Hace un par de semanas, con motivo de una conferencia acerca de la vídeo-vigilancia, estuve en Londres. En realidad, no estuve en el Londres que todos conocemos con su Buckingham Palace, su Big Beng, su Tower Bridge o su Trafalgar Square, sino en uno de los distritos del Gran Londres, Kingston. Y allí es donde se encuentra el más asombroso parque que he visto, Richmond Park.
Richmond Park, con sus casi mil hectáreas de superficie, es el Royal Park más grande de los nueve londinenses y uno de los mayores parques urbanos del planeta. Pasear alrededor de Richmond Park es una experiencia prácticamente mística; no hay contaminación visual -a no ser que pases cerca del camino de coches- ni acústica y se puede observar el sosegado modo de vida de la fauna que allí habita, desde zorros y ardillas hasta ciervos y cisnes. El parque es visualmente inabarcable y en algunas de las zonas la frondosidad de los árboles es tal que uno se siente en el corazón de la naturaleza. En Richmond Park se respira paz y sosiego, es un buen lugar para sentarse a meditar o simplemente a disfrutar, a escuchar los silbidos de las aves o a observar el comportamiento de los ciervos. Una ardilla me sopló algo que no entendí muy bien de la rosa de los vientos humana, algo así como social, intelectual, emocional y espiritual, pero no capté bien, tendré que volver.
Qué injusta es la popularidad con Richmond Park en comparación con el archiconocido Hyde Park, tan sobrevalorado y abarrotado.
P.S. Una lástima que no llevase cámara de fotos, afortunadamente en flickr hay miles de fotos del parque. Gracias Elena.
Jeje, lo más bonito nunca suele estar a la vista de todos, privilegiado!
Un saludillo