La resaca de la moción de censura


Análisis gráfico de una moción de censura.

Eres tú quien va a cambiar el mundo,
quien destrozará
las teorías de la humanidad.

[Luciérnagas y mariposas, Lori Meyers]

De inicio la jugada era tramposa: Santiago Abascal no había concebido la moción de censura para ofrecerse como legítimo presidente del Gobierno, sino de forma exclusiva como encerrona política a Pablo Casado. Y, precisamente por su maquiavélica concepción, no cabe la interpretación simplista de que el Partido Popular, con su «No» a Vox, ha apoyado al nefasto Gobierno actual. Desde esa óptica, el rechazo de Vox a la coalición España Suma también debería tildarse de apoyo sanchista.

Antes del combate, los analistas y politólogos lo tenían claro: Pablo Casado iba a fracasar. Si se enfrentaba a Abascal, porque perdería un espacio electoral que hasta la llegada de Vox le era fiel por falta de alternativa. Y, si apoyaba la moción de censura, porque coronaba al ex-militante popular como jefe de la oposición, y en ese barro de jugar a ser Vox siempre iba a ganar el original. En el filo del precipicio, Casado optó por la instintiva sensatez: marcar distancias a nivel ideológico y práctico con los postulados que había defendido, con bastante torpeza y mezclando churras con merinas por cierto, Abascal.

De hecho, paradójicamente, Casado debe ahora agradecer al líder de Vox que le haya brindado la oportunidad de exponer, en un escaparate hostil, su proyecto político y demostrar su incuestionable capacidad parlamentaria. Su genuino discurso perfiló su liderazgo y mostró con convencimiento el amplio espectro político que ocupa el Partido Popular, diferenciándose del resto de partidos de su entorno en una concepción lineal de la política que ya ha quedado obsoleta.

Más allá de los puntos de conexión ideológica, y de que la gran mayoría de los votantes de Vox no se enmarcan en la extrema derecha sino en una derecha tradicional que sintieron huérfana en un tiempo pasado, Pablo Casado supo visibilizar las diferencias y marcar distancia con un partido concebido como de extrema derecha. Porque el Partido Popular debe desmarcarse del discurso eurófobo, xenófobo, excluyente, nacionalista y populista de Santiago Abascal.

Así, el líder popular perfiló con precisión los márgenes que separan al Partido Popular de Vox más allá de los puntos de confluencia: la defensa de la Unión Europea como convencimiento de que unidos en un mundo globalizado somos más fuertes, el deseo de una España unida y plural en contra de la monolítica concepción nacional de Vox y la defensa del Estado de Derecho enmarcado en una Constitución a la que Abascal hiere en su discurso. En una provincia como la nuestra, tan dependiente a día de hoy del apoyo económico europeo a la agricultura y la ganadería, se antoja contradictorio el discurso euroescéptico.

De este modo, desde el pasado 22 de octubre se ha iniciado la compleja y larga travesía del ensanche de la centroderecha nacional a la luz de Pablo Casado, consciente tanto de su arriesgada apuesta como de la necesidad de tiempo para favorecer la decantación del ensanche, entendido más como atracción magnética que como aspiradora forzada. No resulta, como es evidente, baladí el asunto por muchas cuestiones entre las que se podrían destacar dos.

La primera, la dificultad de generar expectativa e ilusión en un votante frustrado al que Vox atrae vía populismo utópico. Deberá Casado arremangarse para convencer y subrayar más lo que diferencia que lo que une para que el votante pueda discernir su legítima opción. Ya le sucedió, en el espectro opuesto, a Podemos, que arrancó la ilusión de la izquierda pero que ha pasado, en tres años y tres elecciones generales, de 71 a 35 diputados. Y también le ha ocurrido, una vez apagada la percepción de ilusión, a la extrema derecha en Europa: Amanecer Dorado en Grecia ha desaparecido del Consejo de los Helenos y el Partido Liberal de Austria ha pasado del 26% al 16% de apoyo electoral.

