Momentos estelares como morir


Robert Falcon Scott en su expedición al Polo Sur.

Voy a estar en casa, haciendo nada.
Si no me llamas, te llamo.
Acércate, que hay alegría, birra y melodía.
Mira cómo se cubre de nubes
y mira luego cómo se despeja.

[Lo bueno no sale barato, Habana Abierta]

– Papá, ¿qué es morirse?

Y yo qué sé, hijo, nunca he estado ahí. Te digo que es dejar de vivir, no ser más, que te meten en una caja de madera, te despiden todos tus amigos y te entierran en una sepultura del cementerio.

– Papá, ¿y qué es una sepultura? ¿eso es para siempre?

Yo no sé lo que es morirse, hijo, nadie ha practicado para explicarlo. Te digo que es no respirar y entonces te veo cogiendo aire profundo de forma disimulada para constatar que tus pulmones funcionan genial. Ni que tú tuvieses que demostrar que estás vivo. No nos interesa la muerte, salvo la de las moscas y la de los ladrones de la noche. Para qué arriesgarse a probar si ni siquiera sabemos si en la muerte hay chuches.

He estado leyendo los Momentos estelares de la humanidad de Stefan Zweig y enseñan lo que es morirse porque todo momento estelar es éxtasis o fracaso o muerte. Zweig disecciona, por ejemplo, la agonía de los exploradores pioneros de la Antártida en una odisea inolvidable de hambre y muerte y frío tras una aventura de fracaso. Cuando el británico Robert Falcon Scott llegó al Polo Sur, la bandera noruega de Amundsen ya llevaba un mes allí. Derrotados, Scott y sus cuatro compañeros emprendieron la vuelta para fallecer congelados a pocos kilómetros del puesto de reabastecimiento. Lo encontraron abrazado de forma póstuma a un camarada como intentando aprovechar los últimos rescoldos de calor humano. Pero cómo entender una historia de pies congelados en mitad de una ola de calor abrasadora del mes de julio. Cómo asimilar una ventisca polar desde el sudor de una siesta estival manchega.

Hay instantes mágicos que marcan el devenir de una civilización en un gesto. Y casualidades como leer el pasaje de la batalla de Waterloo una mañana de julio en un hotel de Bruselas, a pocos kilómetros del frente de batalla, como si el destino o lo que sea hubiese planificado la rendición de Napoleón mientras un puñado de conquenses defendíamos los intereses de nuestra tierra y del único tren que recorre la provincia en el Parlamento Europeo. Cómo entender Waterloo desde la comodidad de una cama cerca de la Grand Place. Cómo asimilar la derrota final del militar francés y su destierro a la isla de Santa Elena mientras preparo la maleta para un agradable viaje de vuelta a la patria y al hogar. También los emperadores mueren pobres y solos, hijo.

Zweig cuenta también cómo se desplegó el primer cable oceánico de telégrafo para unir América con Europa mientras estas semanas unos operarios emigrados de América despliegan la red de fibra óptica por las fachadas blancas del pueblo. Y narra el descubrimiento de El Dorado y la fiebre del oro del s. XIX en un verano de incertidumbre económica y codicia que se corona con un juicio inexplicable para demostrar que la justicia siempre ha tenido realidad maleable. Ni que el escritor austriaco hubiese investigado este verano para escribir su obra maestra hace casi cien años. Que yo me encuentre a Dios por todos lados no significa que exista.

Los catorce momentos estelares perfilan los confines de la humanidad. Cómo vivir ignorando estas historias que enseñan más sobre el alma humana que cualquier tratado de psiquiatría o filosofía. Lo saben desde Cicerón a Haendel. Zweig ya enseñó con su biografía El mundo de ayer que se podía describir el contexto histórico del nazismo de Hitler mejor que a través de los fríos libros de historia. Y es que si la belleza no salva al mundo que al menos nos haga felices.

2021, tanta paz lleves


Un día especial para Sonny Colbrelli.

