Changes fill my time, baby, that’s alright with me
in the midst I think of you, and how it used to be.
[Ten Years Gone, Led Zeppelin]
Hace diez años era ingeniero pero no doctor, tenía poco pelo pero no canas, tenía poco dinero pero no me faltaba, no tenía ni chica ni coche ni piso ni un trabajo serio ni un futuro nítido detrás del abismo que se asomaba tras las toneladas de hormigón armado. Tampoco tenía una bicicleta competente ni una cámara réflex, así que ni sé en qué echaba los ratos más allá de las cervezas de los miércoles en el Living con Rober y los partidos de fútbol 7 con el Todohogar (patrocinador que no pagaba ni las camisetas). España iba a ganar su primera Eurocopa y en Ciudad Real éramos los putos jefes del balonmano mundial; creo que ser los reyes del mundo en una pequeña ciudad de provincias marcó de alguna forma nuestra personalidad. Europa todavía no había empezado su particular rito del harakiri y habíamos estado en Londres con Esther bailando en un concierto de los Editors del que solo recuerdo que fuimos sin cenar y con pocas libras. Hipólito estudiaba hasta la hora a la que yo me levantaba para ir a la escuela a hacer cosas de lógica difusa, fuzzy logic, poesía. La estudiante de caminos de debajo de mi cama ahora es senadora. Víctor pasaba más rato en Scranton con Michael Scott que en el salón jugando a la play pero me convenció para abrir este blog que se inauguró en mayo de 2008 después de unas guerras poco épicas con la plantilla y la paleta de colores del wordpress. Diez años después el diseño se mantiene intacto y seguimos rulando con wordpress 2.5.1. ¿Y qué iba a conseguir en diez años una persona que no ha sido capaz ni de hacer click para upgradear el gestor de su blog personal?
Confieso ser feliz leyendo algún rato perdido las gilipolleces que escribía cuando mi edad empezaba con un dos. Sé que ahora no lo haría mejor: incluso la más ridícula de las entradas me representa. La vanidad me pide imprimir el blog antes de que se rompa (me salen granitos cada vez que me saltan mensajes de deprecated en la plantilla) o me quiten el hosting y encuadernarlo en gusanillo para que lo lean mis nietos y me suban la dosis. Pero luego pienso que no pierdo nada si desaparece porque ya ni gin ni soaked ni boy. Y francamente lo que en su día fue un instrumento útil y activo hoy no es más un blog moribundo que se arrastra por las zonas más abandonadas de la red.
En estos años han terminado cortándonos las alas, pero, al fin, para qué las habríamos querido. Habríamos dado la vida por conservarlas y cuando nos las robaron fuimos conscientes de que nada había cambiado. Al final no somos más que la suma de nuestros fracasos y el producto de las oportunidades perdidas en un mar de infinitas decisiones. Nadie nos dijo que no era pecado no hacer la revolución en la juventud y que sigue sin haber arena de playa bajo los adoquines.
No entiendo cómo nos resulta tan poco trágico el salto de las esperanzas inútiles y las ilusiones ilusorias al mundo del cinismo desbordado; nos molesta incluso que nos despierte el camión de la basura obviando la gran maravilla que representa.
Y me vienen a la cabeza hombres en pijama llorando en la soledad de su piso y ordenadores que funcionan con Windows Millenium y el búcaro lleno de pan duro casi mohoso. Y monos ateridos de frío viendo una pelea de Jake LaMotta mientran reparten likes en las stories. La única certeza vigente es sentir que todo va demasiado deprisa, como un black mirror a 2.5x, desde la evolución del pulgar humano hasta la talla 12-18. Feliz décimo aniversario, amigo.
La única certeza vigente es que todo va cada vez más deprisa. Felicidades. Un blog es sólo un folio en blanco. Antes se guardaba en un cajón. Ahora se pierde en las zonas más abandonadas de la red. Fuimos puestos a prueba por la vanidad. Ni vanidad, ni gin, ni soaked ni boy. Pero fueron diez años derrotando al blanco del folio. Y se siente regocijo, placer o complacencia si quieres releyendo lo escrito. No quedan alas. Nos ha vencido el escepticismo y el cinismo. Pero tenemos nuestro cajón. No fueron años perdidos. Felicidades de nuevo.
El tiempo no es una velocidad sino una aceleración, supongo entonces. No me traumatiza para nada que el blog se convierta en basura cibernética pero la añoranza de tiempos de esplendor pasados siempre está presente. Y sí, antes era un folio en blanco, ahora cuando vengo es con una idea a plasmar previamente rumiada. Será que me hago viejo, como el blog.