La segunda, el frente de batalla que se abre en las redes sociales, donde las noticias falsas se expanden exponencialmente más rápido que las veraces y se fomenta inmisericorde la polarización de los discursos. Sin ir más lejos, Macarena Olona se jacta ahora de la pérdida de seguidores en Twitter de algunos parlamentarios populares tras la moción, como si su objetivo fuese ese, la política como trending topic. Sin embargo, y sin duda, no se debe minusvalorar la capacidad de las redes sociales para transmitir un sentir y generar una tendencia que arrastre ilusiones y voluntades. En el barro del populismo cobra, si cabe, más sentido utilizar el argumento sólido como arma de futuro.

Y, mientras tanto, tiempo al tiempo.

Fragmentos de un No Saluda

[fragmentos de las palabras del pasado 15 de agosto]

La suspensión de las fiestas patronales ha conllevado la anulación de procesiones, del acto del pregón de fiestas y coronación de la corte de honor, de los fuegos artificiales que simbolizan el inicio de las fiestas, de comidas y aperitivos populares, de actos deportivos, culturales y solidarios, y de muchos otros eventos que todos los meses de agosto dan vida a nuestro pueblo.

Hemos vivido una etapa de aislamiento y distanciamiento que ha desembocado en estos días de denso vacío, de extraña incertidumbre y sentimientos en tensión. Como si ayer no fuese catorce de agosto ni hoy quince, una realidad que cada persona siente y vive de forma única en su propia singularidad.

Porque, a pesar de todo, sentimos la necesidad de creer, de creer en nuestra fiesta, en nuestra convivencia, en nuestro futuro. Anoche un grupo de gente joven lo significó a la perfección prendiendo una batería improvisada de fuegos artificiales seguida de vítores a la Virgen y al pueblo que los une todos los veranos. Quisieron simbolizar el inicio de las fiestas antes de lanzarse a celebrar con ímpetu y entre amigos lo que merecen. No se puede leer como un gesto romántico vacuo sino como una íntima necesidad colectiva.

Que ahora al terminar la misa no haya invitación popular al vino de honor no significa que no debamos salir a tomarlo con familia y amigos, más bien al contrario, debemos compartir -con prudencia- la alegría de la celebración.

Por último, se recuerda que conservar la calma en mitad de una epidemia es un acto de civismo; el verdadero coraje significa pensar en los demás, sabiendo que todos compartimos la misma fragilidad y necesitamos al prójimo. Seamos conscientes de las consecuencias de nuestras decisiones y nuestros actos, nuestra libertad requiere nuestra responsabilidad individual.

Oropéndola DJ en La Pesquera Tonight


Oropéndola vista en este rincón.

Si me das a elegir
entre tú y mis ideas,
que yo sin ellas
soy un hombre perdido, ay amor,
me quedo contigo.

[Me quedo contigo, Los Chunguitos]

Ver una oropéndola en la pesquera llama tanto la atención como ver un payaso en un funeral. Espléndidas oropéndolas de color amarillo chillón revolviéndose entre chopos viejos de ramas secas en un entorno áspero y ocre bajo el sol impío del verano manchego. Vuelan por la pesquera ajenas a la realidad e ignorando que este atípico verano es de duelo y de miedo y que tendrían que cobijar su pecho brillante bajo sus discretas alas negras y cambiar su canto de merengue a gregoriano. Y, sin embargo, han nacido para brillar y destacar entre nuestra mediocridad, y gracias que la evolución les ha enseñado a mostrarse esquivas a la vista de los depredadores. La vida misma.

Tal y como está el patio del circo lo raro es que no se le haya ocurrido a algún iluminado independentista reclamar el fastuoso amarillo de la oropéndola como patrimonio de sus ansias políticas. Si nos dan a elegir entre una oropéndola y Puigdemont la disyuntiva se decanta en un instante: la belleza innata versus la psicopatía fanática. No exagero: hace miles de meses, en marzo, ya hubo pataleta entre simpatizantes de ERC porque el Gobierno de España había rotulado el lema contra el coronavirus («Este virus lo paramos unidos») en amarillo y negro, colores oropéndola, y para más inquina con la palabra «virus» en amarillo. Tuvo que salir un señor serio y enjuto a justificar el uso de los colores recurriendo a la convención internacional y alegando que una bandera amarilla y negra en una embarcación ha significado históricamente «barco en cuarentena». Si pensáis que Cataluña es algo así como un barco en cuarentena es cosa vuestra.

