Pintas de Guinness, Gravity Bar, Dublín (diciembre 2010).
Eso del crawl me suena al estilo libre de natación, y entonces deduzco que no me apetece nadar por los pubs. Pero resulta que es peor, crawl significa «arrastrarse, ir a gatas». Creo que puedo intuir de qué va eso de hacer un pub crawl, aunque en mi pueblo lo llaman de otra forma, será que los dublineses son más elegantes.
El elemento indispensable que necesitas para hacer un pub crawl es un buen bolsillo, porque los irlandeses se han pensado económicamente poderosos y han subido los precios hasta un nivel que ni ellos mismos pueden soportar (¿austerity budget? que cada uno recoja lo que haya sembrado). Otro elemento de agradecer aunque no imprescindible es una buena compañía, aunque los auténticos expertos en el tema deambulan solitarios de pub en pub buscando ¿a Godot?
Luego tienes que elegir una bebida, aunque en Dublín forma parte de la idiosincrasia que la elección sean esas porciones de cerveza negra Guinness de 568 ml. Me ha sorprendido ver la cantidad de jóvenes que, sin embargo, optaban por beber una especie de sidra con hielo (irish cider, marca Bulmers) o una cerveza rubia light tipo Foster’s o Becks Vier, «¡cómo cambian los tiempos!¡qué traición a la tradición!» entonarán muchos.
Y luego tienes que elegir la ruta de pubs, aunque siempre se termina improvisando y despreocupándose por las condiciones del local. En unos habrá música en vivo, en otros habrá un sosegado silencio atractivo, en otros olerá a comida y en otros a tapices orientales, pero en todos la luz será tenue y el camarero te mirará repetidamente cuando te queden un par de dedos de pinta para que le hagas un gesto y te ponga otra de forma discreta sin importarle que sea la segunda o la vigésimosegunda, no les gusta que escandalices, pero a cambio te compensan con una dedicación atenta y grata conversación si el alboroto del local lo permite.
Las guías de viajes señalan qué pubs merecen más la pena, aunque la única diferencia entre los que reseñan las guías y los que no radica en la popularidad: aquellos estarán abarrotados, tendrán música en vivo, ofrecerán las típicas ostras con pan negro para picar, venderán merchandising del local y te tirarán la pinta de forma aséptica. El resto son la incertidumbre de pagar un euro más por la pinta o de conocer a un borrachín que hace dos décadas era piloto de AirLingus y lo dejó por ir a Senegal con una nativa diplomática o de descubrir a la camarera con los ojos del azul glaciar más intenso de Dublín o de comer el sandwich menos apetecible de todo el país.
Tomes la decisión que tomes las pintas siempre estarán de tu lado, como repite Flann O’Brien en su célebre A Pint of Plain is Your Only Man.
He probado esa basura de Bulmers……
….When? One day, is that not enough for you, one day like any other day, one day he went dumb, one day I went blind, one day we’ll go deaf, one day we were born, one day we shall die….
Samuel Beckett, Waiting for Godot