Y un quite por gaoneras

Torcida tarde de toros

El toro deambulaba por la plaza, sangrantes los costados, con la mirada nublada. No entendía el alboroto de aquella plaza de toros, discreta en tamaño pero de público escandaloso. Creyó entender, leyendo los labios del picador, que era el toro más bravo al que había pinchado en su vida. Su autoestima se fortaleció tanto como la valentía del torero al enfrentarse a un astado que había soportado con entereza hasta tres puyazos. Estaba al límite de sus fuerzas, pero entraba al quite con elegancia y decisión con la aspiración de cornear ese gran pañuelo rojo que oscilaba con el viento. No sabía por qué pretendía alcanzar ese capote, ni para qué lo hacía, pero no podía resistirse a pesar de sus famélicas fuerzas. La razón lo habría empujado a recostarse sobre las tablas junto al tendido de sombra, pero un instinto primario lo empujaba contra su voluntad, como un alcohólico no puede decir no a un último chato de vino cuando apenas lo ve o un amante no es capaz de separarse de su correspondiente aún en su propio perjuicio.

Los naturales y pases de pecho se sucedían entre olés del público que lo animaban a embestir con mayor determinación. Él quería ser el triunfador y por eso miró de reojo con sonrisa cómplice al torero tras un estatuario en el que rozó con el pitón derecho el pecho del torero inmóvil. El torero no iba a ceder; debían llegar a un acuerdo para ganar ambos en ese duelo a muerte. Los “olés” se transformaron en “uys”, cada muletazo precedía una caricia del cuerno del toro sobre el traje de luces, siempre caricias bien medidas para ver si así el torero comprendía lo que le quería decir. Pero no fue así.

El torero se plantó frente al cornudo acostando el capote en la arena y preparando la estocada. Y ocurrió que en ese instante un gran nubarrón cubrió el sol y sumió en tenue penumbra la plaza, especialmente la zona en la que el toro, sumiso y derrotado, aceptaba su muerte. El torero se puso de puntillas antes de lanzarse sobre el animal y en ese instante descubrió el brillo en la piel negra del toro y los ojos suplicantes. Comprendió que el animal lo había dado todo e incluso aceptaba la muerte con la cabeza gacha abriendo de par en par sus vértebras en señal de sumisión. Dio media vuelta, dejó caer el estoque en el ruedo y salió por la puerta grande. Andando.

8 opiniones en “Y un quite por gaoneras”

  1. Olé!
    El otro día hubo un debate muy poco interesante sobre el tema de los toros en TV. La única conclusión que saqué es que un debate así nunca lo «gana» nadie. Eso sí, si alguien ganó allí no fue el que para mí llevaba razón, sino el que mejor habló. Y ése sin duda alguna fue Sánchez Dragó. Antes, me caía mal «de oídas» (sí, algo estúpido por mi parte), pero habló con moderación y respeto (y con buenas palabras) de los toros. Olé por él.

    Por otra parte, ¿has visto ya esto? Yo alucino.
    http://ottoreuss.blogspot.com/2008/09/el-festival-de-jazz-no-se-celebrar-por.html

  2. Amén.
    No tengo más que añadir. Bueno sí, que cuándo será prohibida la «fiesta nacional», ains!

    Cambiando de tercio, por si no lo sabes ya te aviso: los viernes con el diario Público vienen películas molonas de esas que te gustan a ti por 1€, supongo que muchas las tendrás poruqe son tus preferidas (Léolo, Martin H…). Pues eso, por si te interesa, que me acordé de ti al verlo 🙂

  3. @jorgeous, muchas gracias, músico!

    @orador, creo que ambos estamos interesados en esos debates acerca de los toros y creo que si estaba Dragó algo interesante tendría que decir. Suelo leer con atención tanto a los taurinos como a los anti y efectivamente es probable que no «gane» nadie, debaten con argumentos desde distintas ópticas. Tu corto andaba por ahí… Y lo del Festival es una pena, pero lo suponía porque llevaba tiempo sin oír noticias de él. Una verdadera pena, pero los asuntos políticos son así; además, en estos tiempos de crisis incipientes, seguramente sea más complicado conseguir patrocinadores…

    @bliss, no creo que prohíban los toros, tiene demasiados defensores acérrimos, hay mucha tradición, si bien es verdad que se mantiene en mayor medida por gente mayor que va todas las tardes al bar a ver la corrida de San Isidro que por los jóvenes. Gracias por avisar en lo del Público, pero ¿eso significaría tener que leer ese periódico? ;P ;P ;P

  4. Nunca se va a acabar la »tradición» taurina, es algo que creen que distingue a España y le da calidad…
    Es como si prohibiesen a los guiris ponerse hasta el culo cuando vienen a nuestras playas o no se hiciera más paella… de qué hablarían los extranjeros sobre nuestro país?

    Me parece tan triste que andar jodiendo (lo siento por la expresión) a un animal que no puede ni elegir hasta matarlo, mientras el público se regodea, sea nuestro legado y lo que más se conozca de España..

    En fins!

    La cultura de la incultura…

  5. hoooolaaaaaa!
    me agrada enormemente esta entrada, sobre todo después del mal sabor de boca que me quedó el otro día cuando a mi padre se le ocurrió que comiésemos en un antro taurino de esos en los que devoras carcamusa rodeado de cadáveres-trofeo…Por cierto, las paellas toledanas están asquerosamente malas…

    y por la puerta grande no se puede salir de otra manera que andando…;p

    le sigo debiendo un mail…pero aún estoy en estado de shock…fíjese usted si es grave que hasta sonrío…:)

    un besico

  6. jo, pues los catalanes sí que han prohibido las corridas, y sin embargo en lagunos sitios del sur de Francia también se celebran… ¡esto no hay quien lo entienda!

    Por cierto, ¿vas a hacer también un resumen de los paralímpicos? Que yo me pregunto, hemos tenido JJOO hasta en la sopa -y con mucho gusto- pero de los paralímpicos no hemos probado a penas nada, será que la gente estaba ya saciada de tanto deporte internacional concentrado o es que es repulsivo ver a un lisiado haciendo lo mismo que Michael Phelps…

  7. Vaya, vaya, ya tenemos a tres señoritas antitaurinas por aquí, más alguna que yo me sé y no ha comentado nada. Es curioso que hayáis interpretado el texto como antitaurino; mi intención era hablar de toros bravos y no de toreros y da la casualidad que José Tomás el domingo indultó a un toro, de nombre «Idílico», en la Monumental de Barcelona por mostrar una bravura similar a la descrita en el texto de la entrada…

    @idril, no sé apenas nada de los paralímpicos, como supondrá, por lo que malamente podré resumir sus puntos álgidos…

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