Per far la terra ci vuole un fiore
per fare tutto ci vuole un fiore.

[Ci vuole un fiore, Sergio Endrigo]

Quizá haya gente que vaya a conservar un recuerdo grato de este 2021 ya expirado. No seré yo, sobre todo en el último tramo del año, la verdad.

Incluso al revisar las lecturas destacadas del año percibo que todo conduce a la tristeza y la desesperanza: la muerte de un hijo de 6 años, la agonía del mundo rural, el atentado contra Charlie Hebdo, la muerte de un hijo de 3 años (otro), el dopaje en el ciclismo de élite, la juventud española sin futuro. Literatura como ratificación y no como evasión:

  1. Mortal y rosa (Francisco Umbral) – Más aquí.
  2. Feria (Ana Iris Simón) – Más aquí.
  3. Miss Marte (Manuel Jabois) – Notable novela del periodista gallego sobre desapariciones extrañas en un ambiente asfixiante en una aldea de su tierra.
  4. Imposible (Erri de Luca) – Alpinistas de vuelta de todo, nunca mejor dicho.
  5. Un amor (Sara Mesa) – El mundo rural cuando se le quita la mística y las ventajas fáciles.
  6. La hora violeta (Sergio del Molino) – El maño dice que no existe en castellano una palabra para designar al padre que pierde a un hijo porque ese sentimiento no cabe en ninguna caja.
  7. El colgajo (Philippe Lançon) – Nadie quiere ser protagonista en un atentado sangriento, pero a Lançon le tocó sufrir el de Charlie Hebdo en París.
  8. Cómo ganar el giro bebiendo sangre de buey (Ander Izagirre) – Historias de épica, engaño y traición del Giro de Italia desde su génesis hasta la actualidad.
  9. Decálogo del buen ciudadano (Víctor Lapuente) – Casi un libro de ética moderna.

La tele se suele encender para poner los Cantajuegos o Sam, el bombero, pero también las escasas pelis disfrutadas conducen a la amargura, como la genial alegoría de la violencia de La cinta blanca o el excelente documental Traidores sobre etarras arrepentidos (de Jon Viar, hijo de un psiquiatra que fue etarra y estuvo encarcelado, un documental imprescindible para conocer esa cara de la historia reciente). Por rescatar algo, Patria y The new Pope.

A principios de año, una nevada histórica, tan inaudita que ni los más mayores del lugar recuerdan algo similar, acarreó tantos contratiempos que creo que no pude mirar la nieve con gozo ni un segundo. Durante semanas incluso temimos que los cien pinos hubiesen muerto por congelación en la nieve tras soportar noches a menos quince grados; a la postre, y tras una primavera de hojas amarillas, solo uno se quedó en la estacada. Después de muchos años de estabilidad en el consistorio, estos meses hicieron las maletas tanto la secretaria como el alguacil, ambos insustituibles en su profesionalidad. También se marcharon a la otra vida mi teléfono móvil y mi ordenador portátil, tras casi seis años y diez años y medio de convivencia, respectivamente. En su último suspiro, se dañó el disco duro del portátil y solo quedó la opción del rescate millonario de los ficheros que han marcado mi vida. En primavera me invadió un virus que se marchó sin despedirse ni decir su nombre (y no era covid).

Ha sido un año tan deprimente que las vacaciones se limitaron a un fin de semana en una estación de tren abandonada y abarrotada de mosquitos junto a un polígono industrial de un pueblo de Soria. Volved a leerlo para llorar conmigo. Un año tan desolador que, un día de septiembre, mi hermana nos llevó a comer en un «restaurante» que no tenía ni cerveza ni café. Tan triste que en febrero pagué un domingo por ver un concierto ¡en la tele! Y me preparé un gintonic y me aburrí con Xoel López porque así estaba predestinado y porque los peques revoloteaban por el salón y, sobre todo, porque Xoel no era el de siempre sino que tres o cuatro mujeres le cantaban nuevas canciones. Un año tan nefasto, incluso, que en el sorteo de lotería navideño ni siquiera tuve que ir a la administración a cobrar veinte euros, quizá por primera vez en la vida. Un año tan olvidable que quedó jalonado de pérdidas, de incendios dramáticos y de otros desvelos que mejor no plasmar aquí.

Incluso a nivel deportivo ha sido el peor año del siglo, casi podría contar con las manos las salidas a trotar por el campo y a pasear en bici, con la excepción de los entrenamientos en carretera durante los dos meses de verano. Qué paradójico que el único recuerdo grato sea el de mayor sufrimiento, una exigente ruta por la serranía conquense a dúo bajo lluvia amenazante de más de cien kilómetros, más de 2.000 metros de desnivel y más de cuatro horas de pedaleo. Y el Real Madrid no ganó otra Copa de Europa. Por rescatar algo, el espectáculo épico de la París-Roubaix, como si el tiempo hubiese retrocedido en el infierno del norte y los adoquines se hubiesen vuelto a llenar de charcos y barro para gloria del italiano Sonny Colbrelli.

Solo queda la suerte de poder tener ojos renovados para ver el mundo:

  • La cena hoy todo riquísimo, pero la sopa el otro día estaba terrible. Mamá, el próximo día estate más atenta.
  • Papá, me gusta mucho Madrid porque hoy había tarta de chocolate con fresas.
  • Papá, te quiero hasta el cielo y cien vueltas a Júpiter.
  • Papá, al que más quiero es a Alfonso. Tú estás el último y no se puede hacer otra fila.
  • Papá, esto sabe a zumo de jamón york.
  • Papá, ¿dónde está el horizonte?
  • Mamá, hoy solo me he caído una vez, mejor que cuarenta veces, el primer día me caí cuarenta veces.

Y sigue viviendo en un mundo paralelo:

– Cayetano, deja ahí la cerveza y la cocacola y ahora le preguntamos a mamá si hoy toca aperitivo.
– Papá, si aquí mandamos tú y yo.

Y nos sigue enseñando modos de vida:

– Papá, ¿te gusta más Beteta o Castellón?
– Prefiero Guadalajara.
– Guadalajara no existe, es una fruta.

Y ese día reservamos las mondaduras de las guadalajaras para las gallinas.

La Opinión de Cuenca: crítica y análisis

Desde el 4 de abril del 2021 colaboro semanalmente con una columna de opinión, generalmente enfocada en política provincial, en el digital La Opinión de Cuenca. Como sea que no es sencillo luego escarbar para localizar columnas pasadas, me vengo al rincón personal para enlazar cada uno de los artículos publicados durante 2021:

  1. (4 abr) Un atardecer con Fray Luis de León en Villaescusa de Haro / Sobre el origen del título de la sección Mundanal Ruïdo y la hipotética visita del fraile belmonteño a la universidad villaescusera.
  2. (11 abr) La democratización del consumismo / Sobre la facilidad de comprar online en el mundo rural.
  3. (18 abr) Caridad de Recursos Conquenses S.A. / Sobre los recursos conquenses de utilidad estatal y el escaso retorno de la inversión al origen.
  4. (25 abr) Un montón de piedras con ojos / Sobre patrimonio histórico-artístico y su conservación.
  5. (2 may) Greta Thunberg no tendrá hijos y pagará peajes / Sobre cambio climático y los peajes para autovías y carreteras.
  6. (9 may) 15-M o el Círculo Polar Ártico de Unidas Podemos / Sobre el 15-M en su décimo aniversario y una opinión personal sobre el partido político que generó.
  7. (16 may) Cuenca 2050 / Sobre la utopía de Cuenca en el año 2050.
  8. (23 may) Justicia social por aquí, justicia social por allá / Sobre el concepto manido de justicia social desde diferentes definiciones y usos.
  9. (30 may) El Predicador del Eclesiastés, Roberto Bolaño y Pedro Sánchez / Sobre que haya un tiempo para el castigo y un tiempo para la concordia, es decir, sobre los indultos a los políticos catalanes presos.
  10. (6 jun) Diez años de alcaldía y curas de humildad / Sobre la experiencia personal de diez años como alcalde de un pueblo conquense.
  11. (13 jun) Teresa Ribera en Belmonte y un monstruo en el portal / Sobre la visita de la vicepresidenta a Belmonte y el monstruo de la despoblación.
  12. (20 jun) Un verano para la pandilla de Junqueras / Sobre las ganas que tenemos de verano y una invitación a Junky y Rufy.
  13. (27 jun) La sucia paradoja de Chana / Sobre el macrovertedero de Almonacid del Marquesado.
  14. (4 jul) La rara melancolía conquense / Sobre la necesidad de esperanza en el futuro de la provincia conquense.
  15. (11 jul) Los (Benditos) Forasteros / Sobre los veraneantes en los pueblos manchegos.
  16. (18 jul) Si una noche de invierno fray Pablo viese hoy su convento / Sobre el convento de los dominicos.
  17. (25 jul) Free Tour Operator Holidays in Cuenca / Sobre los destinos turísticos de la provincia a modo de agencia de turismo.
  18. (5 sept) ¿Qué hace una chica (educada) como tú en un sitio (rural) como este? / Sobre la vuelta al cole.
  19. (12 sept) Un cochazo de 90.000 euros para Chana / Sobre el coche presidencial que ha licitado la Diputación de Cuenca.
  20. (19 sept) De por qué a Henri Parot no le gusta mi pueblo / Sobre las fiestas del pueblo y su relación con el Regimiento Saboya.
  21. (26 sept) Tiempos gaseosos para hipocresías sólidas / Sobre hipocresía política actual.
  22. (3 oct) Preferiría no hacerlo / Sobre la actitud vital de Chana al modo de Bartleby.
  23. (10 oct) ¿Qué es deuda? Deuda, cariño, ¡eres tú! / Sobre la deuda pública.
  24. (17 oct) La Manada Incendiaria de los Justicieros de la Historia / Sobre memoria histórica y la imposición de relatos.
  25. (24 oct) «Cuenca lee» o «Cuenca, lee» / Sobre la feria del libro de Cuenca y hábitos de lectura.
  26. (31 oct) El umbral sociológico del dolor / Sobre el umbral del dolor y la tolerancia al mismo en asuntos de actualidad política.
  27. (7 nov) ¿Quién necesita un autobús de línea disponiendo de un BMW 545e? / Sobre el transporte público en la provincia.
  28. (14 nov) La España medio vacía o medio llena / Sobre despoblación y vida rural.
  29. (21 nov) 3.620 millones de euros para 189 días de espera / Sobre sanidad regional y externalización de servicios.
  30. (28 nov) Chana, ¡salva al soldado Valero! / Sobre la liberación del diputado Miguel Ángel Valero.
  31. (5 dic) Conversación en el despacho de María José Rallo / Sobre el cierre de la línea de tren convencional.
  32. (12 dic) No te lo perdonaré jamás, Martínez Chana, jamás / Sobre el macrovertedero de Almonacid del Marquesado.
  33. (19 dic) Empanada horneada de paripé y falta de respeto / Sobre la convocatoria de ayudas para pueblos de más de 7.000 habitantes.

Y seguiremos.

G.A.T.O. para la posteridad


Julio Ruiz, cincuenta años de pasión en las ondas.

A veces quiero estar así,
a veces solo quiero huir,
a veces pienso que tan solo ha sido un sueño
y que aún estás aquí.

[Brigitte, Los Planetas]

Ayer, 18 de julio de 2021, Julio Ruiz emitió el último programa de Disco Grande en Radio 3. A los 68 años, y después de ¡50 años! dirigiendo el mismo programa, lo han jubilado a pesar suyo y pena nuestra.

Me emocioné ya desde la entradilla, quedaba solo una hora de una porción de nuestra vida musical. A Julio lo quería todo el mundo, así que no son de extrañar las muestras de cariño e incluso pinceladas hagiográficas que otros le pintan. Quizá no seamos capaces de entender lo que significa dirigir un programa durante medio siglo. Contó ayer en el último Disco Grande que, incluso durante el año de servicio militar en 1980, preparaba los cortes del programa durante los permisos del fin de semana y se los entregaba a su hermano para que los ensamblará con las piezas musicales y se siguiera retransmitiendo. Por eso él presumía de retransmisión ininterrumpida desde 1971.

No me considero un oyente frecuente de Disco grande, sino ocasional, pero tenía como un reloj interno lorquiano que a las cinco en punto de la tarde notificaba el evento. En realidad, no me iba la vida en conocer las noticias musicales del día pero me fascinaba escuchar a un señor que sonaba tan juvenil, tan pasional, tan entregado a la promoción de grupos maqueteros de pop y rock. Gozaba de una memoria prodigiosa en asuntos musicales, aunque quizá no sepa en qué día cumplen sus hijos los años; la pasión tiene estas cosas.

Cuando quedaban quince minutos de programa, se subió en el coche conmigo una compañera y empezó a hablar de lugares comunes. Ella no sabía que estábamos en mitad de un funeral y que no era procedente recordar el final del curso escolar. A medida que emitía mensajes para un receptor absorto, yo iba sutilmente subiendo el volumen de la radio desde el volante. Dijo Julio que sentía a todos sus oyentes como el último concierto de un grupo al que acuden todos los fans; bueno, todos los fans y mi compañera, que cuando le aseveré muy serio que quedaban diez minutos de un programa que llevaba cincuenta años en emisión se limitó a decirme que ella tenía un amigo que escuchaba Radio 3. Testifico que no la arrojé del coche en ese momento.

Sus últimas palabras fueron de agradecimiento, como suelen hacer las buenas personas, y cerró con un epitafio que queda ya labrado en nuestra memoria sensible: no hay nada como la radio. Entonces dio paso a Brigitte, single de adelanto del primer disco de Los Planetas allá por 1994. A veces pienso que tan solo ha sido un sueño. Y se hizo el silencio.

Irene Vallejo y Anteo


Irene Vallejo en el Día de Aragón 2021.

En los libros,
donde vive y sueña nuestra familia de papel,
nos aguardan las ideas y las palabras
que tejerán el relato que seremos.
Contra cierzo y marea.

[Irene Vallejo]

El 23 de abril, fecha en la que coinciden y confluyen la celebración del día de San Jorge, fiesta de Aragón, y el día del libro, la escritora Irene Vallejo fue galardonada con el Premio Aragón 2021. La joven escritora maña, tiene 42 que parecen 25, heredera de María Moliner de mirada amplia y sonrisa limpia, sigue arrasando con el ensayo El infinito en un junco, que esta semana ya va por la 32ª edición.

Su discurso en el acto institucional fue tan emotivo, sincero y atinado que queremos compartirlo aquí y obligar a todo lector a descubrir la pasión con la que transmite Irene o, al menos, a leerlo íntegro:

Discurso íntegro de Irene Vallejo en el Día de Aragón 2021

Recuerdo un mito griego que retrata este misterioso cordón umbilical que nos une al lugar donde nacimos. Anteo era un gigante, hijo de la diosa Tierra, y con solo tocarla sacaba de ella una fuerza extraordinaria: se llenaba de vida. Su madre le transmitía una corriente invisible de vigor. Igual que el secreto poder de Sansón era su melena, el de Anteo era su arraigo. Cierta vez luchó cuerpo a cuerpo con Hércules. El gran forzudo griego solo pudo vencerle levantándolo en vilo y separando sus pies del suelo. Hasta el último aliento, cuenta la leyenda, Anteo buscó agónicamente la caricia de su tierra materna. Sí, en la antigua mitología aprendí que hasta los gigantes agradecen jugar en casa y que todo gran viaje necesita una Ítaca añorada.

De Sara Montiel a Ana Iris Simón


Ana Iris Simón ahora que no duerme en caravanas de feria.

Hola, mi amor, tengo que hablar contigo,
estoy cansado, estoy hecho un lío.
Dime, mi amor, qué es lo que quieres de mí,
Dímelo ya, y no me hagas sufrir.

[Hola mi amor, Junco]

El escritor y crítico Alberto Olmos señaló en un compendio de lo mejor del año que Feria, de Ana Iris Simón, era una de las dos mejores novelas que había leído en 2020. Olmos lee cientos de libros al año, así que si se había fijado en el debut literario de una chica de Campo de Criptana de 28 años que habla de lo popular, del pueblo, de la familia y de las ferias entonces había que apuntar esa referencia. En Navidad regalé Feria a mi hermana pequeña. Regalo boomerang.

Dos meses después del descubrimiento de Olmos, la novela de Ana Iris se ha convertido en un éxito, tanto de ventas como de opinión, destacando en esto último la polémica surgida a consecuencia de la crítica de Soto Ivars, con título clickbait: La escritora roja que enamora a la gente de derechas. Las redes sociales, que arden con cualquier excusa, se incendian sobremanera con el feminismo, y aquí a Ana Iris le da por mostrar sin pudor la vida y pensamiento de la mujer, de las mujeres rurales de su familia, y a ciertos sectores incendiarios no les agrada que haya mujeres jóvenes pensando fuera de su norma, no les gusta que una chica joven y desprejuiciada escriba «las mujeres nos lo hemos creído a medias, como todas las mentiras que nos contamos a nosotras mismas» o «negar que un escote bonito es enseñado de cuando en cuando para ser visto, solo cuando quiere ser visto, cuando quiere ser mirado, además de ridículo niega parte de nuestro poder como mujeres, un poder que no se reduce a lo bello y a lo sexual pero del que lo bello y lo sexual forman parte y no pasa nada y por eso toda mujer ama a un fascista».

Como no soy crítico literario ignoro qué futuro tendrá Feria una vez se diluya el contexto actual de sensiblería, mojigatería, tradición traicionada e izquierda simulada; el contexto de El síndrome de Woody Allen, de Edu Galán, vamos. También ignoro si la ópera prima de Ana Iris Simón es un buen libro según el canon de literatura pura, pero me atrae su agradable tono poético, su mirada fresca y sin prejuicios, su descripción sin beatus ille y sin victimismo de la vida rural entre Campo de Criptana y Ontígola, su cariño a la feria cuando era feria (el mejor capítulo del libro, sin duda, es precisamente el que se llama como la novela, Feria), su chorreo natural de vocabulario ancestral, su desmitificación de Madrid y del infantil individualismo actual, su despojo de ínfulas posmodernas, su convencimiento de que la patria es la familia.

«Quizá nos hemos creído lo de la libre elección y lo del progreso y lo de la democracia liberal como única arcadia posible. Y menuda arcadia».

En el pueblo de nunca jamás tanta nieve


Sábado 9 enero 2021: 9:22 a.m. – 13:10 p.m.

Dime que no has dicho nunca estando borracho que tú controlas,
dime que nunca mientes y que no te arrepientes
de las decisiones que te han llevado a ser como eres,
dime que no tienes dudas
sobre ninguna cosa:
confirmaré que eres una persona sospechosa.

[Una persona sospechosa, Los Punsetes]

Entre el jueves 7 y el sábado 9 de enero no paró de nevar. Dicen los mayores del lugar que no recuerdan una nevada así (la encuesta se ha trasladado a varios vecinos de más de ochenta y de noventa años). Sería difícil cuantificar la cantidad de nieve porque el viento la arrastraba; se registraron espesores muy variables, aunque sería muy prudente decir que el espesor medio superó los cincuenta centímetros.

El viernes antes de mediodía, en mitad del histórico temporal, un concejal socialista me mandó un wasap bastante maleducado y acusatorio insistiendo en que si él fuese el alcalde estaría limpiando la nieve «con los dientes» y que seguro que me las arreglaba para irme a «hacer fotitos» y luego echar la culpa «a la Diputación, a Zapatero o a Sánchez«.

El sábado por la mañana, en previsión del final de las nevadas, me junté con el teniente-alcalde (César) y el otro concejal socialista (Pedro) para tomar decisiones. Nos sentíamos impotentes ante Filomena en mitad de la intransitable N-420 viendo cómo incluso los conductores de motoniveladoras no podían acceder a sus máquinas para limpiar carreteras: la pescadilla que se muerde la cola. Informé que la máquina con pala que había contratado no podía venir y la abonadora para esparcir sal tampoco. Compartimos nuestra preocupación e incluso planteamos retirarnos ante la enorme cantidad de nieve acumulada. Afortunadamente en ese momento empezaron a acudir a la puerta del cerezo decenas de voluntarios de cualquier sexo, edad y condición para colaborar de forma entusiasta en la limpieza de calles y accesos a las casas.

Gracias a tantos tractores, máquinas y palas «manuales» no hubo que retirar la nieve con los dientes. Resulta evidente que de otra forma, sin la colaboración de medios mecánicos particulares, habría resultado imposible acometer la tarea con rapidez y buen resultado. Totalmente imposible para cualquier Ayuntamiento pequeño carente de medios materiales y humanos.

Y así se consiguió que la desesperación y preocupación que compartimos a primera hora de la mañana terminase a última hora de la tarde con satisfacción y éxito.

¡Cómo no agradecer a todos su trabajo, cada uno con unos medios y unas posibilidades a su alcance! A algunas personas mayores se les caían las lágrimas al ver que se limpiaba el acceso a su puerta.

La nevada fue histórica. La colaboración ciudadana, también.

P.S. La prensa provincial se hizo eco del asunto en este reportaje de El Día Digital titulado «Los alcaldes de la provincia, auténticos ‘héroes’ frente al temporal». Aunque el titular sonroje porque un alcalde, si en algo es líder, es en preocupación; qué poco podríamos haber hecho sin la colaboración ciudadana y, sobre todo, sin los medios propios de agricultores y ganaderos.

Más Piedras


Palacio de los Gosálvez en Casas de Benítez.

Yo no soy ningún ángel.
Yo no soy ningún santo.
Pero lo que estás haciendo
es que me está matando.

[Santos que yo te pinte, Los Planetas]

Anoche me tropecé con un imprescindible artículo en The Objetive acerca de gestión del patrimonio histórico y de la organización Hispania Nostra titulado «Hispania Nostra: amar el patrimonio para hacerlo sostenible».

Según Hispania Nostra, esmerarse, a nivel político, en la conservación del patrimonio permite cuidar la identidad histórica y potenciar un motor de desarrollo económico y social en todo el territorio.

Requiere, sin embargo, mucha sensibilización. Y, al menos en lo referente a los socialistas del equipo de gobierno de la Diputación de Cuenca, están muy lejos de entenderlo a día de hoy. En el último pleno del pasado miércoles, el diputado de obras no rodeó con eufemismos: «mire, Sr. Solana, su obsesión con los temas de patrimonio es crónica, nosotros ya dijimos, y vuelvo a repetir, que MENOS PIEDRAS». Y ese comentario se escuchó en el salón de plenos con la connivencia del presidente Chana y del diputado de cultura y patrimonio Valero, amigos de vender las bondades de la conservación de nuestra historia en sus discursos pero olvidadizos a la hora de asignar presupuesto al asunto. Ese es el nivel de sensibilización, ¡cuánto camino queda por recorrer!

Y mientras tanto, monumentos en deterioro irreversible, proyectos que quedan en el olvido por falta de financiación, una historia que se va perdiendo por la despoblación y la dejadez de muchos gobernantes, una identidad que se diluye y, en definitiva, un ir siendo cada vez menos nosotros.