Oporto, descubriendo el geocaching, interesante actividad.
Algo inevitable,
como enamorarse 100 veces de la misma
muchacha.
[Roberto Bolaño]
Pensaste que podías ser un león herbívoro. Ser el rey de la selva pero sin salir a cazar, mimando un huerto por la tarde para poder cenar. No creo que fueses tan inocente como para no entender que el temor que te debe la manada lo generan las dentelladas certeras en la aorta y no ese aspecto imponente y respetable. Que la melena dorada infunde respeto porque en el subconsciente se grabó que melena dorada igual a muerte. Y que sin ese miedo no habrías sobrevivido tantas generaciones a la sombra de las acacias. Las apariencias ceden a la realidad tarde o temprano, a no ser que termine el partido, que en la vida coincide con el momento en el que ya nada importa mucho. Pero, ¿de verdad pensabas sobrevivir a base de zanahorias y pimientos verdes?
La apariencia y la realidad. Lo que no se ve y lo que no queremos que se vea. Ahora la denuncian por llamarlas putas y gordas cuando hace poco admirábamos embobados esas coreografías limpias, elegantes y originales. ¿El fin justifica los medios? ¿Las medallas justifican los insultos? Ahora nos desgarramos las vestiduras y denostamos a la entrenadora como si el resto no hubiésemos llorado por una bronca del jefe, por un reproche del amigo, por un insulto en mitad de la batalla, por una reprimenda cuando olvidamos un paso del vals. Y sin luchar por ser Los Mejores Del Mundo. ¿Acaso pensaban que llegarían a ser las mejores sin mancharse? ¿Qué métodos emplearán sus dos máximas competidoras: la escuela rusa y la marabunta china? Luego: ¿merecen la pena los sacrificios? Sólo la prensa y el morbo.
Huele a ceniza y a humo. Una prolongada agonía no suele conceder el privilegio de la recuperación, sino el asentamiento del dolor, de la impotencia, del miedo. Se va alargando el sufrimiento sin señales de mejora; que se lo digan a ellos. Y si te cortas la cabeza, ¿termina el dolor o termina la vida? Lo del ave fénix sería mitología.
Las metamorfosis son una evolución, como las que sufrió Picasso del período azul al rosa al cubista. Un cambio se produce cuando aparece un acontecimiento que cambia el rumbo como un iceberg o una muerte o una mujer. Hay metamorfosis drásticas y metamorfosis progresivas. Si es drástica tienes la ventaja de sufrir un cambio radical, como si saltases de perspectiva. Si es progresiva al final no sabes si has evolucionado o involucionado o si vas a llegar al mismo sitio. Ninguna opción es recomendable, pero peor es lo estático, lo inmóvil, lo inerte.
Vivimos como si fuese un ensayo, una función de preparación para la gran actuación final. Pero la Gran Actuación es el ensayo. Paradójicamente. No puedes salir a ensayar en pantalón vaquero pensando que el Gran Día te pondrás de gala, ni puedes entonar a media voz para no maltratar tus cuerdas vocales con las vistas puestas en la función definitiva, porque no hay segundas oportunidades. Sólo pensar, decidir y actuar; la cuarta fase son los resultados, el análisis, las consecuencias, nada importante.
Dice no sé quién que sentimos de antemano rechazo a lo inmoral, que descalificamos a quienes transgeden la moral, ¿y aún así vivimos? ¿Qué no debíamos rechazar de forma súbita? Ains.
Mucho huerto necesitas para saciar tu hambre.