Domingos por la tarde o invertir en supervivencia


Perspectiva de Villaescusa de Haro desde la quesería Villa d’Haro.

Encadenada en un mundo hostil
de obediencia o castigo,
obligada a tocar el violín
y ser todo lo que él siempre quiso.

[Balada del hombre desesperado y la novia en el río, Lovely Luna]

Cada vez son más los borradores que se quedan olvidados, durmiendo en el limbo del unpublished, aplastados por la contundencia del bahpáqué si a nadie le interesan tus desvelos. Nadie debe ser un número bastante aproximado de la gente a la que le preocupan tus tonterías, lo sé por empatía inversa. Porque a ratos duele manifestarse, abrir las manos y ofrecerlas con humildad: esto es lo que tengo, lo que ofrezco, mi provisionalidad, mi ruina y mi miedo. Nos aplican a todos los pueblos las restricciones de nivel 2 para que se nos quiten las ganas de salir a tomar una cerveza en esta semana triste y lluviosa. Y de repente, sí, se me han quitado las ganas de la cerveza y de discutir con los que no son padres, y son mis amigos y son gente muy mucho más mejor que yo, pero la imposibilidad de solapar las perspectivas frustra el resultado de cualquier debate. Disculpen el pesimismo, es domingo por la tarde, llevo casi dos años sin volar, un año y medio sin ver el mar, no sé cuánto sin ir al cine y muchos meses sin disfrutar de un concierto.

Me ha hecho ilusión que Alberto Olmos haya ganado esta semana la primera edición del Premio de Periodismo David Gistau, diez mil euretes por un demoledor artículo sobre la pobreza publicado en mayo. Aquí ya se habló de Alberto Olmos en 2011 por su novela Ejército Enemigo y, desde entonces, lo seguimos, primero en su blog Hikikomori y ahora en su irreverente Mala Fama de El Confidencial. Supongo que le haría gracia saber que sale a relucir en cursillos pre-matrimoniales por un artículo en el que decía «No tengo ninguna necesidad de explicar lo feliz que me hace mi hija. No voy a convencerte de que tengas hijos porque luego no podré convencerte de lo más importante: que los quieras y los cuides. No tengáis hijos por obligación o debilidad, nadie os lo está pidiendo». Esta semana ha publicado un artículo bestial sobre Irene Montero que nace de una mezcla de frustración e inquina traicionada, quizá de las mejores lecturas breves de la semana para tonificar el rencor machista; si la ministra lo lee quizá opte por recoger los bártulos y anunciar su repliegue: lo siento, os he fallado, abandono la política pero me quedo con mi chalet a las afueras, mi familia numerosa, mi esposo fiel, mis reportajes de moda, mi netflix, mis ayudantes en casa, mis aspiraciones de educación de élite para mis hijos, mis cumpleaños con tartas caseras y mis escoltas «multidisciplinares». Y concluir con alguna moraleja tipo a) siempre soñé con ser una chica bien o b) lo malo es cuando los privilegios los disfrutan otros o c) sois unos machistas impenitentes. Huelga decir que su lifestyle no sería en absoluto reprochable si no fuese porque se gana el pan luchando contra gente como ella, que se lo digan a su compi Teresa.

Me ha hecho ilusión descubrir la apertura de la Oficina de Gestión de Ideas del CA2M de Móstoles. Aplican la consigna del máximo esfuerzo para obtener el mínimo resultado para dar solución a puñados de incógnitas populares. La política y la cotidianeidad, dos de los pilares sobre los que ahora se sustenta esta existencia, están tan en las antípodas del arte que estas historias me pellizcan la percepción de la realidad como si estuviese descubriendo un mundo nuevo al estilo del protagonista de Solenoide.

No me ha hecho ilusión adquirir conciencia del sombrío panorama del mundo rural: atraer población es complicado y retener ya es tarde porque hubo tantos que se marcharon sin previsión de billete de vuelta. Los presupuestos, tanto generales como regionales, ignoran un drama de compleja solución; como anticipó Jesús Patiño hace unos días, «el primero en marcharse de los pueblos fue el Estado, no la gente», tesis también defendida por Sergio del Molino en su célebre ensayo La España Vacía. Remarco la columna de Manuel Astur en El Cultural de esta semana: «uno no entra en un monasterio para comenzar a creer en Dios. Antes de cambiar de vida material, hay que cambiar de vida mental. De lo contrario, me temo, los pueblos se llenarán de ciudadanos que no entenderán nada».

No me ha hecho ilusión leer en el BOE el flamante procedimiento de actuación contra la desinformación. Un procedimiento que no explora la vía legislativa sino la supervisión por parte de órganos dependientes del ejecutivo y que anticipa incluso el control de los medios de comunicación. Y sufrimos, de forma inconsciente, la ambivalencia de querer creer que la desinformación hace daño pero que estos gestos suponen los preliminares de controles temerarios: os mostraremos las fuentes de las que brota la verdad única. Dejadnos en paz, malditos, casi siempre preferimos nuestra verdad, nuestra mentira y nuestra duda. Dejadnos en paz y no nos aboquéis a abismos de libertad, de pluralidad y de concordia fingida.

Enhorabuena a Biden por ir corriendo al atril con casi ochenta años, enhorabuena a Roglic por endulzar con esta Vuelta el agrio final del Tour, enhorabuena a Olmos por los diez mil euros, enhorabuena al dúo cómico Sánchez et Iglesias por hundir los cimientos y valores de un país sin el más mínimo encontronazo social, enhorabuena a Xoel por su nuevo Si mi rayo te alcanzara, y enhorabuena a mí por haber echado a perder otro domingo por la tarde y haberlo sobrevivido.

La resaca de la moción de censura


Análisis gráfico de una moción de censura.

Eres tú quien va a cambiar el mundo,
quien destrozará
las teorías de la humanidad.

[Luciérnagas y mariposas, Lori Meyers]

De inicio la jugada era tramposa: Santiago Abascal no había concebido la moción de censura para ofrecerse como legítimo presidente del Gobierno, sino de forma exclusiva como encerrona política a Pablo Casado. Y, precisamente por su maquiavélica concepción, no cabe la interpretación simplista de que el Partido Popular, con su «No» a Vox, ha apoyado al nefasto Gobierno actual. Desde esa óptica, el rechazo de Vox a la coalición España Suma también debería tildarse de apoyo sanchista.

Antes del combate, los analistas y politólogos lo tenían claro: Pablo Casado iba a fracasar. Si se enfrentaba a Abascal, porque perdería un espacio electoral que hasta la llegada de Vox le era fiel por falta de alternativa. Y, si apoyaba la moción de censura, porque coronaba al ex-militante popular como jefe de la oposición, y en ese barro de jugar a ser Vox siempre iba a ganar el original. En el filo del precipicio, Casado optó por la instintiva sensatez: marcar distancias a nivel ideológico y práctico con los postulados que había defendido, con bastante torpeza y mezclando churras con merinas por cierto, Abascal.

De hecho, paradójicamente, Casado debe ahora agradecer al líder de Vox que le haya brindado la oportunidad de exponer, en un escaparate hostil, su proyecto político y demostrar su incuestionable capacidad parlamentaria. Su genuino discurso perfiló su liderazgo y mostró con convencimiento el amplio espectro político que ocupa el Partido Popular, diferenciándose del resto de partidos de su entorno en una concepción lineal de la política que ya ha quedado obsoleta.

Más allá de los puntos de conexión ideológica, y de que la gran mayoría de los votantes de Vox no se enmarcan en la extrema derecha sino en una derecha tradicional que sintieron huérfana en un tiempo pasado, Pablo Casado supo visibilizar las diferencias y marcar distancia con un partido concebido como de extrema derecha. Porque el Partido Popular debe desmarcarse del discurso eurófobo, xenófobo, excluyente, nacionalista y populista de Santiago Abascal.

Así, el líder popular perfiló con precisión los márgenes que separan al Partido Popular de Vox más allá de los puntos de confluencia: la defensa de la Unión Europea como convencimiento de que unidos en un mundo globalizado somos más fuertes, el deseo de una España unida y plural en contra de la monolítica concepción nacional de Vox y la defensa del Estado de Derecho enmarcado en una Constitución a la que Abascal hiere en su discurso. En una provincia como la nuestra, tan dependiente a día de hoy del apoyo económico europeo a la agricultura y la ganadería, se antoja contradictorio el discurso euroescéptico.

De este modo, desde el pasado 22 de octubre se ha iniciado la compleja y larga travesía del ensanche de la centroderecha nacional a la luz de Pablo Casado, consciente tanto de su arriesgada apuesta como de la necesidad de tiempo para favorecer la decantación del ensanche, entendido más como atracción magnética que como aspiradora forzada. No resulta, como es evidente, baladí el asunto por muchas cuestiones entre las que se podrían destacar dos.

La primera, la dificultad de generar expectativa e ilusión en un votante frustrado al que Vox atrae vía populismo utópico. Deberá Casado arremangarse para convencer y subrayar más lo que diferencia que lo que une para que el votante pueda discernir su legítima opción. Ya le sucedió, en el espectro opuesto, a Podemos, que arrancó la ilusión de la izquierda pero que ha pasado, en tres años y tres elecciones generales, de 71 a 35 diputados. Y también le ha ocurrido, una vez apagada la percepción de ilusión, a la extrema derecha en Europa: Amanecer Dorado en Grecia ha desaparecido del Consejo de los Helenos y el Partido Liberal de Austria ha pasado del 26% al 16% de apoyo electoral.

La segunda, el frente de batalla que se abre en las redes sociales, donde las noticias falsas se expanden exponencialmente más rápido que las veraces y se fomenta inmisericorde la polarización de los discursos. Sin ir más lejos, Macarena Olona se jacta ahora de la pérdida de seguidores en Twitter de algunos parlamentarios populares tras la moción, como si su objetivo fuese ese, la política como trending topic. Sin embargo, y sin duda, no se debe minusvalorar la capacidad de las redes sociales para transmitir un sentir y generar una tendencia que arrastre ilusiones y voluntades. En el barro del populismo cobra, si cabe, más sentido utilizar el argumento sólido como arma de futuro.

Y, mientras tanto, tiempo al tiempo.

Sebastián, Alfonso y otros Dominicos Desempolvados


Foto de dron del convento dominico antes de abrir sus entrañas.

Es tu vida en directo
y es mejor que nadie te la cuente,
porque desgraciadamente habrá capítulos insulsos,
habrá lagos de memoria para hacerte darte cuenta
de lo que realmente importa,
si es que algo importa.

[Tu vida en directo, León Benavente]

No soy tan viejo como para recordar ese solar de otra manera. Vallado desde hace bastantes años, lleno de maleza, inhóspito por sus desniveles y barrancos. Su estampa de parcela abandonada bajo las ruinas de los frailes está grabada en el imaginario colectivo local. Desde luego que no conformaba una imagen bella pero tampoco molestaba, bien cercada y casi en un extremo del pueblo. Se distinguía el muro perimetral del claustro, una higuera crecía por el muro exterior de la zona sureste, dos colosales piedras de molino sobresalían entre los cardos, abandonadas ahí hace casi cuarenta años por encontrarse en el recinto de construcción de la piscina municipal, varios cipreses adultos disimulaban las vistas en el lateral más transitado. Podrían haber pasado decenas de años sin más alteración en el paisaje del solar que la originada por la mutación vegetal entre estaciones.

La Oportunidad o el Tren que no se Deja Escapar

Hay que remontarse al 11 de junio de 2018, coincidiendo con el séptimo aniversario de mi primera toma de posesión como alcalde de la villa. Habían pasado muy pocos días desde que Pedro Sánchez provocase la caída de Mariano Rajoy como Presidente del Gobierno. Aquella mañana de junio fui a Madrid a una reunión concertada en el Ministerio de Fomento gracias a la mediación de Benjamín Prieto, entonces Presidente de la Diputación de Cuenca; los altos cargos ya se encontraban «en funciones» por el triunfo de la moción de censura. El imponente edificio ministerial abruma y eso de estar en el Paseo de la Castellana, para los que somos de pueblo, pues también, la verdad. Y el control de acceso, claro. La mala memoria ha olvidado el nombre y cargo de las dos personas que nos recibieron y a las que, en su anonimato, les estaré siempre agradecido. Nos explicaron con paciencia y clarividencia los motivos por los que nuestro proyecto para finalizar la iglesia de los frailes (iluminación, aseos, oficina, recepción, auditorio, etc) había sido descartado en la última convocatoria del 1,5% Cultural. Y ahí habría acabado la insulsa historia si no fuese porque nos dieron las claves para presentar proyectos exitosos y conseguir buena valoración a ojos de los evaluadores técnicos del Ministerio de Cultura.

Ese mismo día fui consciente de que debía centrar los esfuerzos en el enorme solar, abandonado y olvidado. Llamé al arquitecto y le propuse elaborar un proyecto de excavación arqueológica del desaparecido convento para concurrir a la convocatoria del 1,5% Cultural. El 28 de junio de 2018, el Ayuntamiento de Villaescusa de Haro presentó solicitud para la financiación de las obras de “Rehabilitación del Convento de los Dominicos (Fase IV): excavación arqueológica y consolidación preventiva para la recuperación del claustro del Convento”. Pasaron los meses. El 13 de marzo de 2019 se filtró en prensa el anuncio de la resolución favorable; recuerdo que era miércoles porque estábamos en la cena semanal del Club Gastronómico El Capellán cuando miré el móvil y me saltó el aviso. Solo cuatro proyectos de Castilla-La Mancha habían resultado beneficiarios, y el nuestro como único de la provincia; con el tiempo supe que, además, fue uno de los que mayor puntuación global obtuvo. Al placer del forro asado se le sumaba el gozo de la subvención que ratificaba la satisfacción por el trabajo bien hecho. Quedaban poco más de dos meses para las elecciones municipales y confieso, aquí y ahora, que la posibilidad de ser partícipe de esta excavación arqueológica fue uno de los motivos que decantaron la balanza para optar a la reelección.

La Incertidumbre entre Incógnitas y Burocracia

En las siguientes semanas, la empresa matrimonial ARQOH Arquitectos elaboró el proyecto de excavación con todas las incertidumbres evidentes, ¿cómo saber qué partidas de restauración y consolidación presupuestar si no teníamos ni la más remota idea de si bajo los escombros quedarían indicios del vetusto convento? Por las catas de las fases previas de trabajo se sabía que perduraba el enmorrillado -pavimento de guijarros, en este caso conformando un sobrio mosaico- del claustro aledaño a la iglesia, y casi nos aferrábamos a esa evidencia como única prueba de supervivencia. La historia cuenta que el convento fue quemado y expoliado, así que las expectativas se ajustaban al escepticismo manchego. Tampoco eran demasiado optimistas los funcionarios del Ministerio.

Pasaron los meses con tiras y aflojas administrativos y presupuestarios hasta que recibimos la resolución de aprobación definitiva por parte del Ministerio a finales de año. Nos comimos las uvas tranquilos y presuponiendo que 2020 sería un buen año. Sospecho improcedente alegar, a estas alturas, en contra de nuestro futuro profético. Así, la paralización administrativa provocada por la pandemia retraso la licitación de la obra hasta finales del mes de julio. A principios de agosto se celebró la mesa de contratación para asignar la empresa adjudicataria (Cobe S.L.U.) y el primer día de septiembre arrancaron las obras.

La Sorpresa o los Olvidados de la Historia

Durante estas escasas semanas los avances han sido impactantes, sobre todo para los que, por edad, no tenemos recuerdo de otro paisaje en la zona. De forma paulatina, a medida que avanza el trabajo de las máquinas excavadoras y operarios, la planta del convento ha ido mostrándose con sus estancias, refectorio, patios interiores con pozo y aljibe, sacristía, bóvedas, muros exteriores, etc. Sin duda, los estudios arqueológicos darán más luz cuando el reposo de la excavación lo permita pero, por fortuna, lo visible anticipa ya muchas pistas para la conjetura histórica.

El pensamiento más recurrente, inevitable, es el de comprobar que todo estaba ahí desde hacía tanto tiempo, congelado, aguantando toneladas de escombro que enterraron y, al tiempo, protegieron los restos del convento. Hemos vivido ajenos a una realidad disimulada al acercarnos a comprar el pan o entrar en el colegio, casi enfrente: aunque no se percibiese, todo estaba ahí, mudo. Salvando las distancias, cuando visité Machu Picchu en 2016 me sorprendió que hubiese permanecido desaparecido durante tantos siglos hasta su descubrimiento por parte del explorador estadounidense Hiram Bingham en 1911, ¿cómo podía permanecer una ciudad oculta al afán dominador humano, siquiera en mitad de la selva? Quizá sea más sencillo de entender al comprobar cómo aquí hemos ignorado durante tantas décadas un solar dentro de un pueblo y a sabiendas de que correspondía al convento cuya anexa iglesia sobrevivía en estado ruinoso.

La Historia como Losa de Verdad

Hay que remontarse casi cinco siglos, a 1535, para conocer la génesis del convento. En aquel año pasaron a predicar por Villaescusa de Haro dos frailes dominicos, Fray Pablo de la Cruz y Fray Gaspar Portugués, que, con el beneplácito del pueblo, decidieron quedarse y aspirar a fundar un convento. Debía bullir la villa de vida en ese siglo. El entonces Obispo de Cuenca, el ilustre villaescusero D. Diego Ramírez, otorgó licencia para su fundación el 26 de junio de 1535 y, al año siguiente, el rey Carlos I la ratificó con fecha de 5 de mayo de 1536: «liçençia a los frayles de los predicadores para hedificar un monesterio en Villaescusa de Haro». Dado que Villaescusa de Haro se encontraba en territorio de la Orden de Santiago, era preceptiva la aprobación del rey para autorizar la construcción de un convento de otra Orden.

Quiso la fortuna que el Obispo D. Sebastián Ramírez de Fuenleal regresase de su periplo por América en aquella época y aportase los medios económicos y el solar para la construcción del convento en su villa natal. El maestro de cantería al mando de la obra fue Francisco de Luna, implicado en numerosas obras conquenses en la primera mitad del s. XVI. Las fuentes históricas narran que el convento se construyó casi íntegramente entre 1542 y 1547, año de fallecimiento del fundador D. Sebastián, cuyos restos deben descansar bajo el presbiterio de la iglesia del convento. Así, en la esplendorosa portada de la iglesia, joya del plateresco castellano, destacan los escudos de los Ramírez de Fuenleal y de la orden dominica.

Tras el fallecimiento de D. Sebastián, su sobrino D. Diego Ramírez Sedeño, Obispo de Pamplona y también nacido villaescusero, contribuyó económicamente para la conclusión de las obras. La iglesia del convento tardó muchos años en concluirse; consta que en 1635 aún no estaba acabada la capilla mayor. Se calificaba entonces al convento como uno de los más grandes y de mejor construcción de la Orden Dominica en España.

La decadencia del convento se fraguó en el s. XIX. Durante la Guerra de la Independencia sirvió de cuartel a las tropas francesas del general Fontayne. Fue abandonado a finales de 1835 como consecuencia de los sucesos políticos (exclaustración) y matanzas de frailes en el país. Al año siguiente sufrió la desamortización de Mendizábal y, posteriormente, fue incendiado, expoliado y abandonado por el Estado, que vendió tanto el solar como los materiales, podría ser que a Eugenia de Montijo en 1858 para la rehabilitación del castillo de Belmonte. En 1868 solo quedaban en pie los muros de la iglesia, es decir, una estampa similar a la del año 2011, en el que se inició la primera intervención de restauración tras la adquisición del inmueble por parte del Ayuntamiento de Villaescusa de Haro a principios del s. XXI siendo alcalde Balbino Millán.

La Esperanza como Satisfacción y Futuro

Con humilde realismo podemos afirmar que esta excavación no supone un hito histórico nacional; sobreviven en perfecto estado montones de monasterios de hace cinco siglos en su propia singularidad, algunos tan apabullantes como el cercano monasterio de Uclés. No estremecerá la perspectiva de los arranques de muros de piedra y tapiales de los dominicos como, por ejemplo, una visita al mosaico figurativo romano de Noheda. Logrará conmover, si acaso, al vecino villaescusero al que han agitado con fruición su realidad visual y que siente como propias las ruinas del entorno.

En el entretanto, seguiremos fascinados los avances de una excavación arqueológica que sorprende, día a día, con hallazgos inesperados. Los primeros días aparecieron más zonas de enmorrillado alrededor del claustro, como las ya identificadas, y se constató que el paseo del claustro no era cuadrado sino en forma de U, con el lateral sur cerrado. La segunda semana ya salió a la luz el refectorio, con un singular banco corrido de yeso alrededor de toda la estancia. El 21 de septiembre se descubrió una losa de piedra labrada con el escudo de los Ramírez de Fuenleal en el propio refectorio; se especuló con que podría ser la mitad de la lápida sepulcral del obispo fundador, si bien pronto se descartó la hipótesis. Y al día siguiente, un silo de más de cinco metros de profundidad que sorprendentemente se encontraba vacío, sin escombro, sin humedad, como esperando grano. El día 23 ya se distinguía claramente un patio cuadrado interior de solado enguijarrado con pozo, aljibe y sistema de desagüe. El viernes 25 de septiembre nos tropezamos con la mitad inferior de la lápida que había aparecido cuatro días antes, un hallazgo que permitirá leer la inscripción perimetral completa y que podría ser del enterramiento de un Alfonsus en 1646, quizá Alfonso Ramírez de Fuenleal; según el Compendio Histórico reseñado como «uno de aquellos varones ilustres de gran entendimiento que hubiera dado mucha gloria a la villa de no haber fallecido a la temprana edad de 18 años». El 2 de octubre se mostró un colosal capitel por identificar, seguramente sostén de un arco del claustro, que da idea de la magnificencia del convento. Y los muros y escalones van definiendo los límites y divisiones del edificio con nitidez a medida que pasan los días.

Se abren ahora las entrañas del viejo convento y adquiere sentido el paso de la historia por este rincón manchego que fermentó obispos y ahora sufre el deshielo rural. Podemos sentirnos afortunados por vivir una época de notable sensibilidad hacia el cuidado de nuestro patrimonio histórico-artístico, lo que habilita la seducción por desenterrar la planta de un convento que convivía, olvidada e invisible, entre nosotros y, con ello, despertar al s. XXI el modo de vivir y de pensar de un puñado de frailes del s. XVI, como un archivo histórico no de papel sino de piedra y yeso.

P.S. Galería fotográfica de la evolución de las obras, primero de la iglesia desde 2011 hasta 2018 y después de la excavación arqueológica iniciada en septiembre de 2020:

convento dominicos

El Abecedario & El Bocadillo


A la escuela con una mochila de ilusión.

Eso que tú me das
es mucho más de lo que pido.
Todo lo que me das
es lo que ahora necesito.

[Eso que tú me das, Jarabe de Palo]

Después de casi tres años de mimos y zarpazos, de salvajismo entre algodones, si nada cambia, dentro de diez días tendrá su primer día de cole. A él le preocupa que le echemos dos bocaillos en la mochila, y a nosotros, todo lo demás.

Durante estos días no se habla de otra cosa y los padres manifiestan su temor al tiempo que los profes y equipos directivos confiesan su incertidumbre y, también, miedo. Iluso el que se atreva a simplificar un contexto tan difícil, pero cuánto tiempo perdido y qué dejadez de funciones de algunos responsables políticos del ramo. Da la casualidad de que tanto a nivel regional como nacional gobierna el socialismo con equipos más preparados para la propaganda y manipulación mediática que para la gestión y la búsqueda de soluciones a problemas reales.

No me gustaría haber estado en el pellejo de los directores de centros educativos durante este verano sin disponer de instrucciones claras, de ratios, de variaciones de personal, de protocolos en diferentes escenarios, de posibilidades de nuevos espacios, abandonados a una improvisación que comenzará en septiembre. Contra este enemigo cruzar los dedos no suele ser una buena solución.

Y preocupa también el ambiente infantil, cómo se marginará y culpabilizará a alumnos y padres cuando se identifiquen rebrotes y se señale, inquisidor, su origen. Y el miedo personal de muchos profesores de edad avanzada, o de salud frágil, o convivientes con familiares mayores. Y las idas y venidas de cierres y aperturas ante cada rebrote que desorientará más si cabe a los alumnos.

The New York Times publicó el otro día una sonrojante columna de muy recomendable lectura titulada «El país donde las discotecas son más importantes que las escuelas». Dan ganas de llorar; menos por los dos bocadillos, por todo lo demás.

Fragmentos de un No Saluda

[fragmentos de las palabras del pasado 15 de agosto]

La suspensión de las fiestas patronales ha conllevado la anulación de procesiones, del acto del pregón de fiestas y coronación de la corte de honor, de los fuegos artificiales que simbolizan el inicio de las fiestas, de comidas y aperitivos populares, de actos deportivos, culturales y solidarios, y de muchos otros eventos que todos los meses de agosto dan vida a nuestro pueblo.

Hemos vivido una etapa de aislamiento y distanciamiento que ha desembocado en estos días de denso vacío, de extraña incertidumbre y sentimientos en tensión. Como si ayer no fuese catorce de agosto ni hoy quince, una realidad que cada persona siente y vive de forma única en su propia singularidad.

Porque, a pesar de todo, sentimos la necesidad de creer, de creer en nuestra fiesta, en nuestra convivencia, en nuestro futuro. Anoche un grupo de gente joven lo significó a la perfección prendiendo una batería improvisada de fuegos artificiales seguida de vítores a la Virgen y al pueblo que los une todos los veranos. Quisieron simbolizar el inicio de las fiestas antes de lanzarse a celebrar con ímpetu y entre amigos lo que merecen. No se puede leer como un gesto romántico vacuo sino como una íntima necesidad colectiva.

Que ahora al terminar la misa no haya invitación popular al vino de honor no significa que no debamos salir a tomarlo con familia y amigos, más bien al contrario, debemos compartir -con prudencia- la alegría de la celebración.

Por último, se recuerda que conservar la calma en mitad de una epidemia es un acto de civismo; el verdadero coraje significa pensar en los demás, sabiendo que todos compartimos la misma fragilidad y necesitamos al prójimo. Seamos conscientes de las consecuencias de nuestras decisiones y nuestros actos, nuestra libertad requiere nuestra responsabilidad individual.

Serranía Conquense, Nuestra Joya


Mirador a Santa María del Val.

Si ves las fisuras de la erosión,
nacen los cuervos de tu corazón,
déjalos volar,
déjalos llorar.

[Alma de Oro, Xoel López & Ede]

Un pueblo del sur de Madrid, Móstoles por ejemplo, tiene más habitantes que toda la provincia de Cuenca. Todos juntos y aspirando a vivir en otro lado, Pozuelo de Alarcón por ejemplo. En Móstoles hay bloques o urbanizaciones más grandes que la mayoría de los pueblos de Cuenca, e incluso pisos con más convivientes que habitantes en municipios conquenses. Por contra, Cuenca tiene más de diecisiete mil kilómetros cuadrados de extensión, lo que significa que en un kilómetro cuadrado te caben de media unos once conquenses. Para entendernos, más de doce campos de fútbol por cabeza. Nuestro alojamiento en el norte de Cuenca estaba a más de 170 kilómetros de nuestros campos de fútbol, que se dice pronto dentro de una provincia.

A fin de aprovechar la coyuntura espacial se ha presentado recientemente una campaña publicitaria provincial bajo el lema «Kilómetros de calma». Sin duda una consigna acertada, aunque peligrosa si le pilla a uno con poco combustible en el depósito o con mucho hambre en un viaje. En el contexto de mascarilla y distanciamiento individual parece idóneo vender que tienes kilómetros de calma y que podrás infringir normas -como respirar con la nariz al aire o remojar los pies en una laguna- en tus doce campos de fútbol porque sería mala suerte que alguien violase tu vasto espacio.

Con ese ánimo marchamos a la joya de la corona de la provincia, la Serranía Alta Conquense, paraíso del pino y la soledad. Kilómetros de calma, de curvas, de desnivel, de verde y agua, de humildes pueblos embutidos casi con vergüenza en los valles fértiles, como integrados en un entorno natural más reciente que ellos mismos. Un destino polivalente donde los haya, para hacer senderismo o ir en bici, escalar paredes escarpadas en hoces imposibles, vigilar buitres en amenazante vuelo, transportar la madera de los pinos por el cauce de los ríos (maderadas) o navegar en canoa con los amigos, tener frío en verano, tener frío en mitad de una ola de calor en mitad de la canícula de Santiago, viajar al pasado serrano, comer mucho y bien, cenar mucho y bien, perderse en los senderos de abajo o sentir vértigo en lo alto de las hoces, esquivar al bicho, relativizar realidades, saborear un trozo de aquella vaca a la brasa o saciar la sed con agua fresca de ese manantial, ¡y maldecir que se vean tantas estrellas en el cielo que no se puedan distinguir las constelaciones cercanas!

Si la casualidad os lleva a El Tobar, cerca de Beteta, podréis comer en dos lugares diferentes pero ambos muy recomendables. Uno, el restaurante Castilla, negocio familiar de Agustín y Socorro donde te sentirás mejor que en casa; los boletus con huevo y trufa propia son una obscenidad por sabor y precio. Tanto el menú del día como la carta merecen un repaso. Otro, el asador El Perula, de Jóse y Alba, con su hija Sara a los fogones, solo a la carta y con precios superiores a la mayoría de la hostelería de la comarca pero con resultados excelentes; la ternera a la brasa en cualquier corte es inolvidable.

Bromearé con que atravesábamos el pueblo tras la cena diciendo que era nuestro paseo marítimo, cambiando humedad por sudadera y rumor del mar por ruido de grillos. Era curioso porque había sillas de plástico «al fresco» pero ni rastro de sus ocupantes, como para dar sensación de mayor multitud. El combate contra la despoblación se asemeja al de la fe; uno nunca sabe si dejarse la piel y que le rechinen los dientes del esfuerzo o simplemente rendirse a la inercia y la duda y la realidad perceptible. Si merecerá la pena desmayarse y estar furioso al ver el puñado de habitantes de tantos pueblos, ese asistir a la última generación que impulsa el latido de vida de enclaves mágicos que no son Macondo ni Comala, ni queremos que Ainielle. Sois la última generación que ha desarrollado su vida completa aquí desde el parto hasta la expiración, los últimos que conoceréis los entresijos de la tierra y el arroyo y el viento y los árboles genealógicos del lugar desde antepasados remotos, dueños del último ganado que disfrutará de esa libertad de pasto en el monte, gracias a vosotros; si nos ponemos dramáticos la última vez que se barrerá esta calle con casi todas las viviendas abandonadas en el frío del invierno. Para algunos sois la nostalgia de una infancia felizmente deformada en un tiempo con el viento siempre a favor y el refugio de veranos de morriña y paz, para otros más jóvenes simbolizáis un reducto de libertad anacrónica y de amor forzado. Los años caen tan pesados como las losas que tapan a los difuntos no reemplazados; hay que morir pero dejando estelas de vida. Queremos imaginar futuros de esperanza y de posibilidades, territorios tan vastos necesitan custodios y amantes, es un deseo y una necesidad. Cómo no querer vivir en un lugar llamado, por ejemplo, Peralejos de las Truchas en los Montes Universales. Os (nos) reclaman a día de hoy como mercancía política tras lemas como el de la España vaciada o los pactos contra la despoblación y revitalización rural como si una inercia tan devastadora se pudiese frenar con un párrafo de ideas. Y mientras aprovechamos el drama como figura literaria para rebozarnos en boñigas de artificio.

Empecé a escribir esta entrada porque un amigo me pidió recomendaciones y se me acaba el folio sin haber apuntado POIs, aunque algún retazo colgué por instagram. Hay que visitar el Salto de Poveda, en Poveda de la Sierra, cómo se despeña el Tajo en una torca agreste, ya en el parque natural del Alto Tajo en la provincia de Guadalajara. Hay que acercarse siempre al nacimiento del río Cuervo en Vega del Codorno, tan vestido para la ocasión con sus pasarelas y su señalización, un agradable paseo incluso en familia (sic) allá donde brota el agua a las puertas de la gruta, sin duda la parada más reconocible de la serranía. Merece la pena la laguna de El Tobar, aguas tranquilas y accesibles donde uno menos se lo espera, y detrás del cerro del Sur el embalse de La Tosca con mirador desde Santa María del Val, que refresca con solo mirarlo. La hoz del río Guadiela en Beteta merece un recorrido pausado por la fuente de los Tilos y la cueva del Armentero. Y en lo alto de Beteta se alza el castillo de Rochafría, de reciente intervención para garantizar su supervivencia, y que goza de una vertiginosa vista de la vertiente Este de la hoz de Beteta por donde transcurre la carretera hacia la Cueva del Hierro. En cualquier caso una visita a la serranía ni siquiera requiere un mapa de puntos de interés, su personalidad intrínseca te invade sin grandes alharacas y un recorrido a pie, en bici, en canoa o en coche es más que suficiente para dejarse atrapar por su encanto.

Cuando uno regresa de un viaje valora mucho más su hogar; en este caso, sin embargo, nada más llegar a casa me entraron ganas de dar la vuelta y seguir transitando por los pueblos serranos y su naturaleza protagonista.

Oropéndola DJ en La Pesquera Tonight


Oropéndola vista en este rincón.

Si me das a elegir
entre tú y mis ideas,
que yo sin ellas
soy un hombre perdido, ay amor,
me quedo contigo.

[Me quedo contigo, Los Chunguitos]

Ver una oropéndola en la pesquera llama tanto la atención como ver un payaso en un funeral. Espléndidas oropéndolas de color amarillo chillón revolviéndose entre chopos viejos de ramas secas en un entorno áspero y ocre bajo el sol impío del verano manchego. Vuelan por la pesquera ajenas a la realidad e ignorando que este atípico verano es de duelo y de miedo y que tendrían que cobijar su pecho brillante bajo sus discretas alas negras y cambiar su canto de merengue a gregoriano. Y, sin embargo, han nacido para brillar y destacar entre nuestra mediocridad, y gracias que la evolución les ha enseñado a mostrarse esquivas a la vista de los depredadores. La vida misma.

Tal y como está el patio del circo lo raro es que no se le haya ocurrido a algún iluminado independentista reclamar el fastuoso amarillo de la oropéndola como patrimonio de sus ansias políticas. Si nos dan a elegir entre una oropéndola y Puigdemont la disyuntiva se decanta en un instante: la belleza innata versus la psicopatía fanática. No exagero: hace miles de meses, en marzo, ya hubo pataleta entre simpatizantes de ERC porque el Gobierno de España había rotulado el lema contra el coronavirus («Este virus lo paramos unidos») en amarillo y negro, colores oropéndola, y para más inquina con la palabra «virus» en amarillo. Tuvo que salir un señor serio y enjuto a justificar el uso de los colores recurriendo a la convención internacional y alegando que una bandera amarilla y negra en una embarcación ha significado históricamente «barco en cuarentena». Si pensáis que Cataluña es algo así como un barco en cuarentena es cosa vuestra.

Este virus lo paramos unidos. Hemos apuntalado el aspecto cromático del lema pero me daría pavor afrontar el enfoque semántico. Qué paradigmática esa reivindicación de «pararlo unidos» como si se tratase de una batalla de braveheart en la que tuviésemos que combatir hombro con hombro; no respetamos la distancia de seguridad interpersonal ni en las consignas. Tuvieron ese mínimo pudor de no definirlo como «Unidas Podemos parar el virus». Más desafortunado, si cabe, fue el eslogan gubernamental de finales de mayo: «Salimos más fuertes». Pensé que era una broma; aunque en las escuelas de publicidad enseñen a usar la herramienta del shock para campañas exitosas, en este caso atacaban a puñal nuestra inteligencia más básica: ni hemos salido, ni somos más después de tantos fallecimientos, y mucho menos más fuertes vista la coyuntura política, económica y social que nos toca afrontar.

Cuesta adivinar qué historia estamos pintando. Parece evidente que no la de los hechos sino la del relato guiado, la versión edulcorada y moralista de una realidad despiadada, aunque parece difícil intuir cómo se evaluarán estos tiempos con el transcurrir de las décadas. Quisiera ser pesimista pero esta noche habrá concierto de Oropéndola DJ al fresco y ofreceremos toda nuestra energía para que los djs sigan mostrándose como un oasis de vitalidad en este desierto de desidia.

Houellebecq Insumiso


Trashumancia en dirección Teruel en el solsticio de verano.

La raíz que tú arrancaste
no ha crecido nunca más.
Nadie vino de esa tierra fría
a llorar tu funeral.

[Romance de la plata, Christina Rosenvinge]

Agradezco haber devorado Sumisión a pecho descubierto, sin ir provisto de armas ni del lápiz de subrayar y anotar. Una lectura fugaz para huir del miedo sociológico. Habría sido, esta vez, un combate fatigoso, el lápiz contra las páginas de la novela, contra unas páginas que contienen tanto de una sociedad en decadencia, de una civilización al borde del abismo de la pereza y de la rendición, de un gremio débil contra las cuerdas, de la sumisión de la intelectualidad a la sexualidad, del alcohol como único refugio, del nihilismo suicida que impregna un fundado pesimismo ante el futuro político y el nuevo orden mundial.

Cuando mi hijo me preguntaba qué estaba leyendo le decía que la historia de un señor que no tiene mujer, ni novia, ni padre, ni madre, ni hijos, ni trabajo, ni coche, ni bici, ni apenas amigos. Me miraba triste, con sus dos años y medio, y se iba desinteresado a colocar los números del puzzle en el tren. Y ahí me quedaba yo, a solas con François, temeroso de que se quitase la vida tras el propio suicidio de la civilización europea post grandes guerras, ratificado en la autopsia del historiador británico Arnold J. Toynbee. Él jugando y yo sufriendo.

El viejo cabrón de Houellebecq es un prestidigitador o es un estafador, conclusión poco original para definir siempre al autor de una distopía. Sumisión pasa a la cumbre de lo que he leído del autor junto a El mapa y el territorio, y por encima de Las partículas elementales y Plataforma. Al francés le encanta hacer malabares sociológicos por no decir que aspira a abofetear nuestra ignorancia, inocencia y pereza.

Cuando me sienta preparado, me armaré de lápiz e ideas para enfrentarme otra vez a Sumisión y a Houellebecq. Espero sobrevivir.

P.S. Escuchad la canción de Christina Rosenvinge, un tema terrible y que ella tan bien introduce cuando lo toca en directo, apoteosis de poco amor a un padre.