6 octubre 2024

Historia

Historia

[Artículo extraído de la revista ART DECUenca nº3 otoño 2006, escrito por Juan Manuel Millán y adaptado a la web]

Cuando llegues a Villaescusa de Haro, viajero, te sorprenderán algunas cosas, sus calles blancas y escasas en gente, sus grandes edificios que le dan a su conjunto un carácter monumental, su sosiego manchego, pero aún te sorprenderá más conocer algo de su Historia y su Patrimonio.

Casi siempre los historiadores empezamos contando los orígenes legendarios o arqueológicos de un lugar. En este caso podemos hablar de que aparece durante la Edad del Bronce, poblamiento que se interrumpe hasta la época tardorromana y visigoda, donde existe un pequeño asentamiento con necrópolis ligado a la posible existencia de un “vicus” o villa que se prolongó en época islámica.

Con la repoblación cristiana fue aldea de la antigua población de Haro, pueblo que surgió en la ribera del Záncara, a los pies del castillo de Haro que fundara D. Diego López de Haro, Alférez Mayor del rey Alfonso VIII y señor de Vizcaya, al que otorgó fuero, el Forum Fari, y donde construiría un castillo, base de su poder sobre la zona y avanzadilla de la repoblación, junto a otros de la zona como Alconchel o Fuentes.

No sabemos cómo, quizás con su extrañamiento o bien a su muerte, este territorio, conformado por los actuales términos municipales de Carrascosa, Fuentelespino, Rada, Villar de la Encina, y Villaescusa, pasa a la Orden de Santiago, a la que perteneció hasta su desaparición en el siglo XIX, excepto una breve etapa, a mediados del siglo XIII en la que depende del infante D. Manuel, hijo de Alfonso X el Sabio y padre de D. Juan Manuel, que dominaran prácticamente todo el Sur de la actual provincia de Cuenca durante muchos años.

A partir del siglo XIII y primera mitad del XIV la población fue aumentando hasta el punto que en el año 1349, por privilegio despachado por el entonces Maestre de Santiago, el Infante Don Fadrique, pasó a tener jurisdición propia, separándose de Haro, con el título de Villa y el Fuero de su nombre actual con todo el territorio de la tierra de Haro. Es también entonces cuando se definen claramente las posesiones de la Encomienda Santiaguista de Villaescusa. De esta época perduraron, hasta hace poco tiempo, restos de la cerca, de una torre gótica y del antiguo Hospital de S. Bartolomé, hoy desaparecidos.

Villaescusa de Haro se vio involucrada en las disputas entre el Marqués de Villena (defensor de la causa de Juana La Beltraneja) e Isabel La Católica, ya que la villa tomó partido por doña Isabel, enfrentamiento sin duda de carácter local opuesto por su pertenencia a la Orden de Santiago y por tanto dependiente de la Corona, frente al feudal del Marquesado de Villena, tan cercano, que rodeaba todo su territorio. Estas circunstancias, unidas a la influencia de diversos personales de la corte oriundos de Villaescusa, van a traer diversos privilegios y exenciones que van a producir una etapa de florecimiento en el que comienzan a construirse los edificios que en la actualidad conforman su tesoro monumental y artístico:

  • La iglesia parroquial de San Pedro Apostol, con la Capilla de la Asunción.
  • El Colegio, la inconclusa Universidad.
  • El Pósito
  • La iglesia del convento de las Justinianas.
  • El convento de los Dominicos.
  • La casa señorial de D. Sebastián Ramírez de Fuenleal.
  • El palacio de D. Gil Ramírez de Arellano.

También son de esta época (Siglos XV al XVII) los catorce Obispos nacidos en Villaescusa de Haro, importantes no sólo como personalidades religiosas, ya que muchos de ellos destacaron como políticos, funcionarios o escritores, caso de D. Diego Ramírez de Villaescusa, D. Sebastián Ramírez de Fuenleal, D. Antonio Ramírez de Haro, y tantos otros. Aunque no serán solo Obispos los personajes que destaquen, así D. Alonso Ramirez de Vergara destacará en América, el Padre Vázquez en Teología o D. Gil Ramírez de Arellano en la Corte de Felipe II y III.

A partir del siglo XVII comienza la decadencia frenada en alguna medida en el siglo XVIII con la confección de paños, la construcción de algunos edificios de interés como las tiendas municipales, el cuarto de Santo Tomas o las importantes obras que se llevan a cabo en sus más importantes edificios religiosos y civiles, como un nuevo edificio para su Ayuntamiento de estilo academicista con entrada porticada, desaparecido a principios del siglo XX, como tantos otros. También la ocupación francesa y la desamortización, no solo religiosa, sino también la civil de los importantes bienes de propios, o los de la Encomienda de Santiago, con las consecuencias que ello conlleva, van a acelerar este declive.