Este virus lo paramos unidos. Hemos apuntalado el aspecto cromático del lema pero me daría pavor afrontar el enfoque semántico. Qué paradigmática esa reivindicación de «pararlo unidos» como si se tratase de una batalla de braveheart en la que tuviésemos que combatir hombro con hombro; no respetamos la distancia de seguridad interpersonal ni en las consignas. Tuvieron ese mínimo pudor de no definirlo como «Unidas Podemos parar el virus». Más desafortunado, si cabe, fue el eslogan gubernamental de finales de mayo: «Salimos más fuertes». Pensé que era una broma; aunque en las escuelas de publicidad enseñen a usar la herramienta del shock para campañas exitosas, en este caso atacaban a puñal nuestra inteligencia más básica: ni hemos salido, ni somos más después de tantos fallecimientos, y mucho menos más fuertes vista la coyuntura política, económica y social que nos toca afrontar.

Cuesta adivinar qué historia estamos pintando. Parece evidente que no la de los hechos sino la del relato guiado, la versión edulcorada y moralista de una realidad despiadada, aunque parece difícil intuir cómo se evaluarán estos tiempos con el transcurrir de las décadas. Quisiera ser pesimista pero esta noche habrá concierto de Oropéndola DJ al fresco y ofreceremos toda nuestra energía para que los djs sigan mostrándose como un oasis de vitalidad en este desierto de desidia.

Houellebecq Insumiso


Trashumancia en dirección Teruel en el solsticio de verano.

La raíz que tú arrancaste
no ha crecido nunca más.
Nadie vino de esa tierra fría
a llorar tu funeral.

[Romance de la plata, Christina Rosenvinge]

Agradezco haber devorado Sumisión a pecho descubierto, sin ir provisto de armas ni del lápiz de subrayar y anotar. Una lectura fugaz para huir del miedo sociológico. Habría sido, esta vez, un combate fatigoso, el lápiz contra las páginas de la novela, contra unas páginas que contienen tanto de una sociedad en decadencia, de una civilización al borde del abismo de la pereza y de la rendición, de un gremio débil contra las cuerdas, de la sumisión de la intelectualidad a la sexualidad, del alcohol como único refugio, del nihilismo suicida que impregna un fundado pesimismo ante el futuro político y el nuevo orden mundial.

Cuando mi hijo me preguntaba qué estaba leyendo le decía que la historia de un señor que no tiene mujer, ni novia, ni padre, ni madre, ni hijos, ni trabajo, ni coche, ni bici, ni apenas amigos. Me miraba triste, con sus dos años y medio, y se iba desinteresado a colocar los números del puzzle en el tren. Y ahí me quedaba yo, a solas con François, temeroso de que se quitase la vida tras el propio suicidio de la civilización europea post grandes guerras, ratificado en la autopsia del historiador británico Arnold J. Toynbee. Él jugando y yo sufriendo.

El viejo cabrón de Houellebecq es un prestidigitador o es un estafador, conclusión poco original para definir siempre al autor de una distopía. Sumisión pasa a la cumbre de lo que he leído del autor junto a El mapa y el territorio, y por encima de Las partículas elementales y Plataforma. Al francés le encanta hacer malabares sociológicos por no decir que aspira a abofetear nuestra ignorancia, inocencia y pereza.

Cuando me sienta preparado, me armaré de lápiz e ideas para enfrentarme otra vez a Sumisión y a Houellebecq. Espero sobrevivir.

P.S. Escuchad la canción de Christina Rosenvinge, un tema terrible y que ella tan bien introduce cuando lo toca en directo, apoteosis de poco amor a un padre.

El Miedo


Las farolas que nos alumbran corren peligro.

Mi soledad se siente acompañada,
por eso a veces sé que necesito
tu mano.

[Yolanda, Pablo Milanés]

Nos aturden toneladas de noticias que, por aplastante exceso, terminan por desnortar la esencia de su sentido. Queremos repasar toda la actualidad mirando la web de un digital y, al terminar y llegar a los créditos del pie, ni nos acordamos de las tres noticias más relevantes del día. Peor todavía en redes sociales como twitter donde los fogonazos son tan impactantes que ya nada impacta y, a la postre, ni nos preocupamos en sospechar la tendencia de la mayor (por algún trastorno no identificado guardo con mimo likes y retuits para revisarlos de forma periódica, dicen mucho de cada uno de nosotros). Y así, el tiempo va creando una masa informe y gris de información inútil y olvidadiza.

No obstante, a poco que uno levante el pie del acelerador, se perciben derroteros nítidos, y deprimentes. Resulta ya inevitable admitir que hemos asistido -impertérritos- a la liquidación de la moderación política y social. Queda fuera de juego todo aquel que prefiera argumentar a lanzar consignas, todo aquel que renuncie a manipular de forma interesada las emociones de los ciudadanos, todo aquel que tenga dudas en sus convicciones, todo aquel que cuestione la disciplina cada vez más encorsetada de los partidos, todo aquel que mezcle opiniones de distintos sectores para conformar su criterio propio, todo aquel, en definitiva, que no sea amigo del populismo y la demagogia.

El perfil del político que se abre paso se caracteriza generalmente por hacer declaraciones broncas que puedan sonsacar la aprobación de los suyos en un corte de vídeo o audio de menos de un minuto; a ser posible con carga emocional y exprimiendo comparaciones poco fundadas pero de impacto mediático. Así, de esta forma, se alimenta una polarización cada día más nítida que hace las delicias de aquellos políticos que convierten odios comunes en simpatías personales. Pablo Iglesias o Santiago Abascal son maestros en esta no muy digna materia, y lo peor es que ambos son muy inteligentes, aunque su inteligencia esté al servicio de intereses menos éticos. A Pablo Casado, al contrario, le cuesta jugar al trending topic porque sus discursos son habitualmente elaborados y serios, con contenido y fondo; y a ver quién se detiene a analizar declaraciones completas pudiendo valorar treinta segundos. La exposición mediática es tan abrumadora que todos los argumentarios quedan sepultados bajo la losa de una frase ingeniosa. Detrás de la inmediatez y el mensaje de azucarillo, a ser posible radical, solo queda el oasis de horror.

Que el odio y el enfrentamiento visceral cada vez tengan más prestigio da miedo, y el miedo es el ingrediente mágico del cóctel del desastre. Manifestaciones multitudinarias alentadas por mensajes de odio, derribo de estatuas y anulación de homenajes del pasado que cuestionamos con una superioridad moral inaudita y terrible, banalización de las vidas perdidas y sepultadas bajo manifiestos intereses políticos, infantilización de las instituciones mediante leyes improvisadas y publicidad institucional sesgada de forma vergonzante, manipulación de medios de comunicación tanto públicos como privados ya sin ningún tipo de pudor, gobernantes mentirosos compulsivos como Pedro Sánchez o hipócritas interesados como García-Page, aficiones encantadas de enarbolar su bandera sin ambages y en consecuencia sin ningún interés en depurar una opinión propia. El periodista David Jiménez ha tratado este tema con buen ojo en el artículo de opinión Cómo derrotar al odio publicado esta semana en The New York Times.

Cuando gente como Borja Sémper o Eduardo Madina argumentan su decisión de abandonar la política se les entiende sin necesidad de abrir la boca. No valoramos que sean mejores o peores políticos, solo su sentimiento de desorientación y rendición. Lo difícil, sin embargo, es aguantar y torcer siquiera un grado el ángulo de la tendencia al abismo. Aunque estemos en la línea del fuera de juego y sean muchas toneladas de tren imparable.

Sin Rechistar III


Ayuso, emocionada, en el funeral por las víctimas del 26 de abril.

Cuando al fin se termine,
y sé que terminará,
tal vez podamos mirarnos
sin llegarnos a odiar.

[Después de Todo, La Buena Vida]

Esto sigue de aquí y de aquí:

15A, miércoles, Toledo – Declaraciones de Page en Cuatro. Primero cargó contra la comunidad educativa, después contra los sanitarios y ahora le toca el turno a las residencias de mayores: «el problema no son las residencias. En la residencias no están las personas válidas que pueden bailar o que cantan por la noche. En las residencias está la gente que está muy malita, la gente que tiene 80 y 90 años, gente que en condiciones normales una gripe la hubiera hecho fallecer».

