Distanciamiento Social Rural


Ovejas pastando en el Geliberte || Arteria de Madrid el 1 de abril.

Las noches te acercan
y enredas el aire,
mis labios se secan
e intento besarte,
qué fría es la cera
de un beso de nadie.

[De Alguna Manera, Luis Eduardo Aute]

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, catalán y filósofo aunque ambos adjetivos no aporten nada, declara que tenemos que pasar de la actual «fase de distanciamiento social» a una «fase de transición». Intuyo que a partir del próximo 12 de abril, domingo de Resurrección, el Gobierno irá levantando prohibiciones de forma paulatina y con cuentagotas para no dar pasos en falso en la inevitable convivencia controlada con el coronavirus que tendremos que afrontar temerosamente en los próximos meses. Me gustaría esperar de forma interesada que, entre las primeras gotas, además de permitir la actividad laboral más allá de la esencial, se autorice salir a la calle con los niños y hacer deporte individual al aire libre para ventilar por la primaveral meseta los oscuros humos mentales atascados. La intuición me susurra que lo del deporte no lo van a contemplar.

Me retumban esas palabras del ministro: fase de distanciamiento social. Qué significado tiene el concepto «distanciamiento social» en las zonas rurales de la España vacía, en comarcas como nuestro Señorío de Haro, donde supuestamente (INE) habitamos 940 personas (470, 248, 165, 111 y 46 vecinos) divididas en 5 municipios y 234 kilómetros cuadrados. Nos corresponde un kilómetro cuadrado cada cuatro vecinos o, lo que es lo mismo, cada ciudadano puede desenvolverse en un recinto cuadrado de 500 metros de lado sin quebrar el «distanciamiento social» individual (casi 50 campos de fútbol para cada vecino, que es la unidad de medida más entendible para muchos). Despojando a la reflexión de cualquier atisbo de frívola intención singular, qué paradójico suena ese concepto nacido en el mundo urbano cuando lo aplicamos a pueblos en los que no se invade la distancia mínima ni siquiera en el bar cualquier día entre semana.

Nadie debe osar cuestionar las decisiones que están decretando con el objetivo de minimizar el impacto de la expansión del virus, máxime cuando en situaciones de radical estrés no se pueden plantear escenarios de incertidumbre. Así, debe quedar claro que no circula por la vía de la reivindicación rural este comentario, sino por la vía del retrato social de un tiempo imprevisto en cualquier rincón del mundo.

Y el retrato del pueblo se dibuja a sí mismo con pasmosa naturalidad enmarcado en el contexto de confinamiento generalizado. El cereal sigue creciendo en el campo y los agricultores trabajando para que los demás podamos comer, ya casi olvidadas sus reivindicaciones de precios justos que alcanzaron su punto álgido coincidiendo con el incremento de contagios, ya es mala suerte que se apaguen así tus exigencias más básicas. Las ovejas siguen dando leche que se distribuye para garantizar el abastecimiento de lácteos en el mercado, y los corderos y los pollos de por aquí también se mantienen en la rueda de la alimentación. Tiendas, panaderías, carnicería, estanco y farmacia siguen suministrando los productos que necesitamos para sobrevivir con el inconveniente añadido para los regentes de los negocios de tener que asumir medidas de prevención incómodas y afanarse con obsesión en la limpieza y desinfección. La médica sigue pasando revista al estado de salud de los vecinos y el cura acomodándose a su labor espiritual y social a distancia desde la esquina de la iglesia. La guardia civil mantiene el orden y el cumplimiento de la normativa aspirando a no tener que actuar, el banquero sigue abierto al público para que los vecinos puedan cobrar «su paga». Unas tuberías siguen abasteciendo de agua a las viviendas y otras retirando los sobrantes para, más abajo, que la depuradora los filtre y mande el agua limpia al arroyo. Las gallinas siguen puntuales con su huevo diario y las golondrinas ya regresan a pasar la primavera. Las auxiliares de ayuda a domicilio, en la brecha incluso en condiciones precarias, ayudando a los mayores que lo necesitan para que sigan manteniendo una vida digna, y el camión de la basura pasando puntual para seguir retirando nuestros residuos domésticos.

Sería inmoral catalogar la situación como dentro de la normalidad pero sí se puede entender que la brecha entre la vida cotidiana y la vida confinada es mucho menor en las zonas rurales. Si no fuese por los bares cerrados y la afluencia de mascarillas podríamos simplemente intuir que pasaba algo raro, sin más. Y, sin embargo, la realidad es la contraria, la percepción de orden natural disimula los dramas individuales de cada hogar y el temor a ese enemigo diminuto e invisible que puede ser fatal en convivencia con vecinos de tan alta edad.

Colonavilus o cuando dejamos de ser dioses


Quise un aislamiento de 90 kilómetros cuadrados.

Voy a liberarme
voy a dejar de odiarte
voy a pensar que la culpa no fue tuya y perdonarte.
Voy a prender fuego
a todos los recuerdos,
voy a matar los demonios que se enredan en mi pelo.

[Reina, Miss Caffeina]

Inescrutables son los designios del Señor, y también las sendas entre el pasto que abre nuestra mente en la noche oscura de la pandemia canalla, sendas de miedo y de desprecio y de pornografía y de banalidad y de oración y de resquemor, cada mente un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento, Baudelaire dixit. No quiero escribir, no quiero conscientemente abrir la senda de la expresión, de rodar de la confusión mental hacia la materialización concreta del temor, porque no quiero correr el riesgo de que me acusen de fútil tertuliano ni de mostrar la más mínima mota de frivolidad. La idea de barro que hoy se seque puede quebrarse en mil pedazos en cualquier momento, la fragilidad del presente es la vorágine del contagio y, en el instante inesperado, todo quedará sepultado bajo el peso de un fallecido cercano.

La misión de un alcalde se reduce a dos mandamientos de dos palabras: escuchar gente y dar soluciones, y ahí no caben ni lo poético ni lo pusilánime ni, mucho menos, priorizar los fantasmas propios a los ajenos. Y, sin embargo, la gesta épica que la Historia nos ha reservado a los inútiles es que la mayor contribución que podamos hacer por el mundo, por la humanidad y por el futuro sea dar patadas a un rollo de papel higiénico en casa. La paradoja del ocio como antídoto contra el Apocalipsis. Si esto fuese una guerra, que no lo es, sería la primera vez que una batalla se combate con amor al prójimo, que el alejamiento no es signo de huida y que el arma más letal es respirar.

En el verano de 1665, Isaac Newton también sufrió un confinamiento debido a una pandemia provocada por la peste. Ahí cayó una manzana sobre su cabeza que le sirvió para fundar la ciencia moderna, la gravedad y sus leyes físicas y esas cosas. Los indicios parecen señalar como cierta la famosa leyenda. ¿Cómo puede la creatividad abrirse paso en un aislamiento? ¿No se puede tildar de inhumana esa capacidad de abstracción ante la catástrofe circundante? Algunos no somos capaces de saltar más allá de la redacción de un tuit, impotente entre la avalancha de información e incertidumbre, incapaz de retomar el estudio crítico sobre despoblación. En esta coyuntura, más allá de a) trabajar desde el ayuntamiento para minimizar la probabilidad de contagio local y b) rezar para mantener la impunidad del pueblo, tan solo me he hecho un propósito, un propósito de justicia: no llamar «pájaro» a cualquier ave.

El sábado 14 de marzo, unas horas antes del decreto de estado de alarma, salí por última vez en bicicleta, ignorando que al día siguiente estaría prohibido; quise publicar una foto de la sierra solitaria con título «confinado en 90 kilómetros cuadrados», presumir de españa vaciada en aislamiento nacional, acerté al no hacerlo. Era una mañana limpia, serena y templada, de marzo verdoso y cielo despejado, de las que purifican cuerpo y mente. Se sentía el protagonismo de los «pájaros», únicos sonido y movimiento en la soledad del campo, como si ya se supiesen más libres. Casi en lo alto de la parte sur de la Sierra de la Villa planeaba bajo un águila, ignoro si perdicera o real, e incluso si era un águila o un ejemplar de una especie parecida. Me avergoncé de mi analfabetismo rapaz y consideré entonces de justicia aprender unas nociones básicas de ornitología. No fueron creados el abejaruco y el vencejo tan diferentes para que los llamemos igual.

– ¡Ay, cómo vais a acabar los poetas!
– Emparedados por los utilitaristas en el muro de la Verdad.

Nada va a cambiar. No vamos a ser mejores. Una conciencia social, una moral comunitaria, se cuece a fuego lento durante décadas y no se gratina ni con el fogonazo más dramático. Algunos licuarán conclusiones sobre su modo de vida y se propondrán otros hábitos y reorganizarán sus prioridades, no creo ni que sean muchos ni que sean significativos. Quiero equivocarme hasta el fondo, y no pensar en ese mañana irreal de entrar en el bar con miedo a que haya alguien cerca, de sentirte culpable por dar dos besos de reencuentro, de creer que infringes una norma que se ha evaporado.

Y mientras, los partidos que gobiernan imparten una lección magistral de desgobierno, de falsedad y de ineficacia. Me acuerdo de Pedro Sánchez, de Page, de Iglesias. Obcecados con la imposición del relato positivo oficialista mientras descuidan lo más relevante, la gestión de la crisis sanitaria. Imperativos en su discurso de unión y lealtad institucional cuando no descuidan un segundo para seguir haciendo política bananera. Salid y confesad, pedid disculpas mientras manifestáis vuestra disposición a trabajar sin descanso y de forma ordenada, entenderemos que os desespere una situación crítica para la que no se podía estar preparado, nadie envidia vuestra posición, pero no endulcéis la realidad de carencias de material y saturación de hospitales ni vengáis con discursitos que no nos creemos. Las reglas del juego han cambiado. Lástima que las virtudes de vuestra genética no contemplen este escenario porque estáis hechos de gestos y no de soluciones, profesionales en propaganda y en eludir responsabilidades. Llevo la cuenta de las declaraciones y resoluciones vergonzantes de estos días y se va a terminar el cuaderno. Toda realidad ignorada prepara su venganza, avisó Ortega.

Mi miedo son todos tus miedos. Tu llanto inesperado ante un videoclip de una playa, temor inexplicable ante un espacio abierto y desconocido, pánico a que Xoel pare de correr sin haber encontrado a Yiyi y Baba. Qué entiendes que yo no entienda que entiendas, que en tu mundo de negros amarillos y rojos azules puedan caber miedos invisibles, que de tirar la basura riendo y corriendo y «yo ver, Yiyi sí» pasemos a una temerosa odisea muda de ir fuertemente agarrados de la mano y apretar el paso a la vuelta hasta la puerta, qué luminoso sentimiento te alumbra cuando abres el cofre y sacas la llave con la que sabes que abrirás, soñamos que pronto, la puerta a los que quieres, cómo coño sabes querer con dos años. No hemos sido capaces de adaptar nuestro mundo a tu medida, has sido tú el que has adaptado tu mundo a nuestra medida. Y lo has llenado de chocolate y jamón york. Y cuando esto termine iremos al Saga a comernos el plato de patatas más grande de la vía láctea.

¿Preferiría no hacerlo?

Bartleby, el escribiente, solía repetir su célebre frase «preferiría no hacerlo» («I would prefer not to») ante cualquier petición u orden. Y así se le pasaba la vida al discreto escribiente del bufete de un prestigioso abogado en el relato de Herman Melville.

Nosotros, casi sin ser conscientes, seguiremos gobernando Villaescusa de Haro durante otros cuatro años gracias a la ratificación de los votantes que han vuelto a depositar su confianza en nosotros. En un contexto político y social como el actual quizá nos sintamos con más fuerza los antagonistas del humilde Bartleby porque «preferimos hacerlo«.

El próximo 15 de junio volveremos a tomar posesión para seguir haciendo.

P.S. Mientras, me disculpo ante los miles de lectores de este blog por su escasa vida. Quizá digan mucho de mí las entradas no publicadas.

La Revuelta de la España Vaciada

Soria Ya
La Revuelta de la España Vaciada (31 de marzo de 2019)

Colgado de un barranco
duerme mi pueblo blanco,
bajo un cielo que, a fuerza
de no ver nunca el mar
se olvidó de llorar.
Por sus callejas de polvo y piedra
por no pasar, ni pasó la guerra,
solo el olvido.

[Pueblo Blanco, Joan Manuel Serrat]

Este pasado domingo estuvimos en «La Revuelta de la España Vaciada», la manifestación promovida por diferentes asociaciones en defensa de la vida de los pueblos del país y en contra de las políticas que han provocado el vaciamiento de gran parte del interior y la polarización poblacional.

Los propios organizadores pidieron -con criterio- a los partidos políticos que se mantuviesen al margen y que, si asistían representantes, fuesen discretos en su participación. Hubo marabunta de sorianos y turolenses (tuvieron que dejar sus provincias «vacías», ja, ja, ja, perdón), pero llamaba la atención la escasa presencia conquense. Quizá signo de nuestro carácter.

Con mi hijo a hombros, pequeño Robinson de la infancia villaescusera, confieso que me emocioné con la estruendosa «rompida de la hora» de los tambores del Bajo Aragón tras un respetado minuto de silencio antes del inicio de la marcha. Las pancartas y consignas eran muy variadas pero subyacía en todas el amor al pueblo, el patriotismo del corazón, la indignación e impotencia por vivir en primera persona el ocaso de tantos rincones únicos. No le deseo ni a mi peor rival político la amargura de cerrar un colegio.

En el fondo creo que no somos tan ilusos como para diagnosticar a la ligera los problemas y soluciones de ese fantasma gigantesco al que llamamos Despoblación. Algunos políticos sí pecan de esa valoración superflua y se atreven a vender una bajada de IRPF (Albert Rivera), flexibilizar la burocracia para crear empresas (Paco Núñez) o a proponer una Renta Rural de Repoblación (Pablo Iglesias) como un maná vaporoso. Pdro Snchz va todavía más allá y se lanza, en su línea carente de escrúpulos, a promocionar desde su posición de poder una Estrategia Nacional para el Reto Demográfico que pierde toda su fuerza después del título.

Conscientes de la relevancia del asunto, se reclama un pacto de Estado, al que ya apellidan como pacto de Teruel, en el que se acuerden compromisos políticos firmes que ayuden a mantener la llama viva. En el entretanto, muchos municipios se juegan literalmente la vida, su viabilidad de futuro, e incluso de presente en comarcas como los Montes Universales.

Espero que, al menos, el acto del domingo vaya horadando la conciencia pública en dos vertientes profundas a medio plazo: por un lado, en la necesidad de incorporar la perspectiva rural como se hace con la perspectiva de género en las decisiones políticas y económicas y, por otro lado, en la necesidad de hacer atractiva la perspectiva de vivir en un pueblo y no pensar que se debe repoblar a la fuerza (pecado político de primero de primaria del mundo rural).

Hay tanto país en cada rincón de la meseta.

Los desvelos de un diputado catalán

No puede dejar de fascinarme que entre las preocupaciones del diputado Gabriel Rufián figure Villaescusa de Haro y su relación con el Regimiento de Infantería Saboya n.º 6 (hermanamiento que, precisamente, este año 2019 celebra su cincuenta aniversario). Resulta sorprendente que al diputado le preocupe la relación entre un pequeño pueblo conquense y el regimiento pacense cuando su única pretensión política radica en un asunto tan antagónico como la independencia de Cataluña. Y si le preocupamos castellano-manchegos y extremeños más le valdría priorizar asuntos como la severa despoblación que sufrimos en la provincia de Cuenca o las deficientes infraestructuras ferroviarias de Badajoz.

He de confesar que me irrita tener que citar el nombre y apropiado apellido del portavoz de ERC por su afán wildeano de publicidad polémica y caza del titular tabernario, pero en este caso se antoja inevitable. Rufián forma parte de ese grupo de políticos tuiteros que podríamos calificar como «profesionales de la descontextualización» en tanto en cuanto poseen el don de vincular conceptos asimétricos y despojarlos de cualquier atisbo de contexto con el canalla fin de derivar reacciones tendenciosas y demagogas.

Y precisamente con esa misión, la de favorecer la contextualización de sus interrogantes, desde estas líneas invito a Gabriel Rufián a las fiestas patronales en honor al Santísimo Cristo de la Expiración de Villaescusa de Haro el próximo septiembre para que conozca de primera mano la relación humana que vincula a nuestro municipio con el citado regimiento. Y, por supuesto, que aprovechando la visita interrogue a los vecinos acerca de qué opinión les merece el hermanamiento, la actitud del Ayuntamiento al respecto y la transparencia con que se desglosan costes en el libro de fiestas anual.

Resulta llamativa, no obstante, la precisión de las cuestiones que planteó al Gobierno el pasado 25 de octubre. Desconozco si su fuente informativa proviene de algún vecino del municipio que aprovecha la coyuntura por interés político, en cuyo caso preferiría que cuestionase públicamente la amistad que liga al pueblo con el Regimiento Saboya y no a través de políticos oportunistas. Efectivamente el precio del menú de la comida de hermandad es de 38 € como dice Rufián, coste que abona de forma individual y sin excepción cada vecino, desde el alcalde hasta la médico o el párroco y desde el herrero hasta la agricultora o el electricista.

Sin embargo, demuestra desconocimiento de la realidad cuando hace referencia a la nomenclatura de la Plaza del Caudillo dado que se aprobó por unanimidad el cambio de denominación a Plaza de la Villeta en pleno celebrado el 28 de septiembre de 2017. Con independencia del origen de su imprecisa información, qué preocupante resulta que algunos políticos prioricen, desde su poltrona en el Congreso de los Diputados, este tipo de debates a los problemas reales que sufre España. Como ese senador de Compromís, Carles Mulet, que remitió solicitud al Ayuntamiento reivindicando el cambio de nomenclatura de la Plaza del Regimiento Saboya nº6 porque «fue el regimiento que ocupó el pueblo una vez finalizada la guerra civil». Ese es el nivel de responsabilidad y rigor histórico de algunos aventurados.

Para terminar, y con el objetivo de apaciguar los desvelos nocturnos de Rufián, le informo que el viaje al que hace referencia de cuarenta vecinos a Badajoz tuvo un coste para el Ayuntamiento de Villaescusa de Haro de 550 €, cantidad inferior a su salario público estatal de tres días.

_void_ hornacina

Vuelvo a casa en la zozobra de mi corazón,
ahora vivo aquí, pensé que estaba solo y descubrí,
que estaban todos los que importan.

[Casa, ahora vivo aquí, Iván Ferreiro]

Lienzo descomunal, callado durante siglos, discreto presidente de la hornacina de la capilla de la hermandad que lleva tu nombre, de naturaleza oscura y tintes cada vez más apagados, sufridor del paso de la historia pero sobreviviente, tela resquebrajada como almacén de polvo.

Ánimas en maquillaje en busca de un futuro más lustroso.

Y el día que te marchas nos dejas tu poso sigiloso y contundente. Nos queda lo que eres cuando no estás.

Feliz 2o19.

No os arrejuntéis taaanto

La Pesquera
Paraje de La Pesquera una noche otoñal y fría.

Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo
cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.

[Ojalá, Silvio Rodríguez]

Hace unos meses publiqué un post acerca de la despoblación del mundo rural. Como sea que me han vuelto a invitar como ponente en un foro regional sobre el mismo asunto intentaré plasmar a vuelapluma unas cuantas ideas que recogí de las diferentes intervenciones. No vamos a arreglar el mundo pero suele ser beneficioso desahogarse y no inventar la rueda diagnóstico a diagnóstico.

Partiendo de la certeza de que la lucha contra la despoblación es un asunto complejo caracterizado por el mayor peso de los diagnósticos sobre las soluciones y sin un remedio geográfico integral, sí que se puede combatir en diferentes frentes para atenuarlo porque cada éxito en una batalla complementa a otras. Vamos a agrupar las medidas en tres grandes bloques bien diferenciados:

Bloque Económico: creación de empleo y explotación de recursos
Convertir la España Vacía en la España de las Oportunidades

  • Discriminación Positiva: necesidad de discriminación positiva a nivel legislativo en ámbitos que permitan formentar la creación de riqueza y de empleo. Por ejemplo, con normas urbanísticas específicas, con exigencias sanitarias atenuadas, con disminución de cargas fiscales, con ayudas a empresas, con subvenciones al comercio rural, con facilidades para la obtención de licencias de contrucción o de actividad,… En general, abrir el marco normativo jurídico y legislar pensando en las zonas rurales y no solo en los grandes núcleos urbanos.
  • Explotación de recursos propios: en determinadas circunstancias se debe innovar y ver nuevas oportunidades no descubiertas o explotadas. Se puede tomar a Teruel como ejemplo: genera riqueza a través de los dinosaurios en Dinópolis, a través de las estrellas en el Observatorio Astronómico de Javalambre, a través de relatos históricos como el de los amantes de Teruel en su recreación anual, a través de productos gastronómicos como la trufa negra en Sarrión y el queso en Albarracín o, por último, a través del aeropuerto sin pasajeros que se utiliza como aparcamiento y desgüace de aviones.
  • Transferencia de modelos de éxito: partiendo de un escepticismo prudente debido a la casuística dispar de cada comarca, en diferentes sectores se pueden encontrar ejemplos de prácticas exitosas que se pueden copiar, desde la promoción de la cultura o el turismo activo a la publicidad de la gastronomía, la conservación del patrimonio o la ornitología.
  • Explotación de recursos forestales: si las zonas rurales son los pulmones del país, tanto los propietarios forestales como las administraciones propietarias deberían «cobrar» una tasa por el rendimiento que sus bosques producen en favor de la calidad del aire y el medio ambiente. Algo así como la compra-venta de emisiones de CO2 entre países del Protocolo de Kyoto.
  • Aprovechar las ventajas que ofrecen las TIC: en un mundo cada día más ubicuo, las TIC se presentan como una herramienta óptima para el desempeño de profesiones con posibilidades de teletrabajo o deslocalizadas como los desarrolladores software, diseñadores gráficos, teleoperadores, museógrafos, arquitectos, traductores, artistas, artesanos, restauradores, redactores de contenidos, community managers, profesores de plataformas de e-learning y un largo etcétera. La ventaja primordial es que no implica la utópica creación de trabajo sino el traslado físico al área rural. El asentamiento, no obstante, se puede ver favorecido con medidas prácticas:
    • Creando espacios de coworking que generan sinergias positivas y mejoran la convivencia sociolaboral.
    • Fomentando los viveros tecnológicos que impulsen a autónomos emprendedores y aceleren start-ups.
    • Mejorando las comunicaciones -carreteras y transporte urbano- para mejorar los desplazamientos a las sedes de las empresas y así poder favorecer modelos mixtos teletrabajo-presencial.
    • Invirtiendo en la Smart Rural o «inteligencia artificial rural» para optimizar procesos agrícolas y ganaderos, aumentar la productividad y mejorar la sostenbilidad.

