¡Ay, zalamera!

Me cansa Saint-Exúpery por poner tantos «y» en sus textos. Me cansa Óscar Wilde por cargar de paja un puñado de frases ingeniosas. Me cansa Cortázar por querer ser tan trascendente. Me cansan sobre todo los poetas post-modernos que dicen que hoy han comido macarrones y esta mañana te han echado de menos. Me cansaría de un camino tan largo como el de Kerouac, pero también odiaría una vida contemplativa como Fray Luis. Aborrezco no poder imaginarme riendo a Camus, Kafka, Proust y Joyce jugando una partida de mus a las cuatro de la tarde en el bar.

Me cansa esta Era 2.0 en la que la comunicación es inversamente proporcional a la información. Me cansa que te inventes las reglas a mitad del juego y encima me reproches después que hago trampas. Aborrezco que salgas con paraguas cuando el cielo está despejado, que siempre tengas kleenex y nunca pierdas el tren. Y por supuesto me cansa Neruda por decir que se cansa de ser hombre y sentirme identificado.

Me cansa esa insoportable manía que tienes de esforzarte en buscar el lado miserable de cada persona, como para convencerte a ti misma de que los demás también son oscuros. ¿No puedes admitir que los demás no oculten su mezquindad? ¿qué se ofrezcan sin disfraces porque no tienen miedo a mostrarse como son? No les importa que puedas dibujar su perfil completo. Y mientras, tú, más preocupada en tapar las aristas de ti misma que te molestan que en disfrutar, o cooperar, o luchar. Malgastando tu tiempo en disimular tus miserias.

Luego dirás que te prometiste disfrutar de cada momento de tu vida, que querías que cada instante fuese intenso. Para que cada día, al levantarte, sintieses que habías aprovechado el día anterior. Dijiste que querías vivir al límite. Sólo había un problema: que hubiese futuro. No puedes lanzar un vacuo carpe diem porque el futuro existe, y aunque algunos digan que no es de nadie, sí tiene dueños.

Pero, de repente, un día se tambalean todos los cimientos. Porque hay un volcán escupiendo y provocando un gigantesco y simpático efecto mariposa, y hay un vertido de crudo en la costa norteamericana que me imagino vomitando billetes de cien dólares, y hay huelgas sangrientas en un país del primer mundo porque los funcionarios cobrarán un 16% menos. Pero parece que todo eso nos da igual.

No te imaginas cuánto me cansa ver que finges una sonrisa con educación farisea para mostrarte ante mí como la más santurrona de todas las putas del barrio.

3 opiniones en “¡Ay, zalamera!”

  1. Me ha gustado, lo he leido de casualidad porque ha aparecido una entrada en mi facebook.
    Este trocito: »Sólo había un problema: que hubiese futuro. No puedes lanzar un vacuo carpe diem porque el futuro existe» me ha recordado un poquito a La insoportable levedad del ser» pero al revés.

    Un saludito

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *