Josef Ajram ya no necesita presentación, como no debiera nadie capaz de terminar un Ultraman (10 Km. a nado, 420 Km. en bicicleta y 48 Km. a pie). En su caso lo insólito empieza ahí y termina en su trabajo como day trader en la bolsa, ese ente invisible y fundamental para nuestros designios aunque la mayoría no sepamos ni descifrar sus mensajes ni las de sus analistas; también los hay que se creen profetas del gremio y no pasan de lustrabotas, con todo mi respeto, pero si hay dos ámbitos en los que los familiarizados presumen de expertos son el mus y la bolsa.
Pues eso. El otro día publicaron en JotDown una entrevista realmente interesante (como suelen) a Josef Ajram en la que se hablaba desde el Where is the limit? como forma de vida hasta que en los últimos tiempos los valores de la bolsa predicen un final de la crisis próximo. De una entrevista tan extensa lo que más me hizo reflexionar fue la obsesión por la especialización, la convicción de Ajram en que cada persona debe ahondar en una faceta hasta convertirse en un experto y aprender a explotar ese conocimiento único. En un mundo tan interconectado, especializado y evolutivo es sin duda un buen método de supervivencia el conseguir destacar en un aspecto. Entre otras cosas es preferible ser un gran panadero a un mediocre ingeniero. Somos tantos que solo te podrás vender si puedes ofrecer un valor añadido, aunque sólo seas el mejor mondador de pipas de Europa.
En realidad, no me resulta demasiado atractiva la idea de la especialización. Un antiguo compañero de la universidad defendía que debíamos ir rotando de trabajo cada dos años por salud mental y por amplitud de miras. Un cambio provoca activación y motivación, lo cual genera movimiento y fluidez; en resumen, que Heráclito tenga razón y el agua no se estanque. En algunos países muy desarrollados es habitual el cambio de área laboral, algo impensable por aquí, donde se suele considerar el número de años de experiencia en el sector como el factor único y determinante para ser contratado. Pero qué bonito debe ser ir experimentando en diferentes campos en busca del ideal o simplemente por cuestión de aprendizaje y conocimiento de un mundo tan grande y complejo.
Supongo que ambos enfoques son válidos, por qué no, siempre y cuando se ponga pasión y atención en la tuerca a la que debas darle vueltas. Imagino que lo realmente valioso no consiste en acumular conocimientos sino en aprender a relacionarlos, en tejer una red que relacione las aptitudes adquiridas y que permita dar forma a una visión personal del mundo más completa para, en definitiva, conocer las fuerzas que inciden en el movimiento del mismo.
¿En qué planeta las hormigas piden al elefante que rinda cuentas de sus pisadas?
Josef Ajram me tocó una vez la chepa. Fue en la salida de la media de Formentera. Él, junto a Marga Fullana, debía cortar la cinta y, amablemente, me pidió si podía dejarle pasar. Y ya que me preguntas te diré que le gané.
Especializarse. Pues no sé. No hay una teoría definida. Hay que ser eficaz. El mejor fabricante del mundo de televisores en blanco y negro se muere de hambre. El peor ingeniero vive de su trabajo. Puedes especializarte o no, pero siempre has de buscar la eficacia para tener ingresos por tu trabajo, que es al final de lo que se trata. No sé. Es complejo y, al final, todos los argumentos son válidos.
Yo quiero especializarme en ser feliz. Mi vida laboral es sólo un medio. Los malos escritores y los malos corredores no viven de ello. Los malos ingenieros pueden hacerlo. ¿Está el mundo mal hecho? No. El mundo es así.
No he juzgado que el mundo esté mal hecho. Las fresas son rojas y la lluvia cae hacia abajo. Un mal ingeniero sobrevive, pero me da a mí que la tendencia es que cada vez va a ser más difícil sobrevivir sin darlo todo. Esperemos que nos dejen tiempo para correr y escribir y salir de cañas. No te creas que me cae demasiado simpático el Josef Ajram, pero la entrevista me pareció realmente interesante.