Hace tiempo, eltercero organizó un certamen de micro-relatos para conmemorar el tercer aniversario de su blog, como ya avisamos por aquí. Al final, gracias a los sobornos psicológicos a los que sometí al jurado, conseguí ganar uno de los premios con el siguiente relato:
Habían sido tres años difíciles, pero no le preocupó el tiempo de sufrimiento cuando vislumbró cerca el final del sacrificio; como el alpinista que, tras días de esforzada ascensión a una cumbre, goza de la perspectiva de la cima olvidando los malos momentos de escalada. Los tres años de duro entrenamiento en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid debían madurar y dar como fruto la ansiada medalla olímpica con la que soñaba desde su ingreso en la Residencia Joaquín Blume en septiembre del año 2005, precisamente el mismo mes de su nacionalización como español. Nacido en La Habana, vino a España con la intención de disponer de los medios idóneos para alcanzar su objetivo de lograr la medalla de oro en los Juegos Olímpicos. Las marcas conseguidas habían sido buenas; consiguió la mínima olímpica en el campeonato de España con un registro récord y en el Mitin de Lisboa se supero a sí mismo logrando una de las mejores marcas mundiales del año. Sabía que sus rivales ya lo tenían en cuenta; no es que lo temiesen, todavía era una joven promesa, pero lo seguían de cerca porque su progresión estaba siendo óptima.
Llegó el momento de la verdad. El Estadio Nacional de Pekín estaba casi lleno. Las rondas clasificatorias habían sido muy complicadas pero, con la pizca de suerte que regala el sacrificio, logró alcanzar la deseada final. Se agachó, colocó las manos sobre la línea blanca de la pista, dio una coz al aire con cada pierna, clavó con energía las zapatillas sobre los tacos de salida, respiró profundamente mientras acomodaba milimétricamente el pulgar y el índice de cada mano detrás de la línea de salida. Inspiración. Expiración. Liberó su mente de pensamientos, para que fuese más ligera. Inspiración. Expiración. Se concentró en liberar su mente también de conocimientos; a esa altura de la competición de nada servían las estrategias, las clases para mejorar la técnica de la zancada o el análisis minucioso de los competidores. Inspiración. Expiración. Se abstrajo del mundo sensorial, no oía el rugido del público en el “nido del pájaro” pekinés, no sentía frío ni calor, esperaba la percepción del disparo de salida en mitad del vacío sensorial. Inspiración. Expiración. Se concentró en desterrar los pesados sentimientos para los trascendentales diez segundos siguientes. Inspiración. Expiración.
On your marks!
Get set!
Ready!
Go!
El juez de salida era cubano, afín al régimen, y había conseguido introducir en el estadio una pistola no oficial cuyo disparo no descargaba una pequeña carga de pólvora de fogueo sino una mortal bala de ocho milímetros.