Hoy el cielo era bonito, de un color suave, degradado de azul pastel a beige, casi así. Un cielo frío que intenta calentar en balde; al menos, más estimulante que durante tantos días, semanas, meses pasados.
Un día para pasear el frío seco y acercarse a Un cuarto propio, librería imprescindible de Ciudad Real. Una librería particular en la que no encontrarías a aquel que compraba libros a menudo y los acumulaba por las estanterías de su casa para darse un aire de gaseoso intelectual. A ese lo encontrarías en un bar elitista sobornando a muchachas todavía más gaseosas con historias de Kundera, de Bolaño o de autores de segunda fila con nombre molón y gafas de pasta. Sí que podrías tropezarte con ese otro, buen lector e incluso notable escritor, que amaba la literatura porque no tenía las agallas suficientes para vivir en primera persona las experiencias que narraban las novelas que leía o escribía. Espectador de su propia vida y protagonista de las que le contaban. Podrías también encontrar algún espécimen producto de la fusión de los complejos de Elena Medel y la vanidad de Luna Miguel.
Así es como he encontrado Epitafio, de una tal Paloma González Rubio, una escritora que dice no acordarse de su nacimiento ni de su muerte, y editado casualmente por La Discreta. Un día dejé de ser amable, empieza el protagonista. Como si ese mismo día rompiese su compromiso con el mundo, cansado de que éste exigiese sus derechos pero faltase a sus deberes con la otra parte contratante, Manu, el protagonista. Supongo que se trata de un hecho recurrente, tantos contratos -vitales, laborales- más cercanos al parasitismo que a la simbiosis. Como si el mundo nos cantase no te puedo hacer feliz, no te puedo hacer feliz, no te sé hacer feliz.
O quizá no se trate de ser feliz. Una chica, trabajadora a destajo, decía que se alegraba de no estar satisfecha en aquel momento. Que aunque despotricase y se comiese la cabeza y se sientese depre, esa insatisfacción equivalía a vitalidad, significaba que aún latía en ella algún tipo de rebeldía cuasi juvenil, algun grado de ambición no saldado. Por mucho que me joda me tengo que alegrar por no estar feliz si la felicidad equivale a satisfacción.