De verdugos y zanahorias

Otoño en el pueblo
Otoño en Villaescusa de Haro.

«Tuve que volver a admitir que la materia prima de mi oficio, la palabra, no es un elemento tan imprescindible de la comunicación humana como a veces suponen los escritores cegados por el orgullo; en momentos críticos, la gente capta la esencia con muy pocas palabras o incluso sin ninguna».
[«La hermana», Sándor Márai]

Eso. Que son tus silencios el reino de mis torturas y tus miradas a otra parte el verdugo de mis esperanzas. Y que esa sonrisa que me finges viene a ser la zanahoria colgada de la vara a una cuarta del hocico del burro y, lo peor, la persigo sabiéndola inalcanzable. Y lo mejor, ¿qué haría con la zanahoria, como burro, entre la dentadura si no desintegrar ese deseo? Sonríe, maldita, que yo disfruto.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *