Chica guapa, chico guapo, metro

Esperamos
Fragmento de revista universitaria de los años sesenta.

Es sin duda el momento de pensar
que el hecho de estar vivo exige algo.

[Gil de Biedma]

Estaban en el andén de enfrente, también esperando el metro pero en sentido opuesto a Atocha, mi destino, aunque Atocha nunca es un final. Esperamos la continuación del programa. Ambos jóvenes. Ella alta, estilizada con sus botines negros, pantalones ajustados, pelo corto, él elegante, complexión deportista, con bufanda grisácea y breve barba morena. Discutían con moderación, como si el asunto no fuese vital para su ¿relación? ¿supervivencia? ¿domingo? Eran tan guapos que costaba creer que pudiesen hablar de política. Aunque es obvio que desde mi andén no escuchaba la conversación. No queremos que esta juventud inquieta se pierda. Algún que otro beso, alguna mirada de altanería de ella, algún gesto mitad aburrimiento mitad apatía de él. Inventé que no eran felices. En «Yo confieso» se decía que no hemos venido a la vida para ser felices. Más bien parece un cúmulo de fracasos, ridículos y errores, un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento (Baudelaire) del que intentamos salvar una minúscula gavilla de instantes de satisfacción y gloria. La pesadilla que se esconde tras los párpados del sueño (Bolaño), un amago de esperanza en el que al final el aburrimiento compensa. El aburrimiento que monotoniza lo cotidiano para ralentizar el paso del tiempo y que podamos, cada noche antes de dormir, ser conscientes de lo finito e imprescindible que somos. El remolino de angustias que nos rodea. Acotados en nuestros límites auto-impuestos para montar el campamento de nuestra comodidad. Qué tonterías. Ayer hubo elecciones pero solo pienso en volver a trabajar para escuchar una vez más el concierto de Remate que retransmitió Julio Ruiz desde el Museo Cerralbo y que el sofá es terriblemente incómodo aunque Anna Simon esté cantando en la tele. Hay que seguir viviendo.

Un amigo me recordó el otro día una charla a la que asistimos en un congreso nacional en Huelva impartida por el profesor Enric Trillas, con toda probabilidad (sic) el mayor experto en lógica borrosa de España, un hombre que transmite un palpable entusiasmo por el aprendizaje. Las matemáticas siempre encajan, los gintonic no. Decía Enric que siempre se puede decir la verdad, basta ser suficientemente impreciso. No queremos promesas sino realidades, por lo que solo nos falta acotar la incertidumbre de esas promesas para definir el espacio de nuestra realidad admisible. Yo sólo tenía una certidumbre: que la chica iba delante de mí hacia la boca de metro -claro que me di cuenta- y que el chico llegó un par de minutos después. La chica pudo decirle antes de salir de su piso palabras como las anteriores: «dime la verdad» y «no más promesas» y «no te andes por las ramas» (no eres suficientemente impreciso). Él quizá sólo aspiraba a alentar ilusiones.

Destruyendo mitos: yo los percibía como dos objetos erráticos en un mundo inconexo, a pesar de su belleza, por mucho que Teilhard de Chardin plantease la cumbre opuesta: a falta de otras cualidades en nuestra mirada, el hombre seguirá siendo para nosotros, hágase lo que se haga para hacernos ver, lo que es todavía para tantas inteligencias: objeto errático en un mundo inconexo. Que se desvanezca, por el contrario, de nuestra óptica la triple ilusión de la pequeñez, de lo plural y de la inmovilidad, y el hombre adquirirá sin esfuerzo el puesto central que anunciábamos: cumbre momentánea de una antropogénesis que corona una cosmogénesis.

Su tren llego antes que el que yo esperaba. Ella se marchó dejando huellas y él se quedó. A los que somos de pueblo nos llaman la atención estas cosas insignificantes de Madrid, o que haya gente recogiendo colillas del suelo o que se vaya de copas a una tienda decorada del siglo XVIII. A los pueblerinos también nos extraña que un aficionado del Rayo Vallecano robe dos libros. Lo mismo hasta los ha leído.

Un comentario en “Chica guapa, chico guapo, metro”

  1. Supongo que habrás leído a Sábato pero, de no ser así, sospecho que te gustará.

    Por lo demás, debieras viajar más en metro. Si de una pareja que tardaría meses en entender lo que has escrito sacas este relato, tu potencial es infinito.

    Un saludo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *