Y un quite por gaoneras

Torcida tarde de toros

El toro deambulaba por la plaza, sangrantes los costados, con la mirada nublada. No entendía el alboroto de aquella plaza de toros, discreta en tamaño pero de público escandaloso. Creyó entender, leyendo los labios del picador, que era el toro más bravo al que había pinchado en su vida. Su autoestima se fortaleció tanto como la valentía del torero al enfrentarse a un astado que había soportado con entereza hasta tres puyazos. Estaba al límite de sus fuerzas, pero entraba al quite con elegancia y decisión con la aspiración de cornear ese gran pañuelo rojo que oscilaba con el viento. No sabía por qué pretendía alcanzar ese capote, ni para qué lo hacía, pero no podía resistirse a pesar de sus famélicas fuerzas. La razón lo habría empujado a recostarse sobre las tablas junto al tendido de sombra, pero un instinto primario lo empujaba contra su voluntad, como un alcohólico no puede decir no a un último chato de vino cuando apenas lo ve o un amante no es capaz de separarse de su correspondiente aún en su propio perjuicio.

Los naturales y pases de pecho se sucedían entre olés del público que lo animaban a embestir con mayor determinación. Él quería ser el triunfador y por eso miró de reojo con sonrisa cómplice al torero tras un estatuario en el que rozó con el pitón derecho el pecho del torero inmóvil. El torero no iba a ceder; debían llegar a un acuerdo para ganar ambos en ese duelo a muerte. Los “olés” se transformaron en “uys”, cada muletazo precedía una caricia del cuerno del toro sobre el traje de luces, siempre caricias bien medidas para ver si así el torero comprendía lo que le quería decir. Pero no fue así.

El torero se plantó frente al cornudo acostando el capote en la arena y preparando la estocada. Y ocurrió que en ese instante un gran nubarrón cubrió el sol y sumió en tenue penumbra la plaza, especialmente la zona en la que el toro, sumiso y derrotado, aceptaba su muerte. El torero se puso de puntillas antes de lanzarse sobre el animal y en ese instante descubrió el brillo en la piel negra del toro y los ojos suplicantes. Comprendió que el animal lo había dado todo e incluso aceptaba la muerte con la cabeza gacha abriendo de par en par sus vértebras en señal de sumisión. Dio media vuelta, dejó caer el estoque en el ruedo y salió por la puerta grande. Andando.

Simpático iPod

Tengo un iPod que además de reproducir buena música es muy simpático y si juegas a un jueguecillo tipo trivial que incorpora es capaz de sorprenderte con preguntas como ésta mientras te aburres en el tren camino a casa un fin de semana cualquiera:

Un iPod nano pelota.

Y hablando de música, el otro día prometí a mi hermano que grabaría un CD de música para llevarlo en el coche cuando saliese de fiesta ¡y ahora resulta que no sé qué canciones poner en dicho CD! A ver si alguien me echa una mano. De momento, he pensado en las siguientes:

  1. Idioteque [Radiohead]
  2. Girls and boys [Blur]
  3. She’s lost control [Joy Division]
  4. I’ve been to a marvellous party [The Divine Comedy]
  5. Spite and malice [Placebo]
  6. Angel [Massive Attack]
  7. Personal Jesus [Depeche Mode]
  8. Hey Boy, Hey Girl [Chemical Brothers]
  9. Breathe [Prodigy]
  10. Lust for life [Iggy Pop]
  11. Here comes your man [Pixies]
  12. Club Foot [Kasabian]

Juegos Olímpicos y espíritu de superación

Este fin de semana han terminado los Juegos Olímpicos de Pekín. Los protagonistas, como tantas veces han remarcado los medios de comunicación, han sido esos grandes triunfadores con apellidos como Phelps, Bolt o Bekele. Sin embargo, en las Olimpiadas hay momentos más emotivos que los grandes éxitos, instantes cargados de sentimiento que se graban en la retina del espectador y le hacen emocionarse. No he podido ver todas las competiciones que hubiese querido, aunque las imágenes han sido repetidas hasta la extenuación en televisión y habrán sido pocos los grandes momentos que me haya perdido. Así pues, enumeraré a continuación algunos instantes que me han parecido especialmente emotivos:

8. La patada de Ángel Valodia Matos al árbitro en la competición de taekwondo. La impotencia, cuando supera la legalidad y la educación. Fidel Castro ha apoyado públicamente a su compatriota en su antideportiva acción. Matos ha sido expulsado del deporte de por vida.

7. La derrota de Cavic en la final de los 100 metros mariposa. La suerte del campeón, Michael Phelps, que tocó la pared de la piscina una centésima de segundo antes que su rival cuando parecía que éste había ganado la prueba. El aura de Phelps, antes que las yemas de sus dedos, batieron al combativo Cavic.

6. La sonrisa de Yelena Isinbayeva en el podio del salto de pértiga femenino. La ilusión y el esfuerzo continuado a pesar de haber batido más de veinte veces el récord del mundo y haber ganado todas las competiciones disputadas desde hace años. El espíritu de superación intacto muchos centímetros por encima de sus rivales.

5. El mate de Rudy Fernández en la final de baloncesto ante Dwight Howard. El desparpajo de David frente a un Goliat negro y terriblemente fuerte. On your face!

4. El mareo, acompañado de vómitos, de David Cal en el podio. La ambición del que se siente frustrado con una medalla de plata al cuello a pesar de haberlo dado todo en la competición, hasta la extenuación, hasta sentirse mareado y perder la orientación.

3. Las lágrimas de Araceli Navarro en la competición de esgrima tras dislocarse el hombro. El ansia de ganar, de competir, de darlo todo, todo. El médico la obligó a retirarse aun cuando ella suplicaba que le redujesen la clavícula para seguir compitiendo. Era el día de su cumpleaños y su debut en unos Juegos Olímpicos.

2. La caída de Marta Domínguez al saltar la última valla en los 3000 metros obstáculos. No midió su esfuerzo, su cabeza sólo pensaba en ir con las más rápidas y se desentendió de las fuerzas de sus piernas. Marta no sabe lo que significa la palabra rendición y luchó por mantenerse en los puestos de cabeza porque para ella sólo había una opción: ganar. Le fallaron en el último esfuerzo. Se reincorporó más por intuición que por fuerza, pero recayó semi-inconsciente, con ojos nublados y mirada perdida, sobre los brazos de un juez.

1. El beso de Almudena Cid en el suelo del pabellón de gimnasia. La perseverancia de una gimnasta con cuatro finales olímpicas a sus espaldas y con muchos más años que el resto de las gimnastas. Guapa, humilde y de sonrisa hipnótica, el discurso de Almudena está poblado de palabras como ilusión, esfuerzo, alegría, trabajo, vida. Ha entrenado muchas horas al día (¿7? ¿8?) durante muchos años (¿18? ¿20?). Ahora se retira y podrá calzarse los zapatos de tacón que tanto le gustaban y de los que no podía disfrutar porque le dolían los pies después de los entrenamientos.

Eso es el deporte.

Vuelta a Ciudad Real

Ayer por la noche llegué a Ciudad Real después de casi cuatro semanas de vacaciones. Había sido mucho tiempo sin pisar las tablas del parqué del piso, olía a cerrado y a algo más. Cuando abrí la puerta, dejé las maletas en la cama de mi habitación. Después fui al salón, al fondo del pasillo, para conectar el teléfono fijo. Y allí lo descubrí. Un murciélago estaba viendo la tele sentado en el sofá. La televisión estaba ¡encendida! y programaban el telediario. Me quedé paralizado. No sabía qué hacer, pero al menos el teléfono ya estaba conectado -se enciende en la misma regleta en la que conectamos la televisión. Lo miré. Él ya me estaba observando a mí porque había oído mis pasos recorriendo el pasillo, pero no se había inmutado. Mi primer pensamiento fue que se trataba de alguno de mis compañeros de piso. He leído a Kafka y supongo que tenía La metamorfosis en mente. Como sé que Gregorio Samsa fue repudiado tras la transformación, no quise cometer el mismo error y hablé al murciélago: “¿Víctor? ¿José? ¿Sergio?”. No contestó. Pensaría, si es que tiene raciocinio, que yo estaba loco. Quizá me contestó en ultrasonido, ¡pero apenas si percibo longitudes de onda aceptadas por el oído humano! Su mirada me hacía pensar que me conocía, pero sus rasgos no me recordaban a nadie familiar; aunque claro, en poco se parecen las larvas a las mariposas. En poco tiempo, segundos acaso, me reí de mí mismo al pensar que hablaba con un murciélago. Pero no sabía cómo actuar. Apagué la televisión. No le importó; supuse que le interesaban poco los asuntos de Osetia del Sur. Fui a por una escoba y abrí la puerta del balcón. Con educación lo expulsé del piso; al menos, hasta que pague alquiler. No sé si volverá; en ese caso, ¿qué comen los murciélagos?

Barca encallada en la playa de Conil [Ver más fotos de este verano].

Desencríptame, Inés

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras.

Julio Cortázar, Rayuela

Tú a Hollywood y yo a Moratilla

Sécolectivoforzoso es el nombre de una agrupación artística multidisciplinar sin ánimo de lucro formada en Madrid en 2007 y dedicada al arte contemporáneo y a la gestión de proyectos culturales. Los integrantes de la asociación son jóvenes que confluyeron en un Máster durante el último curso académico con grandes inquietudes culturales y con unas desmesuradas ganas de reírse de los convencionalismos y la pretendida seriedad del arte.

Sécolectivoforzoso organiza durante los días 24 a 27 de julio un encuentro cultural en Moratilla de los Meleros para celebrar su hermanamiento con el municipio de Hollywood, en California. Moratilla de los Meleros es un pequeño pueblo de Guadalajara de casi 100 habitantes que será invadido por jóvenes artistas, actividades culturales, teatrales, y musicales, cines de verano y coloquios en una actividad que se ha dado en llamar Tú a Hollywood y yo a Moratilla.

Todo aquel interesado en asistir puede contactar con la organización a través de e-mail o informarse acerca del programa en su blog o su myspace. El encuentro cultural es gratis y, además, se ofrecerá una zona de acampada, también gratis, para todos aquellos que se animen a asistir.

La Mala Zorra

Ediciones de La Discreta presenta la nueva novela de Félix Dativo Donate La Mala Zorra, novela de aventuras que recrea una historia de corsarios protagonizada por la galeota homónima. La historia se introduce a sí misma a partir del Mar Mediterráneo:

La vieja galeota conocía de sobras el mar que su proa hendía con leves cabeceos, y sabía que no era de fiar. El Mediterráneo es al fin el padre del corso y de los piratas, más artero, vicioso y astuto que todos ellos: sabe embaucar con la mentira de sus distancias, la codicia de sus costas y el cebo de su belleza tranquila, abierta y salada.

En palabras de su autor -escritor y editor aparte de profesor de Lengua y Literatura en bachillerato- se trata de una novela perfecta para la playa y la piscina que trata de corsarios mediterráneos y cuyo propósito principal es el entretenimiento. Sin embargo, en este homenaje al eterno John Ford habrá algo más que eso para el lector curioso.

La novela se presenta este viernes 11 de julio a las 20:00 en la Escuela de Arte Dramático del Ayuntamiento de Madrid y se acompañará de la representación de la obra teatral El llanto del pirata discreto.

PS. Una galeota era un barco algo más pequeño que la galera y mayor que el bergantín y la fragata mediterránea.

PS.PS. La primera novela de Dativo Donate tiene el sugerente título de Nuestra Señora del Ciberespacio y otras historias inminentes, pero no puedo confesar que todavía no la he leído por si me cae algún capón del autor…