De un tiempo a esta parte se viene detectando en el pueblo un incremento de vandalismo que conlleva un grave perjuicio para nuestro pueblo en diferentes aspectos. Primero, el aspecto generalmente cuidado y atractivo de un pueblo con un vasto patrimonio se resiente. Segundo, supone un sobrecoste totalmente innecesario para el Ayuntamiento, que debe asumir el gasto que conlleva la reparación de farolas y otros desperfectos, así como destinar medios humanos para limpieza y recogida de basuras. Tercero, y probablemente más importante, la inquina con la que se destroza el mobiliario urbano indica una preocupante falta de civismo en los responsables de dichas acciones. Y la carencia de civismo es carencia de educación. No hay más que ver, por ejemplo, el aspecto de las farolas del patio de la Casa Grande, donde no sólo se han apedreado las bombillas sino que se nota un severo empecinamiento con los propios faroles.
Quisiera, por tanto, pedir la colaboración vecinal para intentar atajar esta serie de gamberradas y prevenir de su impacto negativo en el pueblo. Como es evidente, los responsables deberán asumir los costes de los desperfectos que hayan podido causar. Es cierto que no se trata de un asunto generalizado por el que nos debamos alarmar ni atañe a todo el mundo, sino simplemente de hechos aislados provocados por unos pocos que no deben empañar la imagen de nuestro pueblo, si bien siempre es preferible advertir para intentar prevenir nuevos incidentes.
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