16A, jueves, RTVE – El programa educativo «Aprendemos en casa» incluye un vídeo que utiliza algunas declaraciones de Rajoy como ejemplo de «incoherencia lingüística». Horas después el ministerio de Educación publica que se trata de un «error involuntario» y pide disculpas. RTVE cesa al responsable del programa educativo. Incluso trabajadores respetados de la casa como Carlos Franganillo lo definen: «esto no tiene un pase, lamentable».

16A, jueves, Moncloa – Se anuncia la aprobación de la «renta vital mínima», caballo de batalla de Unidas Podemos. La situación de muchas familias es preocupante, y la expectativa de futuro negra. El PSOE publica que «supondrá un aumento de deuda pública y financiaremos en mercados de deuda». Poco después Bruselas corrige el déficit público español de 2019, cuando no había coronavirus, y lo eleva en 2.350 millones de euros, hasta el 2,82%.

17A, viernes, Madrid – Rita Maestre muestra un apoyo incondicional a Martínez-Almeida en el pleno municipal, apoyo que se hace viral: «partimos de la confianza sincera en que queréis acabar con la crisis cuanto antes y el alcalde está comprometido con reducir el dolor de la pandemia en su ciudad, y esa es una confianza sincera que tenemos los 19 concejales de Más Madrid, y por eso nuestro apoyo a las medidas que vayáis tomando será total».

17A, viernes, Madrid – El Ministerio de Sanidad ordena la retirada de las mascarillas Garry Galaxy FFP2 (bolsa verde) dado que se comprueba que su filtro dura 3 minutos. Se descubre el fallo por la denuncia de un sanitario en un hospital catalán, lo que obligó a comprobar su validez. El ministerio sin embargo publica que «han sido analizadas a petición nuestra» porque, al fin y al cabo, quién se va a preocupar de desmentirlo.

18A, sábado, Moncloa – Comparece Pedro Sánchez: cero autocrítica, nivel de soberbia inmutable. Abandono en las respuestas a las preguntas de los periodistas porque las evade todas. El hashtag «SanchezVeteYa» se convierte en trending topic a nivel mundial. Al día siguiente «IglesiasVeteYa» también alcanza popularidad en todo el globo.

19A, domingo, Moncloa – El general jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, José Manuel Santiago, dice en rueda de prensa que la Guardia Civil «está trabajando en minimizar el clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno». Así, sin pan ni nada. Por la tarde sale Marlaska a decir que ha sido «un lapsus». No cuela. Días después el Gobierno decide retirar de las ruedas de prensa a los representantes de las FCSE.

20A, lunes, Cuenca – Publicamos un artículo de opinión: «Construyendo la lealtad en tiempos de pandemia». Qué obligación de información y comunicación debe rendir el Gobierno si aspira a reclamar unidad y lealtad a la oposición.

20A, lunes, Madrid – La Cadena Ser publica que el 15 de abril se envió un mail a diferentes comandancias de la Guardia Civil para identificar noticias falsas «susceptibles de provocar estrés social y desafección a instituciones del Gobierno». Se supone que la Unidad de Coordinación de Ciberseguridad entiende «desinformación» como «el conjunto de publicaciones en internet de noticias falsas, medias verdades o información altamente subjetiva presentada como objetiva, con una finalidad desestabilizadora, de polarización de la opinión pública en asuntos de interés general, o de estrés social, quebrando la confianza en los poderes y representantes públicos». Así pues parece que el Gobierno quiere dibujar lo que es una «media verdad» y un comentario «subjetivo».

21A, martes, RTVE – Entrevista a Isabel Celaá, ministra de educación, en Los Desayunos de TVE: «no podemos aceptar que haya mensajes negativos, mensajes falsos en definitiva». ¿Es necesariamente un mensaje negativo acerca de la gestión de la pandemia un mensaje falso?

