Enhorabuena

Un señor no debe llorar en público, Roger, porque ha de defender su reino ante cualquier adversidad o morir en el intento, no lamentarse cual Boadbil tras la toma de Granada. No es digno de un campeón derrumbarse como lo hiciste en el Open de Australia, hincando la rodilla y empequeñeciéndote ante un rival de altura. Porque es él, ese español de discurso templado y correcto (y terriblemente empalagoso), quien te complementa, como Batman al Joker. Tú me completas, le decía el Joker a su antagonista en la genial película de Christopher Nolan cuando podría haber acabado con él: no quiero matarte… tú me completas. Un gran campeón necesita un rival de altura para que sus éxitos lleguen a tener un valor significativo.

No es romántico ser un perdedor. Por mucho que el cine se empeñe en demostrar lo contrario, el descenso a los infiernos de un campeón duele cuando no va acompañado de una retirada a tiempo o de un fracaso asumido. Pero tú eres joven y sabes que aún puedes alcanzar altas cotas.

Sabemos sobradamente cuánto te has preparado para que llegase este momento. Y quizá no sea un triunfo relevante, por las condiciones de la pista, las circustancias del rival y la entidad del torneo, pero considera que es un modo de ahuyentar los fantasmas que rondan tus pesadillas. Ahora debes ser consciente de que París no será igual, pero al menos ya has vuelto a saborear las mieles de la victoria.

Enhorabuena, Federer.

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