Too old to lose it

Retablo de Massimo's
Retablo de la Capilla de Massimo’s Cocktail.

Como aquella broma en que al pasar delante de una funeraria
nos decías «agachaos, no vaya a ser
que os tomen las medidas.»
Ese era tu consejo, tu sabio consejo,
y no estuvo mal, pero se te olvidó algo importante:
tú también tenías que agacharte.

[El ángel Simón, Nacho Vegas]

Al hilo de lo publicado en vísperas del fin del mundo del 21 de diciembre por un amigo en facebook despidiéndose de todo, me ha dado por recordar qué ha supuesto a nivel personal este año; o sea, egopost. Ya tendré tiempo de arrepentirme.

A grandes rasgos, mirando atrás, apenas he leído, ni descubierto música atractiva más allá de redescubrir a The Flaming Lips y Pulp y conocer a Remate y The XX, he viajado mucho menos que los años anteriores, por primera vez en mucho tiempo no he cogido ningún avión en todo el año, no he intentado una media maratón y ni siquiera fui capaz de terminar la carrera de bicicleta de montaña del pueblo por lesión muscular. Y este blog lo tengo casi abandonado.

Pero supongo que no todo han sido pérdidas.

Por fin he aprendido a morderme las uñas.
Bailé delante de todo el pueblo un chá-chá-chá para demostrar mis avances en la clase de bailes de salón.
Recibí un sms con 7 puntos suspensivos y fue, diría, el más importante del año.
Coreé el nombre del Pipita en la primera fila del Santiago Bernabéu el día que se celebraba la liga.
Degusté una francesinha en la Praça da Liberdade de Oporto regada con una Super Bock.
Me guiñó el ojo con un gesto de complacencia repetida la mujer posiblemente más poderosa de España.
Conocí el frío absoluto paseando por Canfranc un sábado de febrero por la noche.
Intenté disfrutar sin conseguirlo de Manzanares y Castella en la plaza de Albacete por causas diversas.
Me acordé muchas veces de ti.
Encontré un trabajo digno y estimulante nada menos que en el punto álgido de cifras de paro regional y juvenil.
Me disfracé con toda la dignidad posible de conejito, a pesar de las dificultades en forma de tambor de juguete y pintura rosa.
Me tiraron un pasquín político ofensivo pero tenía la conciencia tranquila; poco después llamé con todo mi alma mentirosa y mala a la portavoz de la oposición en el pleno.
Planté carrascas y pinos junto a los niños del cole, y de vez en cuando voy a ver cómo crecen al Toyo y pienso en si hubiese escrito los mismos libros o tenido los mismos hijos.
Probé la carne de ternera de Kobe, aunque fuese en forma de hamburguesa.
Me he equivocado muchas veces.
Perdí dos novelas en el campo de Vallecas y lo peor es que alguien me las quito en menos de cinco minutos. En Vallekas.
Me emocioné escuchando a la soprano Gemma Román entonar Lascia ch’io pianga en el patio del Castillo de Belmonte un domingo por la mañana.
Una noche estuve en el bar de Maxi y me tomé un gintonic.
No soy un monstruo.
Extasiado bailé y disfruté escuchando a CSS en el SOS murciano bajo una fina lluvia primaveral.
Hablé con el Presidente de mi Diputación desde el water, una metáfora imprevista.
Perdí cinco kilos, pero los volví a buscar porque eran míos.
Me gustó tirar el dado que me regaló Pepe Cabello hasta que saliese un seis, aunque sólo fuese porque era lo esperado.
Desmonté en la tele regional la creencia de que en Villaescusa de Haro tenemos ruinas romanas.
Disfruté cantando villancicos a pesar de que mi papel era más de atril que de tenor.
Compré el primer cuadro de mi vida, por una cantidad de tres cifras.
Soñé que me pedía matrimonio Ivano Balic para conseguir papeles, pobre inmigrante.
Maté muchas moscas pero muchas sobrevivieron.

5 opiniones en “Too old to lose it”

  1. Me ha gustado, yo no voy a hacer mi lista porque este año me saldrían más cosas malas que buenas, pero el año que viene juro y rejuro que será una lista acojonante.

  2. El placer de hacer listas. Si no leíste «Alta fidelidad» de Nick Hornby te diré que, por una vez, me gustó más la película.

    Me ha gustado la foto de Ivano Balic. Hay que ver lo favorece y estiliza el rojiblanco en franjas verticales. Esa camiseta embellece siempre. Y engrandece, por supuesto.

    No haré lista porque a mí el del ataud ya me mira con ojos golosones para tomarme medidas pero, de hacerla, escribiría al final sobre el descubrimiento de Kyezitri, tanto literario como corpóreo, todo un hallazgo de los buenos, teniendo en cuenta incluso sus veleidades culturales y su nivel de autocomplacencia.

    Un abrazo.

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