21A, martes, Moncloa – En la rueda de prensa del día se anuncia que a partir del 26 de abril los niños podrán salir de casa. Pero no a dar un paseo o la vuelta a la manzana, sino a acompañar a un adulto en lo que tiene permitido: ir a comprar, al banco, a la farmacia. Damos por hecho que rectificarán antes de que entre en vigor pero la duda es evidente: si en un asunto tan sencillo y acotado dan también tantos palos de ciego, ¿podremos confiar el liderazgo en este equipo?

21A, martes, Villaescusa de Haro – Recibimos una bolsa con material sanitario y una pegatina con los tres logos: Diputación de Cuenca, Junta de Comunidades y Subdelegación del Gobierno. Un puñado de mascarillas, un bote de gel, dos sobres de guantes, cinco batas desechables y unas viseras caseras. Migajas después de semanas sin noticias de la administración. ¿Y quién lo ha pagado? Indagaremos pero sospechamos que la Diputación para tapar la incapacidad económica y operativa de las dos principales responsables. Grupos socialistas de diversos municipios presumen de la colaboración institucional para «apuntarse el tanto». No sé qué gol se celebra con un puñado de mascarillas.

22A, miércoles, Madrid – Isa Serra, diputada autonómica de Unidas Podemos, es condenada a 19 meses de cárcel, multa e inhabilitación. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) la condena por los delitos de atentado, lesiones leves y daños. La líder de Podemos fue acusada de estos delitos mientras participaba en la protesta por un desahucio en el centro de Madrid en 2014. Raudos Echenique, Yolanda Díaz e Iglesias a defender a la condenada y a poner en entredicho a la justicia. El CGPJ publica un comunicado insistiendo en la independencia judicial y rigor, comunicado tildado por Iglesias como «ilegítimo». Mientras, Sánchez calla, agacha la cabeza y asiente.

22A, miércoles, Congreso – Sesión de control incómoda para Sánchez, incluso Rufián le dice que su abstención es más un «no» que una abstención como toque de atención. El Gobierno sigue sin decretar luto oficial por soberbia. Se aprueba la ampliación del estado de alarma otras dos semanas, hasta el 9 de mayo.

22A, miércoles, Toledo – Se publica un estudio del Consejo General de Enfermería con conclusiones contundentes: España es el país del mundo con mayor número de contagiados y Castilla-La Mancha la autonomía con mayor número de positivos de sanitarios entre las comunidades autónomas.

23A, jueves, Villaescusa de Haro – Recibimos un pedido con 250 mascarillas quirúrgicas. Ayer miércoles se publicó el RD 15/2020 que indica la exención del IVA para adquisición de material sanitario por parte de entidades de derecho público. Hoy se publican en el BOE los precios máximos para algunos productos: mascarillas quirúrgicas 0,96 €/ud y un litro de hidrogel 15 €. Indignación de los farmacéuticos que tendrán que vender por debajo del precio de coste el stock disponible (paradoja ilegal) mientras imploran que el mercado se regule con el paso de los días.

24A, viernes, Washington – Donald Trump propone inyectar desinfectante y exponer a la luz solar a los contagiados por coronavirus. En pocas horas se producen decenas de consultas e intoxicaciones por ingesta de lejía y otros desinfectantes en Nueva York.

25A, sábado, Pyongyang – Crecen los rumores sobre el fallecimiento de Kim Jong-un, el excéntrico dictador norcoreano, aunque no hay confirmación oficial.

25A, sábado, Moncloa – Nueva comparecencia semanal de Pedro Sánchez. La referencia a los Pactos de la Moncloa desaparece del discurso e informa que desde el siguiente fin de semana, 2 de mayo, se permitirá hacer deporte individual y salir a pasear con los compañeros de convivencia si la progresión positiva se mantiene. Seis semanas después lo sigo escuchando entre escéptico y hastiado con un toque de masoquismo de fin de semana. Más de 23 mil muertos.

Construyendo la lealtad en tiempo de pandemia

[Publicado el 20 de abril de 2020]

El Joker, en un interrogatorio policial en una de sus últimas películas, le dice a Batman: “you complete me” (“tú me completas”). Así, la némesis de Batman quiere ilustrar en solo tres palabras el sentimiento de la necesidad mutua entre ambos para construir la dimensión de su realidad. De forma análoga, cualquier Gobierno necesita a la oposición: cuanto más acertado sea el control de la segunda tanto más se motivará al primero “a ser mejor”, y viceversa.

Si bien la fiscalización de la labor de Gobierno recae en las Cortes -según proceda, en el Congreso de los Diputados, el Senado, las Cortes regionales, etc.- usamos por síntesis pragmática el concepto de “oposición” para hacer referencia a las funciones de control que llevan a cabo los representantes políticos cuya afiliación no forma parte de los gobiernos. La labor de la oposición, mediáticamente ingrata, incluye la ya citada fiscalización, la supervisión informativa y la proposición constructiva, si bien dichas propuestas suelen desdeñarse en exclusiva por orgullo y soberbia; como muestra, un botón: el rechazo de Sánchez a decretar luto oficial o de Page a respetar el cierre de la actividad presencial en la UCLM decretado por el Rector. En el contexto actual parece trivial identificar falta de cooperación de diferentes gobiernos en detalles tan evidentes como facilitar información acerca de la empresa y/o intermediario que vendió los tests de detección fallidos al Gobierno o acerca de la composición de los miembros del comité nacional de expertos contra la pandemia.

En ciertos foros se denigra de forma pueril a la oposición por, precisamente, llevar a cabo su labor. Solo una sociedad que rehuye sus propias responsabilidades y polariza la opinión puede escandalizarse de que el político asuma su cometido. Pero no debe olvidarse que la capacidad de engendrar crispación puede nacer en el seno de los propios gobiernos con portavoces como Adriana Lastra o Pablo Echenique, paradigma de incubadoras de crispación que se manifiestan desde la expresión facial para acabar vomitando en las cloacas de twitter.

Hay dos premisas tan elementales que casi sonroja tener que recordarlas: una, que todos somos humanos y por tanto cometemos errores que tenemos que reconocer y, dos, que todos estamos comprometidos con el objetivo común de escapar de la pandemia en el menor tiempo posible y con los menores daños humanos, sociales y económicos. Partiendo de ahí, y con autocrítica y sensibilidad, no parece descabellado pensar en la posibilidad de encontrar la confluencia en el camino.

Sin embargo, los diferentes gobiernos deben esquivar la tentación de reclamar unidad, lealtad y compromiso sin cumplir con sus correspondientes obligaciones. La obligación primordial consiste en proporcionar información de forma honesta, continua y transparente a la oposición y a la opinión pública. Porque la oposición puede admitir decisiones que se toman con carácter de urgencia y buena intención, y callar su discrepancia, pero no puede ser connivente ante la carencia o uso interesado de la información a la ciudadanía.

Se ha difundido entre vítores el apoyo explícito de Rita Maestre y Más Madrid al alcalde de su ciudad, Martínez-Almeida, pero no trasciende que ese apoyo está fundado en la confianza que ha generado el alcalde en la oposición por facilitar una comunicación fluida con el resto de fuerzas políticas durante todo este periodo. No parece de recibo, por contra, que el Gobierno central active mecanismos para controlar la difusión de la información “monitorizando las redes sociales”, se parapete en el estado de alarma para aparcar la ley de transparencia y de publicidad de la contratación pública y, en última instancia, no responda con claridad a las preguntas que lanzan los periodistas en las comparecencias diarias de los representantes del Gobierno. Este “modus operandi” de transparencia dudosa y comunicación escasa puede extrapolarse a las Cortes regionales de Castilla-La Mancha, cuya actividad fue suspendida hace semanas por Page para no rendir cuentas, y a la Diputación de Cuenca, cuya comunicación se publica con cuentagotas.

No nace esta opinión con la aspiración de criticar con alevosía a Sánchez, Page o Chana, cuya gestión será evaluada por la ciudadanía cuando proceda, ni tampoco con el objetivo de publicitar el compromiso institucional que desde el primer momento hemos manifestado y demostrado como oposición, sino como recordatorio a aquellos que ostentan la responsabilidad de gobernar de que la lealtad institucional requiere información y comunicación para que no se derrumbe como un castillo en el aire. Por el bien de todos contra el enemigo común.