de esos escritores que te hacen consciente de tus límites, siempre lo verás un paso por delante. Sus adjetivos son más certeros, sus ideas tienen sólidos fundamentos, sus expresiones están mejor formadas, es decir, dicen más con menos palabras. Bolaño, como Cortázar, Cervantes o Pessoa, es un escritor que te pone los pies en el suelo pero te anima a que emprendas el viaje:

Realmente, es más sano no viajar, es más sano no moverse, no salir nunca de casa, estar bien abrigado en invierno y sólo quitarse la bufanda en verano, es más sano no abrir la boca ni pestañear, es más sano no respirar.

Pasear, al perro

Man With Dog, Francis Bacon, 1953.

Si ves que tiemblo no te preocupes. Que tu bienestar no se vea salpicado por los chorros de mis temores. Expande tu dicha y tu sabia inconsciencia sin percatarte de las angustias que rascan las paredes de mi cueva, desubicado e incomprendido oasis del horror. Siempre el subconsciente, perdido, inexplorable. No intentes bucear en mis des-recuerdos ni en mis des-velos, por tu bien, porque descansarás más tranquila sobre tus pequeñas ambiciones y tus gaseosos éxitos. Y no es que no valore tus triunfos y tus luchas, pero a mí no me gusta sacar a pasear al perro. Quizá yo sea más ese trapecio negro que unos pies atados a un perro; no, no, soy más esa alcantarilla, desconocida y despreciable de antemano.

Proxenetas de mierda

Pobre señorita, tan pulcra, con ese vestidito de seda tan virginal, que se presentó a reuniones sociales ignorando que le iban a desgarrar hasta las entrañas. Ella, tan de buenas intenciones provista, que estaba dispuesta a barrer los rincones sucios de la casa. Si algún propósito tenía era el de ayudar, servicial, a mejorar la convivencia. Puede que no fuese la más hábil con los pinceles, ni la más apañada en los fogones, ni tan siquiera la más atrevida en la cama; era algo más que eso, era la base del orden bajo el que se debía fundar su convivencia. Una señorita, en verdad, al servicio de sí misma. Lástima que todos la mirasen con recelo y desconfianza; muchos eran los que renegaban de sus modales y su modus operandi, pero ella no tenía la culpa de que la hubiesen vestido de puta.

Pobre Srta. Política, tan violada y maltratada. Conocieron su debilidad. Los políticos, muchos, son unos proxenetas de la esbelta señorita. No les importa venderla con rímel barato y minifalda si reciben sus deshonestos honorarios. Y qué lástima que sea así. Porque hay algunos políticos de devoción, pocos, que luchan por el bien social, por poner al servicio de la sociedad a esa dama de nobles voluntades. Y se dejan la piel en una lucha desigual contra el proxenetismo.

Y no puedo dejar de imaginarme los ojos brillantes de la Srta. Política cuando una noche la invitaron a cenar y a pasear cogida del brazo, a punto de llorar de puro sensible y de tan deteriorada como se sentía. Alabo con energía a aquellos que la mecen con cariño por inferiores y comprometidos. Pero qué lástima que sean tan pocos y, sobre todo, qué putada tener que financiar las malas artes de sus proxenetas con irpf’s, iva’s y compañía.

Política, noble dama, cuánto deseo tu libertad.

La aguja pasa y queda el hilo. Lo político pasa y queda lo moral. Pero si la aguja no tiene hilo, pasa la aguja y no queda nada. Claro que no se puede coser sin aguja; pero mucho menos se puede coser sin hilo.

[Leonardo Castellani, Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo XXI]

P.S. Aristóteles juzgaba dos vidas dignas del hombre varón: politicos bios, y por encima de ella, theoretikos bios. Sin embargo, la mayoría de las personas vivimos una vida de diversiones, más mundana, a la que el griego llamaba con desdén paidikos bios, es decir, vida de chicotes, de críos, de niñatos.

I+D+i

No es inusual escuchar a Zapatero decir una cosa y, al día siguiente, la contraria. Pero lo habitual es tener que soportar sus discursos y comentarios trufados de obviedades y tópicos. Ahora le ha dado por decir que la innovación es la receta para luchar contra la crisis, como si pasar de un país que hace ladrillos a otro que fabrica circuitos integrados se hiciera en cinco minutos. La insoportable levedad de Zapatero ha contagiado al Gobierno y al país.

[Pedro G. Cuartango, en su blog]

¿Qué es innovación?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es innovación? ¿Y tú me lo preguntas?
Innovación… eres tú.

Essence

Al principio fueron las botas de agua. Un simple complemento para combatir con certeza la variabilidad de la climatología. No era muy preocupante, tan sólo un signo de precaución. Pero luego llegaron los guantes de látex para las manos, extremo de una higiene milimétricamente cuidada, y el gorro de invierno. Así, poco a poco, fue aislándose de los potenciales peligros que la acechaban; bueno, que ella presuponía como amenazas invisibles. Día tras día aumentaba su seguridad para que nada obstruyese su placentera existencia agrandando su capa de impermeabilidad.

Así hasta que llegó a quedarse en la orilla de las gentes, en la apatía infinita. Totalmente protegida de emociones peligrosas pero, ella lo ignoraba, expuesta a la intemperie de la vulnerabilidad sentimental. Su relación con los demás se había vuelto harto higiénica, sensiblemente indolora e incolora. Incluso había tenido cuidado de no fortalecer pesadas cadenas con quien se suponía que eran sus amigas. Era mucho mejor mantenerse al margen, no sufrir de forma estúpida por nimiedades provocadas. Sin embargo, había construido su barrera tan concienzudamente que se había olvidado de lo esencial.

Pero nadie supo definirle «esencial».

Sophisticated Lady

Sonaba tan decadante el saxo al final de esa pieza que le tableteaban los labios y se le erizaba el vello de la nuca; quizá ese sonido grave y triste le recordase algún tiempo pasado, cuando era una dama sofisticada, cuando asistía con frecuencia a este tipo de saraos con la cabeza alta y la sonrisa deslumbrante; no como ahora, disfrazada de detective de folletín, con gafas de sol bajo la luz de los tenues focos, con miedo a sonreír, casi pavor a desnudar una mueca de optimismo a sabiendas de lo hipócrita que sería que se le intuyese un atisbo de dicha. Si había vuelto al club era sólo para destapar el aroma de antiguos recuerdos de una época mejor. Muchas cosas eran las que habían cambiado, pero de igual manera le permitían rememorar aquellas noches felices. Y ahora, ahora sólo le quedaba vagar por la melancolía de los días de vino y rosas y constatar que había fracasado en su objetivo de llegar a ser como ella. Si acaso conseguía imitarla en su afición al lado oscuro, a rebozarse entre alcohol, humo, tranquilizantes y cuerpos extraños. Pero jamás aprendería a expresarse con ese sentimiento de realidad sufrida y certificado de ausencias sobre el escenario.

They say into your early life romance came
And this heart of yours burned a flame
A flame that flickered one day and died away
Then, with disilution deep in your eyes
You learned that fools in love soon grow wise
The years have changed you, somehow
I see you now
Smoking, drinking, never thinking of tomorrow, nonchalant
Diamonds shining, dancing, dining
with some man in a restaurant
Is that all you really want?
No, sophisticated lady,
I know, you miss the love you lost long ago
And when nobody is nigh you cry