Stella Maris

Casi olvido cómo acceder al blog. Mi reino por un blog, por un pensamiento estéril, por un teléfono mudo.

Ya no queda hueco en el subconsciente para soñar con las olas del mar, o con besos a la sombra, o con pasillos estrechados, o con safaris peligrosos, o con los labios de Irina Shayk. Sueño con serpientes, como Silvio, con reuniones de infinitos turnos de palabra, con farolas estropeadas en la esquina de mi calle. Y con Lolitas que sonríen, pícaras, deseando regalar titulares morbosos a la prensa provincial. Tampoco sueño contigo, sabes que soy muy orgulloso.

«La palabra coño, metamorfoseada en la palabra arte, le había salvado la vida.» Jodido Bolaño, te quiero odiar.

«Did you exchange a walk for a part in the war for a lead role in a cage?»

Da pena el periodismo sensacionalista, o sea todo. Dan pena las políticas populistas, o sea todas. Da pena que no lo entiendas o no lo quieras entender. Da pena, sobre todo, que se rindan al tedio: «id como una plaga contra el aburrimiento del mundo» (Ezra Pound). Que se conformen con lo que significan para el mundo, o sea nada. Y pedir otra cerveza como remedio.

Sueño, también, con el Stella Maris, el camping cerca de Lloret de Mar en el que estuvo trabajando Bolaño. Desértico y con aura de leyenda en septiembre, cerrado al público.

Defragmentando, 74% completado.

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