Su odio nuestra sonrisa y Bartolín en Irún

Neutral Milk Hotel
Neutral Milk Hotel o un grupo que se descubre de rebote y resulta ser imprescindible

And when we meet on a cloud
I’ll be laughing out loud
I’ll be laughing with everyone I see
Can’t believe how strange it is to be anything at all.

[In The Aeroplane Over The Sea, Neutral Milk Hotel]

¿Os acordáis de Bartolín? Aquel ex-concejal del PP en La Carolina (Jaén) que desapareció en el 98. Se ausentó del pueblo en el que era concejal de deportes y apareció lejísimos, casi en otro país, en Irún, sin documentación y casi sin dinero. Hubo miedo a que fuese un secuestro de ETA; el caso de Miguel Ángel Blanco había ocurrido pocos meses antes, el ambiente era muy tenso: un andaluz del PP que desaparece en Euskadi. Y resultó que Bartolín, con su cara dura y sus 27 años, simuló su propio secuestro. El teléfono móvil lo delató. El miedo político y social pronto transmutó en sorna y a Bartolomé Rubia le cortaron las alas: expulsado del partido y la risión de su pueblo. De héroe a caricatura.

El otro día Joaquín Sabina confesó que su íntimo amigo José Tomás le había recomendado tirarse unos pedos antes de salir al escenario para relajarse, que era una táctica que él también usaba en la previa del paseíllo, ¿harán lo propio Rajoy antes de subir al estrado o Sara Carbonero antes de entrar en directo?

«Su odio nuestra sonrisa» pregonan. Me mosquea que quieran venderme «alegría» y «sonrisas», ¿quién te las distribuye para poder comerciar con ellas? ¿con qué legitimidad te permites comerciar con mis emociones? Sé que sois unos profesionales del marketing y unos genios de la política comunicativa, pero os pediría que negociéis con las ideas, no con los sentimientos. Sois un fenómeno fascinante pero todavía tenemos que descubrir si hay pedos detrás de las consignas.

Ayer telefoneé a un amigo que casualmente estaba en una subasta de arte por Madrid; no como comprador, sino como vendedor, intentando encasquetar un cuadro a alguna ricachona. Obviamente, las casas de arte no subastan todo lo que les llega, sino que tienen un filtro exigente, lo que significa que hay margen de maniobra para darles gato por liebre. Me contó que ayer tarde vendieron un Sorolla por una cantidad de cinco cifras y que él consiguió sacarse cuatro cifras por uno que le había costado dos. Un buen negocio en un mundo que tiene mucho de bolsa y poco de sensibilidad, donde señoras de setenta y cinco llevan tanga y se tiran pedos antes de hacer su puja ganadora.

Un comentario en “Su odio nuestra sonrisa y Bartolín en Irún”

  1. Escuchados Neutral Milk Hotel. El Niño Gusano sigue siendo nuestro gran (y sospecho que único) vínculo musical. Seguiremos intentándolo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *