De compromisos y lazos con nudo

Sus dos soledades se encontraron en el gran mar de la desesperación y pensaron que si se follaban a traición conseguirían burlar los nefastos designios de la todopoderosa soledad. Fue entonces que obviaron los efectos secundarios; no calcularon que si pedían por un lado debían ofrecer por el otro y al final quedarían encerrados bajo los barrotes de la dependencia. Olvidaron que llega un momento en el que no te puedes apartar o sentirte indiferente cuando se han creado tantos lazos de unión. Que necesariamente te has de implicar porque giras en su misma órbita.

Ese es uno de los párrafos del relato que está escribiendo el joven periodista. Como prudente escritor que es, se detiene a madurar el texto e intenta reflexionar sobre sus propias palabras a posteriori, tratando de verlas desde la posición de un lector ajeno, neutro. Al poco, aparta la mirada de la pantalla del ordenador, busca con la mirada el teléfono móvil, lo coge y borra de la agenda el número de teléfono de esa chica para evitar que se fortalezcan los enlaces mutuos. Ha borrado el número. Ha tenido miedo.

Todavía no ha entendido que la chica no es un número de teléfono.

To read or not to read

Tú habías nacido para ser más grande. Lo supiste y no lo aprovechaste. Tenías la virtud. Poseías todos los dones necesarios para triunfar y no lo hiciste. ¿Por qué? Porque fuiste cobarde, porque te rendiste, porque creíste ciegamente en un destino que no es una autopista de tres carriles, sino un camino a segar, un sendero entre la selva por el que debías abrirte paso a machetazos. No comprendiste a tiempo que la vida te extendió un cheque en blanco y, al final, acabó como papel mojado, aburruñado en el fondo de la papelera. Si te lo hubieses propuesto, podrías haber sobrevolado las cumbres, ser alguien importante, reconocido. Pero tuviste que elegir y te quedaste leyendo. Esa fue tu elección. Ese será tu destino.

Escogí leer. Sí. Me quedé al otro lado de la orilla de las gentes. Para que no se secase mi arcilla, que decía Saint-Exupery: nadie te ha cogido de los hombros y te ha zarandeado a tiempo. Ahora, la arcilla de la que estás hecho se ha secado y endurecido, y ya nadie sería capaz de despertar al músico dormido que, antes, tal vez, habitaban dentro de ti. Yo no tenía alma de músico, sino de lector. Qué le vamos a hacer. Escogí leer para crecer, para que sedimentase en mi interior el producto de las palabras y poder construir mi fortaleza. Una ciudadela más poderosa que el mármol y más brillante que el oro, un palacio hecho a mi medida para refugiarme en la tempestad. Me concentré en darle sentido al todo y en justificar cada uno de los ladrillos que debían constituir mi ciudadela espiritual. ¿De qué sirve, si no, caminar? ¿Para qué dar el siguiente paso? Quizá no me comprendas; tampoco yo lo he conseguido todavía.

Sobrevaloras, amigo, la lectura y la reflexión. Nadie ha amasado fortunas sentado en el sillón leyendo ensayos de Montaigne, nadie ha viajado a las Américas o a Bombay sin alzar la vista del libro, nadie ha concebido una prole desde la edificación espiritual.

Subestimas, amigo, la lectura y la reflexión. Porque sin formación no amasarás esa fortuna, porque sin conocimiento siempre serás extranjero en tus destinos, porque sin educación no podrás engendrar una descendencia digna.

Cuando aprendieron a no medir

Finales de marzo de 2006, Estrasburgo. Mientras los universitarios franceses se rebelaban en las aulas universitarias y convocaban manifestaciones a lo largo y ancho de la república, algunos jóvenes preferían mirar a otro lado, a ese lado que no es ningún lado. Y se quisieron con inocencia, con sentimientos rubios de ojos claros, de miradas límpias. No contaban los besos que les cabían. No medían la fuerza de sus abrazos. Sus retinas, transparentes, obviaban la visión periférica y olvidaban calcular distancias. Las sillas y mesas amontonadas taponaban el acceso a los pasillos de la facultad.

Cuántas veces he visto esta foto que entonces tomé, voyeur, y me he preguntado por el destino de esos chicos. Inevitables evoluciones que desembocan en enigmáticos mares, salados, revueltos, poderosos, sosegados. Sospecho que ya no andan por esos bancos junto al río Ill. Quizá ella se fue de la ciudad para estudiar en París y no volvió, quizá él ahora sea politoxicómano, puede que ella sea madre del hijo de otro y se haya casado con él, quién sabe si ella tuvo un grave accidente de coche y se enamoró de la enfermera que la cuidó en su convalecencia, quizá se les acabaron los besos, puede que pretendiesen empezar a medir y no encontrasen el rasero para hacerlo. Pero en la foto, ellos miran, se miran. Se preguntan, de forma retórica, en afectado francés, what are you waiting for?

¿Por qué sueñas lo que sueñas?

Sueñas, sweet dreams,
ansías y deseas.
Martin Luther King: I have a dream.
Dinero, por ejemplo. El sueño de Amancio Ortega:
a mi madre no le volverán a decir en la tienda de ultramarinos que no le fían más.
Un hombre, varias ilusiones:
dinero, ser el más rápido, ser el mejor, dinero,
saber más, tiempo
(¿para qué tiempo?),
ver el mundo, empaparse de culturas,
emborracharse tranquilo,
ir al fútbol y que gane tu equipo.
En Léolo: porque sueño yo no lo estoy.
Rodar la peli de éxito, lograr el cómic perfecto,
que tus hijos sean más listos, más altos, más fuertes,
tener el poder.
Everybody has a dream (Billy Joel).

¿Y por qué tus sueños van a ser mejores que los del otro?
¿Y por qué no quieres lo mismo que el prójimo?
¿Y por qué no me atraen tus ambiciones?
¿Y por qué sueñas lo que sueñas?

Globalización inversa

¿Qué es la globalización para mí? ¿Qué hace por mí? Gracias a las avanzadas infraestructuras de telecomunicaciones puedo estar en todo el mundo de forma simultánea. Aunque parezca ciencia-ficción, puedo pasear esta soleada mañana de sábado por París gracias a Google Street View. Sería capaz de estar en poco tiempo tomando café en New York, aunque ahora ya no haya vuelos en Concorde.

Conozco el modo de vida de tribus aborígenes australianas, indígenas del Amazonas, ejecutivos de Hong Kong, niños de las favelas de Río de Janeiro, Kobe Bryant o médicos nórdicos. No hay fronteras y el mundo se hace pequeño. Los negocios son globales, el dinero de hipotecas subprime firmadas en Estados Unidos influye en el patrimonio de mi primo. Conozco a gente de cualquier rincón del planeta, y puedo estar en contacto con ellos a cualquier hora. Algunos aprovechan para comprar juegos en Japón y un humilde trabajador de ojos achinados empaqueta un envío a Pedro Muñoz. El precio de un kilo de trigo en Villaescusa de Haro, Cuenca, influye en la cantidad de comida que podrá pagar un padre de familia en Calcuta, La India.

Los entramados sociales y comportamientos se exportan entre aquellos con acceso a los global mass media, y por eso veo por mi pueblo pasear a jóvenes con camisetas XXXXL de los Knicks, colgantes de oro y música made in Detroit, y por eso veo cómo hay grupos de música ingleses que despiertan fervor mundial antes de sacar su primer disco. No sé si esta sucesión de ejemplos consigue mi propósito, creo que uno puede hacerse una idea de las consecuencias de la globalización en su vida, en nuestra vida, habitantes del mundo ADSL y televisión.

Ceremonia del Pago a la Tierra

Pero hay otro mundo, y está en éste. En la imagen vemos a un Paco (equivalente al Chamán de la selva) que dirige un rito ancestral de origen inca en el cerro Huanac, Acomayo, Cuzco, Perú, en el que se hacen ofrendas a la madre tierra y a los Apus (espíritus de los antepasados que viven en los cerros) antes del inicio de una actividad vinculada a la naturaleza. En concreto, este ritual se celebra en honor del Programa Willay, que persigue acercar las telecomunicaciones a lugares remotos de Perú. Parece una paradoja que este señor andino, aislado y desconocedor del mundo más allá de su pequeño ámbito de influencia, rece para que las generaciones venideras se comuniquen a través de mensajería instantánea con sus OLPC.

Niños peruanos con OLPC

¿Cuánto cambiará la perspectiva del mundo de los pequeños peruanos con este tipo de avances? ¿Qué sentirán al leer en la Red noticias que hablan de miles de millones de dólares cuando ellos sólo se preocupan de comer? ¿Qué es la globalización para ellos, ahora y después?

Gin and Tonic

Enga, por una vez vamos a ser sinceros. Una persona se conoce por su actuación en diversos ámbitos. Por ejemplo, eltercero sabe que una persona es lo que come, y entonces una persona es lo que saca de su cesta del Mercadona mientras esperas en la cola. Una vez vi que una chica llevaba en la cesta 5 kilos de comida para perros y una garrafa de 5 litros de agua (sic). No supe qué pensar de ella. Lo normal es ver a hombres de 30-35 años que a las 14:15 compran una bolsa de empanadillas congeladas, un bote de fabada, una barra de pan y un pack de cervezas. Hoy una mujer llevaba 40 euros en productos de limpieza; creo que si sumo toda la limpieza de mi vida no sumaría tanto dinero. Ayer un abuelete llevaba una barra de pan, un paquete de magdalenas y fregasuelos Bosque Verde; seguro que no estaba viudo, no habría caído en comprar fregasuelos. Las chicas compran casei inmunitas, protege-slips (eins) y latas de tomate triturado. Algunas veces coliflor.

Otra forma de conocer a las personas consiste en ver la estantería de su habitación, pero es demasiado sencillo.

Y una última manera consiste en ver la mesita de su piso un sábado noche. Ahora, aquí, hay un ordenador, éste, un vaso con hielos, una botella de ginebra, una bolsa de «picos», una lata de Nordic semi-vacía y el mando de la tele. Supongo que ya tenéis motivos para pensar mal.

Jane

Jane

Como me sigas mirando así la violación estará justificada y no creo que ningún juez en su sano juicio ose castigar semejante gozo, tal explosión de belleza dinamitada. Y si no lo hago, guapa, es porque veo tus ojos y prefiero quererte a que me odies. Elijo reprimir mis instintos, tan naturales, mis deseos, tan bienintencionados, mis ansias, tan incontenibles. Elijo, por descarte, sufrir bajo el apuntalamiento de tus ojos en mis miedos. Y no me queda más remedio que pensarte bajo las alfombras de mis ilusiones y mis sueños. Que esos ojos que hoy me miran, parpadeen. Un signo de complicidad que sirva como excusa para acercarme más a la órbita bigravitacional de esos ojos capaces de entumecer mis aspiraciones. Y si no parpadea, si no guiña, si no sonríe, que cierre esos ojos para siempre y deje de molestarme, joder.

Gastad el dinero

Bolsas en caída libre

Los bancos estuvieron jugando con vuestros ahorritos como en el patio del colegio se intercambiaban cromos y ahora resulta que nadie quiere cambiar cromos a la hora del recreo y entonces lo que hacen es ir al profe y a papi para que les compren más en el quiosco.

Vorágines de ambición desmesurada mueven, temerosas, los hilos de los que pendemos…