«Cuando los hombres controlen los gobiernos, los hombres no necesitarán gobiernos.
Hasta entonces estamos jodidos».
[«Escritos de un viejo indecente», Charles Bukowski]
Titular de un diario digital de hoy: «La partícula de Dios no está, pero se la espera». La imaginación incontrolada me lleva a pensar en un Dios escondido detrás de una partícula, como oculto con vergüenza tras la partícula y con temor a que se la descubran y quedar en cueros. «Vaya, me habéis pillado; os ha costado millones de años, pero al final habéis demostrado gran astucia al escarbar en el interior de vosotros analizando el genoma, mirando al interior del planeta estudiando un núcleo inaccesible, alzando la mirada al cielo para examinar la infinitud del Universo, acercándoos paulatinamente cada vez más a lo infinitésimo y deshojando esta cebolla de sorpresas en la que había escondido la llave del secreto de la vida.» Algo tendrá que decir, supongo, cuando salga a la luz; y no me extrañaría que el primer científico que lo vislumbre le pida tres deseos como si fuese un genio de la lámpara. Seguro que más de uno, piensa que «como lo vea yo, ¡no va a llevar frío! ¡dejarnos tan desamparados! ¡tantas muertes gratuitas en Pakistán!». E imagino a los científicos en el CERN con su flamante HLC observando un discreto bosón de Higgs con vestido oscuro paseando sobre una alfombra roja como si presenciasen un desfile de Óscar de la Renta. Resulta extraño pensar que al mismo tiempo que un niño reparte kleenex en un semáforo otro niño de similar edad altura peso e inteligencia llora porque no ha superado su récord de puntuación en la Wii. Siempre el relativismo y el absolutismo. No es imprescindible que existan los cuchillos de sierra ni los ratones inalámbricos, ni siquiera necesario, pero no se puede concebir la vida sin discutir si el queso se corta con el de sierra. Como si quisiésemos comprender en qué medida Özil está triste después del sábado a pesar de la magia.
Te veo más cerca de unabomber que nunca. Me gusta.