¿Alguien no sabe que Barack Obama entra mañana a vivir en su nueva casa? Una casa un tanto peculiar porque no hay que pagar alquiler ni hipoteca y tiene un despacho conocido como Despacho Oval desde el cual uno puede dirigir el mundo cual Charlie Chaplin en aquella famosa escena de El gran dictador. Y conste, por descontado, que no pretendo llamar dictador a Obama. Dada la popularidad que se ha granjeado y las expectativas que ha levantado, nadie en su sano juicio sería capaz de alzar alguna crítica al flamante nuevo presidente de EEUU. Durante un largo año ha abarrotado portadas constantemente. Más diría: su supuesto «carisma» ha sido capaz de hacernos olvidar en poco tiempo a Hillary Clinton y a John McCain a pesar de la insistencia de los medios de comunicación. ¡Ya nadie recuerda la feroz batalla que libró Obama con Hillary!
Y todo eso, ¿tiene alguna explicación? Supongo que reducir a una ecuación esta cuestión conlleva simplificar el debate y despreciar muchos factores que intervienen en el asunto, sin embargo, diría que hay un motivo fundamental: si los medios de comunicación han conseguido que lleguemos a hartarnos de Obama a base de titulares y promesas es porque creen que la gente necesita un nuevo Mesías. La gran esperanza negra, lo llaman. Un presidente «diferente» encargado de afrontar un mundo «diferente» del hasta ahora vivido, por muchas y evidentes razones. Quizá las esperanzas vertidas en Obama sean desproporcionadas dada la situación actual del mundo, pero precisamente ahí radica el quid de la cuestión. La gran mayoría de la gente que vive en países megadesarrollados, y por ende en crisis, necesita esperanza: esperanza en que se resuelva la situación económica, en que se limpie la imagen de un país los de dentro y en mejorar la visión de dicho país los de fuera, en controlar el terrorismo. Y el resto del mundo contempla a Obama como a alguien cercano que les inspira una gran ilusión en un nuevo mundo.
Quiera el destino que me equivoque, pero creo que esa ilusión es infundada, que está más bien soportada por la necesidad actual de un icono que sirva de ejemplo de esperanza, la desesperada búsqueda de un motivo político en el que creer. Espero que Obama sea capaz a partir de mañana de tomar las decisiones adecuadas que no defrauden las expectativas. Yes, you can?
yo también soy bastante escéptica…pero por otra parte «dadme un punto de apoyo y moveré el mundo»…quizás ese punto de apoyo sea la esperanza…;p