Bloque Servicios Públicos: garantizar la prestación de servicios públicos
Que la decisión del lugar donde vivir la tome el ciudadano y no la administración

> Acercamiento de los servicios administrativos a los pueblos o descentralización: como muestra, en Sajonia un autobús recorre zonas poco pobladas facilitando trámites administrativos a los ciudadanos de forma rápida y sencilla. Otra alternativa consiste en tejer redes de municipios repartiendo entre todos las sedes de los servicios públicos.

> Cobertura de banda ancha en todo el territorio: si se fijan compromisos gubernamentales de cobertura deben ser en base al porcentaje de territorio y no al porcentaje de población, que discrimina más si cabe a las regiones escasamente pobladas. Y al tiempo no obsesionarse con la tecnología puntera: no hace falta cobertura 5G y fibra óptica para trabajar en nuevas tecnologías igual que no hace falta un transatlántico para navegar por el Záncara.

> Desconocimiento estatal del mundo rural: un gobierno no puede impulsar la liquidación del diésel en comarcas que requieren vehículos con mucha autonomía para realizar desplazamientos cotidianos, incluso siendo conscientes de la necesidad de actualización del modelo energético, como tampoco puede igualar la cuota de un autónomo madrileño a la de un trabajador de la serranía conquense.

> Optimización de recursos: optimizar el volumen presupuestario de empresas públicas como Geacam para vertebrar y conservar el territorio y fijar población.

> Canalización de esfuerzos: las administraciones como la diputaciones deben planificar inversiones en líneas de desarrollo estratégicas que cobren fuerza a partir de su concepción de unidad. En este sentido la catalogación de la Unión Europea de «desiertos demográficos» debe favorecer las inversiones para el desarrollo.

> Garantizar la vida digna de la población envejecida: la edad media de los habitantes de los pueblos es muy elevada y se debe ofrecer una vejez digna por justicia social y porque permiten conservar a esa población en el mundo rural evitando su emigración con familiares o a ciudades con mejores servicios. Esta línea implica la creación y uso de residencias, viviendas tuteladas y ayuda a domicilio, entre otros servicios.

Bloque Psicológico: seducción, calidad de vida y autoestima rural
Make your village great again!

> Se habla de la creación de empleo como elemento clave para fijar población pero convendría hacer primero la pregunta: ¿por qué profesionales cualificados como médicos, enfermeros, administrativos o maestros que ejercen su labor profesional en el área rural no se establecen en los pueblos?

> Mejorar la autoestima rural: se deben centrar esfuerzos en trabajar la mentalidad sociocultural para aumentar la autoestima de los habitantes del mundo rural y que sean conscientes de que vivir en el pueblo no supone un fracaso sino una decisión vital. Trabajar la voluntad para valorar los argumentos objetivos que confirman que la vida rural es una alternativa válida mucho más allá de tópicos simplones como que «en el pueblo los tomates saben a tomate y todo el mundo te saluda».

> Garantizar alternativas de ocio: evitar el aburrimiento como antídoto contra la depresión y deseo de abandono. Las TIC favorecen el ocio y ya no se puede considerar exótico que un pastor vea netflix; cualquier persona casi en cualquier rincón puede disfrutar de una amplia oferta de ocio a partir de un teléfono móvil. No obstante, se requiere una mayor dinamización cultural que permita a las poblaciones «ganar prestigio» y, a la larga, convertirse en receptoras de población.

> Combatir prejuicios y visiones pesimistas: el periodismo se acerca al mundo rural como a un zoo exótico y suele dibujar un mundo hermético, deprimido, sumiso y morboso. La concienciación de lo contrario debe demostrarse a nivel práctico y no teórico con ejemplos como acoger refugiados para combatir el estigma del miedo al que viene de fuera.

> Aprovechar el deseo metafórico de volver: la masificación y frialdad de las ciudades está favoreciendo la gestación de una corriente que aspira a recuperar la identidad, la cercanía, el sosiego y los vínculos humanos. Se debe trabajar para materializar en repoblación esa corriente y evitar la pérdida de cultura, de tradiciones locales, de conocimiento aprehendido a lo largo de siglos y de la propia historia de la tierra.