El precio de la grandeza es la responsabilidad.
Winston Churchill
La noche del 13 de marzo los capellanes se juntaron a cenar en el sótano de Balbi como cualquier otro miércoles. Al subir para marcharnos, alrededor de las prudentes diez de la noche, descubrimos que estaba allí cenando DJ Martin con Balbino y Montse. Al vernos, exclamó escandalizado: «¡y traéis a los niños a semejante bacanal!«. Sonreímos porque veníamos de pasar un rato agradable y tranquilo con un vaso de vino y algo de cerdo a la brasa. Y es que este ya cumplido 2024 quizá haya tenido algo de bacanal a ojos ajenos, no como orgía pero sí como celebración.
El 6 de enero Alfonso nos asustó cuando dijo «papá, tengo poca velocidad en el pecho» por su tendencia a los problemas respiratorios. En febrero, Cayetano se burló de mí viendo a un troll gruñón y cascarrabias en la peli Trolls: «mira, papá, ese troll se parece a ti, no le gusta casi nada». Y el 2 de marzo, volviendo de Mota, tuvimos un gran susto con el coche en la carretera nevada que quedó en eso, en un gran susto y un ataque de pánico de Inma, ya embarazada, porque el Golf es mágico. Desde ahí, todo fue a mejor.
Nos hemos mudado de casa a una que, ahora, pensamos que nos estaba esperando para cumplir el principio de equidistancia familiar. Hicimos obra más por capricho que por necesidad para acondicionar abajo el garaje como bar y arriba la buhardilla como trastero. Y, tras pintar, la completamos con nuevos electrodomésticos y nuevos muebles; ignoraba que estrenar cosas era tan reconfortante. Tenemos que agradecer que Yoli a escondidas y Kike en verano hicieran todo lo demás, y no era poco: transformar una vivienda maltratada en un hogar. El domingo 8 de septiembre decidimos venir a dormir a Virgen de Fátima, 20.
El último inquilino, Santiago, tenía menos de un mes de vida (crónica de su nacimiento) y aquí sigue intentando aprender que la noche es para dormir y a hacer pedorretas para que le hagamos caso. Cómo no pensar que el día más importante del año fue ese 14 de agosto que empezó en el despacho del subdelegado de Defensa en Cuenca acompañando a una chica sudamericana con los brazos marcados por autolesiones y que terminó tomando un gintonic en la verbena del pueblo tras el pregón de fiestas como si entre medias no hubiese nacido Santiago con sus cuatro kilos y medio. El 29 de diciembre, día de la Sagrada Familia, celebramos su bautismo, como cuatro meses antes, el 18 de agosto, habíamos hecho con Federico. Entre las celebraciones, también la comunión de Silvia y las bodas de las tres nitas, Clara, Nuria y María.
A las pocas semanas, y tras su estreno provisional en el bautizo de Fede, la nueva casa del Hortal fue ocupada por la familia después de años de obras y desventuras. Rebusco y encuentro que empezamos a hablar con Sara a principios de 2018, casi nada. Visto en perspectiva, una epopeya digna de tragedia griega con final feliz. Además, se amoldó el Bernabéu con césped artificial e iluminación nocturna, y ahora parece que lleva toda la vida ahí junto a los dos veteranos cerezos de Yoli.
A principios de octubre compramos un solar de cuatrocientos metros entre la nueva casa del Hortal y el convento de los dominicos, más por orgullo que por necesidad pero a sabiendas de que preferimos la certeza a la hipótesis. El solar está dentro de lo que fueron las tapias del convento y hoy en día corresponde, broma del destino, con la calle Teniente Castillo, que precisamente fue inaugurada por su hermana el 14 de septiembre de este 2024.
Por si fuera poco, el 17 de abril Inma firmó su plaza fija como enfermera del Sescam después de años de contratos temporales y una vida laboral de once páginas (sin exagerar). No tiene mérito que yo certifique que se lo merecía, pero es la realidad incuestionable. Y mientras tanto, los pinos siguen creciendo y los gorilas siguen madurando en la ilusión de que el Real Madrid siempre gana la Champions y España siempre gana la Eurocopa.
Las pérdidas del año no pueden competir contra el ritmo de la vida, porque la muerte forma parte intrínseca de ella aunque duela. Y poco consuelo puedan tener los más allegados, inundados por un dolor extremo. Se marchó sin hacer ruido el abuelo Luis con la decencia de esperar al día siguiente a la boda de su nieto Juan Luis. Se marchó María José de forma anunciada y creo que está muy bien haber podido despedirla. Y se marchó la tía Pili tras haber conocido a su nueva nieta Celia y rodeada de toda su familia en casa. Que descansen en paz y vivan en la gloria.
Un poco de literatura
Sin duda hay tres libros que conforman el podio del año y que ya conviven en la balda de los privilegiados de la nueva estantería de la biblioteca:
- Un verdor terrible (Benjamin Labatut): la absorbente narración de diversos avances científicos del siglo veinte junto a sus célebres protagonistas. Es cierto que con el avanzar de las páginas se impone la ficción a la realidad, pero merece tanto leerlo que eso queda en detalle. Imprescindible.
- En busca de consuelo (Michael Ignatieff): un ensayo sobre la filosofía del consuelo a lo largo de los siglos, y qué más obsesivo que la búsqueda del significado de la vida y de la muerte para entender la necesidad de consuelo. Merece la pena cada página escrita por este «político fracasado» al que han concedido este año el Premio Princesa de Asturias. Algo quisimos interpretar sobre este ensayo en esta entrada.
- La más recóndita memoria de los hombres (Mohamed Mbougar Sarr): quizá incluso merezca formar parte de los veinte libros más relevantes de lo que llevamos de siglo veintiuno, casi nada. Una novela que es un mundo a través de la cultura africana, la identidad en crisis desde la emigración, la fantasía y las ansias de trascendencia. Por si fuese poco, la terminé en el paritorio, como para olvidarla.
Y otros tres a los que se les coge mucho cariño:
- La taberna de Silos (Lorenzo G Acebedo): una divertida novela de aventuras sobre el monasterio de Silos escrita por un monje retirado, una bonita sorpresa que ni entiendo cómo cayó en mis manos pero que casualmente terminé unas semanas antes de visitar el monasterio burgalés. Escrita bajo seudónimo, tira a dar el atrevido ex-monje en cada reflexión y acción.
- Algo que sirva como luz (Fernando Navarro): la crónica del accidente de tráfico de los componentes del grupo de música indie Supersubmarina. Las emociones a flor de piel desde la primera hasta la última página, una narración que absorbe y que te mete en la desesperación de cada uno de los cuatro músicos, sobre todo por las secuelas que le han quedado al Chino. Qué alegría que me lo recomendase Jesús Huerta, y de hecho le regalé mi ejemplar por recomendármelo a ciegas.
- Madre de corazón atómico (Agustín Fernández Mallo): un homenaje a su padre (a pesar del título) desde la intimidad y desde el descubrimiento, supongo que es difícil desnudarse así en un libro de reflexiones y aventuras. Desde mi humilde diagnóstico, le sobran muchas páginas al final, como si la editorial hubiese obligado a Agustín a alargar, pero compensa con creces la solvencia de la primera mitad.
Villaescusa de Haro
La legislatura avanza a su ritmo y, por fortuna, sin oposición, ni visible ni invisible. Desde el 30 de noviembre de 2023 hasta el 7 de junio de 2024 estuvimos sin secretario municipal después de un 2023 en el que rotaron hasta cuatro secretarios por el puesto. La ventaja es que me permitió aprender los procedimientos administrativos e invertir su sueldo de seis meses en otros menesteres. La desventaja, la mayor carga de trabajo cotidiano para suplir sus funciones.
A pesar de ello, avanzamos en la reconstrucción de las zonas deportivas y de ocio devastadas por la DANA del 4 de septiembre de 2023: muros, vallas, setos, césped de la piscina, tierra del campo de fútbol, lodo de las piscinas, limpieza del pabellón, arreglo de caminos, y una larga lista de pequeñas intervenciones en las que siempre estaba Neme el primero. La renovación de las piscinas quizá haya sido una de las obras más significativas y costosas de la última década, pero qué falta hacía y cuánto ha merecido la pena, aunque ni siquiera encontrásemos en julio el momento ideal para inaugurarla dignamente.
Entre los diferentes acontecimientos, destacaría dos: Patrimonio Maridado y Baculum et Mitram. El primero, semejante bacanal, lo convocamos el 20 de abril y conseguimos reunir a casi quinientas personas para conocer el patrimonio histórico-artístico del pueblo maridado con productos gastronómicos locales. Lo que nació como broma de los capellanes en 2023 se ha convertido en un referente de cómo organizar un evento con buenos resultados, beneficio económico, coordinación, rigor y diversión (gracias a la implicación generosa y motivada de mucha gente). El segundo, Baculum et Mitram, quizá el concierto más relevante de los vividos en este pueblo durante este siglo. Gracias a Miguel Ángel y compañía pudimos disfrutar el 6 de julio de un proyecto musical inolvidable creado ex-profeso para la ocasión sobre la figura del obispo Diego Ramírez, así que no quedó más remedio que narrar una crónica para el recuerdo.
El 3 de noviembre nos visitó el obispo de Cuenca y lo recibimos para comer en casa por petición de Fernando. Y era divertido ver a don José María sentado en el sofá mirando el álbum de cromos de fútbol con los pequeños.
Dicen que los pueblos se apagan porque cada vez queda menos gente y, sobre todo, menos niños. Y nos sentimos afortunados gracias a la salud de nuestro colegio: por el equipo directivo del CRA, por las dos profes y por el buen ambiente entre los pequeños. Este año, además, con nueva pista de fútbol en el patio. Y en junio fuimos anfitriones de la convivencia del CRA, un día especialmente emotivo por el recuerdo de la anterior, en mayo de 2017, porque aquella suponía el cierre del colegio, la clausura del CRA y la jubilación de Pedro. No todo está perdido.
Viajar o no viajar
Las circunstancias vitales actuales imponen su ritmo: rutina y supervivencia. Aquí hicimos apología de la rutina junto a Ratzinger y Ana Iris a sabiendas de que es un subterfugio de la mente para creer que no viajar al extranjero, no acudir a grandes conciertos, no participar en competiciones deportivas o no encontrar sosiego para leer son consecuencias inevitables de la crianza, como si la esencia de la vida no estuviese en lo que se pierde sino en lo que se crea (el club de los perdedores).
Nos escapamos unos pocos días a Peñíscola para la noche de San Juan porque Cayetano quería comer arroz en La Marina del Grao de Castellón, y como pocas semanas antes habíamos estado de intensa campaña electoral recorriendo la provincia con motivo de las Elecciones Europeas del 9 de junio, el descanso era merecido. Me gustó la playa, el casco antiguo, el castillo, el paseo marítimo, creo que todo, supongo que por ser junio. Lo demás fue lo de siempre: encuentro de diputaciones en Ávila, misa con el nuncio en Ocaña, encuentro de alcaldes en Valladolid, visita al Regimiento Saboya en Badajoz, jornada de formación en Guadalajara. Así de atractivo, así de envidiable, guau.
Casi tendría que elegir la ruta en bici por Cuenca del 5 de octubre en la Marcha Herrada como lo más atractivo. 120 kilómetros preciosos y con buen tiempo alrededor de la Serranía por Villalba de la Sierra, Las Majadas y Uña. Un recorrido espectacular de casi cinco horas acompañado de los carreteros villaescuseros en el que disfrutamos como enanos.
Y queda el viaje a Burgos como joya indiscutible. Una fría ruta de reyes y monjes que representa lo que me interesa ahora de viajar: la búsqueda de la intimidad, del recuerdo y de la exploración de otros modos de vida singulares. Porque en realidad solo se viaja para comer y beber, pero en este caso encontramos la rendija a través de la que observar entre visillos otras existencias, la rendija del aprendizaje y la reflexión.
Ahora ya comienza la expectativa del 2025, con todas las miradas puestas en el 25 de enero y en el 23 de agosto. Le damos la bienvenida con ilusión y esperanza, y una gran regadera con la que rociar a diario a los pequeños para que crezcan y maduren.