Julio Ruiz, cincuenta años de pasión en las ondas.
A veces quiero estar así,
a veces solo quiero huir,
a veces pienso que tan solo ha sido un sueño
y que aún estás aquí.
[Brigitte, Los Planetas]
Ayer, 18 de julio de 2021, Julio Ruiz emitió el último programa de Disco Grande en Radio 3. A los 68 años, y después de ¡50 años! dirigiendo el mismo programa, lo han jubilado a pesar suyo y pena nuestra.
Me emocioné ya desde la entradilla, quedaba solo una hora de una porción de nuestra vida musical. A Julio lo quería todo el mundo, así que no son de extrañar las muestras de cariño e incluso pinceladas hagiográficas que otros le pintan. Quizá no seamos capaces de entender lo que significa dirigir un programa durante medio siglo. Contó ayer en el último Disco Grande que, incluso durante el año de servicio militar en 1980, preparaba los cortes del programa durante los permisos del fin de semana y se los entregaba a su hermano para que los ensamblará con las piezas musicales y se siguiera retransmitiendo. Por eso él presumía de retransmisión ininterrumpida desde 1971.
No me considero un oyente frecuente de Disco grande, sino ocasional, pero tenía como un reloj interno lorquiano que a las cinco en punto de la tarde notificaba el evento. En realidad, no me iba la vida en conocer las noticias musicales del día pero me fascinaba escuchar a un señor que sonaba tan juvenil, tan pasional, tan entregado a la promoción de grupos maqueteros de pop y rock. Gozaba de una memoria prodigiosa en asuntos musicales, aunque quizá no sepa en qué día cumplen sus hijos los años; la pasión tiene estas cosas.
Cuando quedaban quince minutos de programa, se subió en el coche conmigo una compañera y empezó a hablar de lugares comunes. Ella no sabía que estábamos en mitad de un funeral y que no era procedente recordar el final del curso escolar. A medida que emitía mensajes para un receptor absorto, yo iba sutilmente subiendo el volumen de la radio desde el volante. Dijo Julio que sentía a todos sus oyentes como el último concierto de un grupo al que acuden todos los fans; bueno, todos los fans y mi compañera, que cuando le aseveré muy serio que quedaban diez minutos de un programa que llevaba cincuenta años en emisión se limitó a decirme que ella tenía un amigo que escuchaba Radio 3. Testifico que no la arrojé del coche en ese momento.
Sus últimas palabras fueron de agradecimiento, como suelen hacer las buenas personas, y cerró con un epitafio que queda ya labrado en nuestra memoria sensible: no hay nada como la radio. Entonces dio paso a Brigitte, single de adelanto del primer disco de Los Planetas allá por 1994. A veces pienso que tan solo ha sido un sueño. Y se hizo el silencio.
Gran colchonero Julio, por cierto.
Me pasaba con él como a ti. En los últimos años me ha acompañado volviendo a casa casi todos los días. Siempre lo llevaba puesto. No ha sido el programa donde más canciones ni grupos he encontrado. Pero nunca cambiaba de sintonía. Julio siempre se ha merecido un respeto.
El viernes pasado no subió nadie conmigo al coche. Pude escuchar su programa, también como un funeral, solo, con los vellos de punta. Sentía que escuchaba a alguien que estaba en el corredor de la muerte. Me asombraba su entereza. Pero cuando se le quebró la voz al presentar «Brigitte», ahí nos quebramos todos.
Tú también tienes un amigo que escucha Radio 3.
Bien dices, impenitente, que asombraba su entereza. En esa situación yo habría sido incapaz de decir una sola frase. Pero creo que la grandeza de Julio precisamente manaba de su amor humilde al programa y a la música, lo que demostró hasta el último minuto haciendo lo que mejor sabía hacer, presentar canciones pop.
Y lo tuyo primero me consta y segundo si no lo supiese lo habría intuido ,)