Essence

Al principio fueron las botas de agua. Un simple complemento para combatir con certeza la variabilidad de la climatología. No era muy preocupante, tan sólo un signo de precaución. Pero luego llegaron los guantes de látex para las manos, extremo de una higiene milimétricamente cuidada, y el gorro de invierno. Así, poco a poco, fue aislándose de los potenciales peligros que la acechaban; bueno, que ella presuponía como amenazas invisibles. Día tras día aumentaba su seguridad para que nada obstruyese su placentera existencia agrandando su capa de impermeabilidad.

Así hasta que llegó a quedarse en la orilla de las gentes, en la apatía infinita. Totalmente protegida de emociones peligrosas pero, ella lo ignoraba, expuesta a la intemperie de la vulnerabilidad sentimental. Su relación con los demás se había vuelto harto higiénica, sensiblemente indolora e incolora. Incluso había tenido cuidado de no fortalecer pesadas cadenas con quien se suponía que eran sus amigas. Era mucho mejor mantenerse al margen, no sufrir de forma estúpida por nimiedades provocadas. Sin embargo, había construido su barrera tan concienzudamente que se había olvidado de lo esencial.

Pero nadie supo definirle «esencial».

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